miércoles, 17 de julio de 2013

Kirk Lightsey tras su concierto en el Festival de Jazz de Vitoria
Foto: José Mª García Martínez

Kirk Lightsey y los otros
Hace un millón de años, un músico de jazz llamado Dexter Gordon conoció a otro músico de jazz llamado Kirk Ligthsey, y ambos aterrizaron en un lugar llamado Madrid, y cambiaron el curso de la historia. Nunca se ha escuchado nada más hermoso en esta ciudad y, acaso, nunca se escuchará.
A Dexter le escucharíamos nuevamente en San Sebastián –pero ya no era lo mismo- y en la ceremonia de los Oscar –una imagen que nunca olvidaremos-. Lightsey regresó para tocar una semana en el Café Central. Allí conoció a un músico de jazz llamado Javier Colina.
Ayer, Kirk Lightsey y Javier Colina se hablaron bajito sobre el escenario del Teatro Principal, en Vitoria, y Javier cantó “Drume negrita” al oído de Kirk, y Kirk ascendió a los cielos de la ciudad (”Heaven dance”), como en Madrid hace un millón de años; como sólo un intérprete de su categoría es capaz de hacer.
En Kirk Lightsey encontramos al creador poderoso y sofisticado que nos hizo enamorarnos de esta música. "Para ser músico de jazz", me confesó delante de una taza de café, "hay que amar la vida, y vivirla apasionadamente".
Inevitablemente, amamos a Kirk Lightsey.
Chema García Martínez

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