Pat Metheny: música sin corazón
Pat Metheny. The Orchestrion Tour. Teatro Circo Price (Madrid), 18 de febrero.
En los mentideros jazzísticos no se habla de otra cosa. El "orquestrión" de Pat Metheny. Que si se trata de un robot multifunción, que si una orquesta sin músicos ni director, que si vaya Vd. a saber. "Dejemos que la música hable por sí misma", insiste el guitarrista, para luego explicar que se trata de un engendro inspirado en los pianos mecánicos de principios de Siglo XX y convenientemente actualizado gracias a la tecnología de vanguardia. El producto del trabajo coordinado de un equipo de científicos altamente cualificado. Luego llega el disco y uno sigue sin aclararse. "Orchestrion", el disco, podría pasar por uno más de Metheny, sino fuera porque él es el único ser humano implicado en el mismo, y todo lo que suena que no es él, son máquinas accionadas a su voluntad. ¿Y dónde está el chiste?. Para explicarlo se vino el padre del invento desde las Américas con sus guitarras y una orquesta singular situada a sus espaldas, compuesta por diversos instrumentos de percusión suspendidos en un andamio, un piano de cola, 2 vibráfonos y un número de objetos no identificables desde la distancia en que este cronista se hallaba situado, amén de un bonito juego de lucecitas de colores que no sé yo si venían demasiado al caso, pero bonitas, un rato. Músicos, lo que se entiende por tales, solo uno. El propio Metheny. Imagínese el lector un circo de autómatas musicales: lo mismo. Pianos cuyas teclas se mueven por sí solas. Bombos que resuenan sin que nadie los percuta. Por lo que uno pudo colegir, todo aquel arsenal era accionado de algún modo por el protagonista de la velada. Ahora bien, si me lo preguntan, confesaré que ignoro por completo el modo en que funcionaba el invento y hasta hubo quien opinó que todo aquello era un puro cuento, o un puro "playback", y por qué no. Dicho de otro modo: Metheny hizo lo suyo, que es tocar la guitarra, y el "orchestrion" parecía evolucionar por su cuenta de forma perfectamente coordinada, supliendo lo que, en otras circunstancias hubiera sido una sección orquestal de carne y hueso. Lo que tiene su gracia, hasta cierto punto. 2 horas y pico de "orquestrión" son muchas, demasiadas, y allá no hay Metheny que valga. Y es que servidor no le pilló el punto al asunto. Todo este invento para llegar al mismo sitio. La música de Metheny con "orquestrión" suena como la música de Metheny sin "orquestrión", acaso mejor "sin" que "con". Y eso es lo que, finalmente, cuenta, la música. Resumiendo: Metheny interpretó los temas de su último disco, llamado como el susodicho artilugio, y todo lo demás importa más bien poco. Se ha dado el gusto de tocar con una orquesta mecánica. Felicidades. La próxima, por favor, con intérpretes de carne, hueso... y corazón.
Chema García Martínez
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