jueves, 24 de octubre de 2013

 
De La Puríssima
 
HOY EN EL PAÍS
 
El Johnny se queda solo
El San Juan Evangelista arranca su 32º Festival de Jazz, posiblemente el último
 

32º Festival de Jazz San Juan Evangelista.
De La Puríssima (viernes); Jorge Pardo (1 de noviembre); Maui y los Sirénidos (sábado 2).
Todos a las 21.00.
Avenida Gregorio del Amo, 4

miércoles, 23 de octubre de 2013

 
 
 
HOY EN EL PAÍS
 
Ronald Shannon Jackson, padre del ‘free funk

El baterista tejano triunfó en solitario y acompañando a los grandes del jazz


martes, 22 de octubre de 2013

CUADERNOS VIAJEROS: FRANCIA (II)

 
 
Tinieblas en la Ciudad de la Luz
 
Estatua de Diderot en el bulevar St-Germain
 
Lo confieso: tengo una debilidad. Se llama París. ¿Qué es lo que me gusta de París?: no lo sé.
 
Escribir en París es una obligación ineludible / escribir en Paris es distinto a hacerlo en cualquier otra ciudad del mundo. Uno se ve observado por los fantasmas de Sartre y Simone de Beauvoir, y por el camarero que no le quita ojo.

 
 
París es una ciudad edificada sobre las palabras, y las ideas, y una tarjeta postal con un Cupido mofletudo y sonrosado apuntando al corazón…
París esconde un corazón frío y despiadado. El de una ciudad tan deslumbrante como inhóspita.
 
 
Los periódicos advierten: se ha detectado una plaga de lobos a las puertas de París. Un poco más allá, la noticia de que un agricultor se suicida en Francia cada dos días. No se ha demostrado la relación entre ambos hechos.
Precio del jamón Patanegra: 25 € los 100 gr. El precio del paté ha subido considerablemente. El de los quesos, afortunadamente, se mantiene.
 
 
El viernes 11 de octubre Francia celebró el medio siglo de las muertes de Edith Piaf y Jean Cocteau; con más algarabía y boato el de la primera.
En París hace frío. Por eso los cafés cuentan con una terraza-invernadero para que los clientes puedan disfrutar de la luz solar, caso de haberla. Los bares parisinos son la expresión de la lucha del hombre contra la Naturaleza.
 

“París envejece con gran clase”, escribe Vinicius de Moraes. Los lectores de Maigret no podemos estar más de acuerdo con la frase.

París es gris y húmeda,  norteña y desapacible, romántica y cabrona. Los camareros sonríen –toda una novedad- y todos saben saludar en español/castellano. Cannes, en cambio, es soleada y apacible, y todos hablan español, y nunca llueve, por eso, cuando lo hace, el personal sale a la calle cara de pasmo e incredulidad. “Esto no puede estar pasándonos”, se dicen los unos a los otros.
 
Argentinos y brasileños exponen a su paso su complejo de alguna cosa. Son mayoría entre los turistas. Les siguen norteamericanos,  españoles y japoneses.
 
  
Al Frente Nacional de Le Pen le ha salido un duro competidor en la carrera por el título de “Xenófobo del Año” en el partido gobernante. Los socialistas ahora se dedican a  expulsar niños camino de la escuela. La nacionalidad francesa, se nos dice, no se adquiere: se merece. En los días buenos, puede verse Lampedusa en el horizonte.


Como toda ciudad, París es sugestión y ficción. En última instancia, es lo que nosotros queremos que sea.
 

 
 
Lost in Saint-Germain-des-Prés
Guillaume Hanoteau, en “La edad de oro de Saint-Germain-des-Prés”, habla de “la santísima trinidad” que enmarca la “ruta magnética” del barrio bohemio por antonomasia de París; la que recorría la caterva de malditos de buena familia en sus noches de vino y rosas (marchitas).
 
Juliette Greco y al fondo, la torre de la abadía de St Germain, símbolo del barrio bohemio parisino
Acá la abadía que da nombre al barrio, la más antigua de París, fundada por Childebert, rey merovingio.
 Allá, la brasserie Lipp, fundada por el alsaciano mr. Lippman. Allí acostumbraban a comer las “derechas”, y, luego, Sartre y Camus, y los músicos de jazz que ocuparon el barrio en los cincuenta, y, más luego, un servidor con su esposa. Las hambres no entienden de ideologías.
Les Deux Magots, al otro lado de la plaza Sartre-Beauvoir, reunía a la facción surrealista en torno a una taza de café y un croissant; el más surrealista de los bollos.
 
 
 
El casi contiguo Café de Flore vio la competencia feroz entre la “banda de Prévert” y  la “familia Sartre”. Éste último poco menos que vivió allí durante los años de la ocupación. Amparado en la tolerancia de los camareros del local, Sartre se hizo famoso por estirar sus consumiciones hasta extremos heroicos. Un único café podía valerle para todo el día.
Durante el rudo invierno de 1942, el Café de Flore contaba con el mayor de los tesoros:  una estufa de carbón.
Tras la guerra, la mayoría de los músicos de jazz residentes en la ville lumière se mudaron desde las alturas de Montmartre a Saint Germain, y con ellos marchó la intelectualidad. Había comenzado la guerra entre las facciones “tradicionalista”, encabezada por Bechet y Luter, y la “modernista” de los “boppers”.

Existencialistas, dadaístas y surrealistas abandonaron los cafés para buscar refugio en las cavas. Se convirtieron en “los trogloditas de SGDP”.


 
 Vinicius de Moraes habló de la decepción que le supuso conocer personalmente al “genial jazzman americano Sidney Bechet”. En cambio, Zutty Singleton y él quedaron amigos inseparables. Algo en lo que tuvo mucho que ver la feijoada que el brasileño organizó en honor del baterista.

Una noche Boris Vian se citó con Charlie Parker en el Café de Flore. No consta lo que tomaron. Sí que, saliendo del establecimiento, doblaron la esquina por Saint-Benoît y caminando unos pocos pasos, se llegaron hasta las puertas del antiguo bistrot que el escritor y trompetista aficionado había convertido en el Club de Jazz Saint-Germain-des-Prés: el “santuario de Saint-Benoît”, en palabras de nuestro Ebbe Traberg.
“Antes de entrar por la vetusta puerta de aquel santuario había que enfrentarse al cancerbero más antipático que pueda imaginarse”, escribió Ebbe,” y dejar una cantidad de francos que entonces parecía una fortuna”. El Club Saint Germain fue el punto de encuentro entre Traberg y la pianista Mary Lou Williams, por quien aquel sentía profunda admiración.  Allí escuchó a Django Reindhart “tocando el bebop de la manera más dura que recuerdo haber oído”.
Todo el jazz de París –en una época en que París era todo jazz- se concentraba en una humilde callecita que parecía ostentar el monopolio del género.
 
Miles, Greco & Boris Vian 
Miles Davis y Juliette Greco -la novia de luto y el “chico mono” del que escribió Vian- pasearon su amor por St Germain. Allí, pudo el trompetista probar las mieles del amor interracial sin un policía machacándole el cráneo por detrás.
 
 
“Las hojas muertas”, de Prévert, vino a sepultar “las ilusiones calcinadas por la estallido de una bomba” (Hanoteau). En “The incredible Chet Baker play and sings”, puede escucharse la versión más deprimente y hermosa jamás interpretada de la canción. La grabó el trompetista en la ciudad de Milán, en el año 1977.

 

 
Saint-Benoît después de la batalla


Poco después de la guerra abrió sus puertas Le Montana, un “bar americano” cuya fama se sustentaba en el hecho de ser el último en cerrar sus puertas. Ello le convirtió en el preferido de las gentes del cine y los adictos a los productos de farmacia. Para entonces, Sartre, Simone de Beauvoir y Camús sólo acudían a cocktails.
 
Hasta que se cambió su perfil para convertirse en un club “de diseño”, Le Montana contaba con un pianista “de la casa”, la mayoría músicos de jazz. Uno de los que más tiempo ocuparon dicho puesto fue René Urtreger, a quien escuché en semejante lugar hace más tiempo del que quiero recordar.
 
 
Hoy me alojo en el único hotel de la rue Saint-Benoît, situado frente a la casa que habitó Marguerite Duras. La mancha del jazz se ha extendido al barrio todo, incluyendo el vecino Quartier Latin, entre los miniclubes y los establecimientos como La Locanda, en los que puede disfrutarse de unos fetuccini con gambas mientras se escucha a Oscar Peterson o Erroll Garner con una calidad de sonido inusual para un establecimiento de estas características.
 
Consulto la guía Pariscope. Muchos conciertos, ninguno imprescindible. La guía Pariscope no miente.
 
 
Como muchos, hubiera dado un brazo o un codo por ver a Blakey en el club St. Germain, o a Miles con Tadd Dameron en la sala Pleyel; a cambio, como “el mejor cous cous de la ciudad” con Ramón López & family, que no es moco de pavo.
Un cartel, una fotografía, un nombre. Leslie Lewis engrosa la lista de norteamericanos expatriados que han elegido la ciudad del Sena para hacerse escuchar. Se habla de una versión ajustada/verosímil de Sarah Vaughan, salvo cuando canta “Feel like making love”; nobody´s perfect. En sus actuaciones en Chez Papa, rue Saint-Benoît al fondo, está acompañada por Gérard Haggen, o Hagen, al piano; y el siempre encomiable Pierre Boussaguet, al contrabajo.
Domingo 13, día de mi salida. En la sala Pleyel se celebra uno de esos saxophone summits que tanto gustan a algunos, con Liebman, Lovano y Ravi Coltrane homenajeando al padre del último. Hace casi medio siglo, el susodicho fue abucheado durante su concierto junto a Miles Davis en la sala Olympia. En 1913, tuvo que salir la autoridad a contener al respetable durante el estreno de “La consagración de la primavera”, de Stravinski.  Escenario: el Teatro de los Campos Elíseos.
 
 
El pasado sábado 19 Vinicius de Moraes hubiera cumplido cien años.
 
Texto y fotos (excepto archivo): Chema García Martínez

domingo, 20 de octubre de 2013

CUADERNOS VIAJEROS: FRANCIA (1)


Extraordinarios acontecimientos cotidianos
 

Francia capítulo 1: un caso extraordinario
El día en que Paulo Mendes, periodista y escritor (“ O mais estranho dos países”), se encontró con Vinicius de Moraes en París, éste se hallaba a punto de partir hacia Cannes para asistir a su festival de cine. Cuando ambos amigos fueron a subirse al coche del segundo, se encontraron con que éste no estaba donde lo habían dejado. Vinicius, a quien el asunto le resbalaba, propuso olvidarse del mismo: “ni aún que fuese un Rolls-Royce último modelo dejaría ahora mi whiskito”. Horas después, el coche apareció inexplicablemente en su lugar.

Cannes: la tarjeta postal cobra vida.
 
 Vinicius en Cannes: “festivales de cine, mucho rapapé, poco arte”.
 
Camino de Cannes. El catálogo de venta a bordo pone a mi disposición una cosa con forma de cosa de color verde pistacho. Ignoro de qué se trata ni para qué sirve. Aclaración: se trata de “una solución escalable a base de elementos redundados incluyendo balanceadores de carga, todo ello con un mínimo de latencia en un virtual en la nube de forma sencilla”. Y el whiskito, a 67 €.
 
 
Acompaño a mi mujer al MIPCOM, el mercado de comercialización de contenidos y formatos para TV más importante del mundo, en el que ella tiene lugar destacado. El lunes, cita con Naomi Campbell en el Martínez.
Constatación: soy capaz de mantener una conversación fluida en francés, siempre y cuando verse sobre los que, sin un motivo aparente, acuden a bailar bajo el puente de la ciudad de Aviñón.
 
 
Elecciones cantonales en Brignoles, localidad próxima a Cannes. El Frente Nacional gana por abrumadora mayoría.  “FN no sólo es un partido de extrema derecha”, afirma Thierry Mandon, portavoz del grupo socialista en la Asamblea. “Es un partido nacional-fascista”. Curiosamente, el candidato del partido en Brignoles se apellida López.
 
 
En Cannes, todos los días alguien da una fiesta en la playa / Cannes "es" glamour. Al final, el glamour resulta una lata, además de poco glamouroso.
 
Inconfundibles: BB y su bk.
Un clásico: el posado en la playa. Para el recuerdo, las fotos de Miles en slip, Dizzy Gillespie en meyba, BB en bikini; cada uno a lo suyo.
 
Tan molestos como los fotógrafos: las gaviotas en La Croisette.
La luz del Midi se disloca en la mirada de Picasso y Matisse, Van Gogh y Renoir. “El color actúa como una música”, apunta Brake.
 
 
Jazz l'après-midi.

Unos iban a Europa al rock y otros a ver a Mary Lou Williams -su modernidad me dejó sin habla- y al héroe subterráneo Jabbo Smith. La Grand Parade de Niza fue el capricho de George Wein para solaz de las gentes pudientes-burguesas que acudían a este lugar, y de éste servidor, que ni pudiente, ni burgués, pero sí enamorado del jazz.
 
 
“Fue un instante fugaz e inolvidable en una de esas noches frescas y apetecibles tan características de la Riviera francesa. Aquel que dirigía ahora sus pasos en dirección al piano de cola en mitad del escenario, podría haber sido Earl Hines o cualquier otro. Desde mi lejana localidad el sujeto en cuestión se me aparecía como una figura distante e impersonal. Hasta que ocurrió. Fue posar sus dedos sobre el teclado para que una tormenta de sentimientos encontrados se desatara en mi interior. Mi existencia de precoz aficionado al jazz desfiló ante mis ojos. Pertenezco a la última generación que comenzó el edificio por los cimientos, y antes de escuchar a Cecil Taylor escuchó a Bud Powell, y a Art Tatum y, antes que a ningún otro, a Earl Hines. Y allí estaba, inconfundible, el propio Earl “Fatha” Hines, dando vida a un sonido único; un sonido que me ha acompañado desde mi amanecer como aficionado a ésta música. En un momento en que escuchar jazz en España constituía una quimera al alcance de unos pocos, yo estaba sentado delante de uno de los “Grandes”. El genio en la sombra que alumbró al mejor Armstrong de todos los tiempos, que es decir, el mejor jazz que nunca ha podido ni podrá escucharse. Sin Earl Hines, sin su imaginación desbordante verdaderamente revolucionaria, el jazz no sería el mismo. Mi vida, tampoco”.
Chema García Martínez (“Esto es jazz”. Alianza Editorial. Madrid, 2012)
 
Grande Parade du Jazz. Programa del martes, 11 de julio de 1978. A las 7 pm, el encuentro entre Stan Getz y Bill Evans.
 
De Antibes guardo el recuerdo de mi encuentro con Count Basie, él paseando el puerto del brazo de su señora, yo camino de un refugio entre las piedras de lo que allí llaman “playa”. “Good night, mr. Basie”. No tardarían las cachiporras de los gendarmes en despertarnos de nuestro (en)sueño.
 

La Cote d´Azur, “una tarjeta postal, sin que esto la haga desmerecer”, según dejó escrito mi señor padre en su libro de memorias. La Croisette o La Concha; Cannes o San Sebastián. El jazz en Europa empezó siendo cosa de algunos escogidos.
 
 
Texto y fotos, excepto archivo: Chema García Martínez
 
Para más información, véase "Eubie Blake, una experiencia personal" (publicado en "Jazz y otras hierbas" 5 enero 2009) y "Los paraguas de Aviñón" (publicado 15 de marzo 2009)

viernes, 4 de octubre de 2013

HOY EN EL PAÍS

 
  
Un festival de jazz atribulado 
Los aficionados de Madrid se quedan huérfanos de una cita que vivió momentos de oro no exenta de polémica
(versión completa en Internet)

miércoles, 2 de octubre de 2013

 
 
Hoy en El País
 
Cita de maestros y aspirantes
Jorge Pardo abre hoy la novena edición de ‘Alternativas en Concierto’ abriendo paso a Diego Gutiérrez Trío