estelas de albert ayler
es aquí la galena encendida de las noches
encontrarse perderse encontrarse en el laberinto del oído
una noche se ilumina la pista del circo
la pista circular que reúne a los contrarios
(exterior es la llamada del río el vacío saltar)
qué desfiles fantasmales qué love cries
y ahí sale el artista de la sierra musical
se cimbrea muerde con brillo de dientes
una lámina vibrante y delgada junto a él: john tchicai
suena la llamada clara y distinta: don cherry
y el otro suspendido en su alambre: era bobby few
nombres ahora que tiemblan en el dial
el dial de las melodías errantes con sus correspondencias (en las fiestas de mi aldea cantaron los fantasmas y de nuestros saxofones salió un himno que no existe)
las canciones nómadas: un canto chipewa
canción de la pausa del tambor
cuando hago una pausa
el tambor de la aldea
el zumbador de las antillas el valsecito aquel
bailado en el baile de los vampiros: clavecín y serpentón
a la pista sale también un niño va con su padre tocando en un funeral
vibra todo él como vibró una mañana de verano en el tubo de bechet
y se oyen grandes risas: son los otros dioses paternales
en el candombe del culto
pero los fantasmas sangran señalan con el dedo dicen:
mira, hay signos en el cielo
chupa el caramelo que te dio la bruja
hay jinetes allá arriba en ese cielo que sólo ves tú
nosotros sangramos
mientras desciende el holy spirit
con lengua de fuego las mandíbulas muy apretadas
una caña de metal que te vibra en la boca
turbulencias turbinas de la memoria
we play peace -gritas
¿qué paz gritamos nosotros con la furia construida por tu ejemplo
y somos ahora los que gritamos más fuerte? (pero no da el mismo grito el argentino barbieri que el hombre de arkansas llamado sanders)
continuo fluye ahí algo y de pronto
un salto (no lejos fluía gilmore, con su rectitud personal, improvisando sobre poinciana, vigilado por los atriles de los vanguardistas; pero él estaba en su casa, en su arkestra)
aquel funeral del padre el hijo el espíritu santo descendido
no es el mismo en la pradera del baile de mi aldea (la forma no puede ser más que una extensión del contenido, escribió el poeta creeley)
no es y es
porque todo está en todo y en la boca grande
se convulsiona la belleza y la verdad está en marcha
pentecostés mariachi canción de ronda
exterior es la llamada del río el vacío saltar
antes hubo voces llamadas personales que él oyó
venían de la tele reaccionó pulsó un gesto suyo
estampó el saxo contra la pantalla
sigue el desfile de los artistas
en la pista dan vueltas en redondo (así hizo monk, así hizo sun ra)
y aquí seguimos nosotros remendando una red
como si pudiéramos de pronto
oír aquel sonido en la procesión de los vivientes
el carnaval o el otro más siniestro
(semana santa de sevilla o de mi aldea chipewa)
en esa charanga quisiera yo desfilar
de la mano del reidor ju-ju
por ahí anda suelto y saltarín
turbulencias turbinas la forma el contenido
de la mano a él le lleva su lírica mary maría
la belleza mecida en los huesos de las rodillas
injuriada reconciliada mestiza
ahora flota un cuerpo en las aguas mecido por las corrientes (5 de noviembre de 1970 –recordatorio- un cuerpo de edad indefinida –35 años- hinchado por los gases de la vida orgánica)
suena allá arriba una tríada mayor
por su virtud simple podría descender la navidad a la tierra
(C´est la vision des nombres. Nous allons à l´Esprit. C´est très certain, c´est l´oracle, ce que je dis. Je comprens, et ne sachant m´exprimer sans paroles païennes, je voudrais me taire, escribió el poeta rimbaud)
my name is albert ayler my name is
Ildefonso Rodriguez, saxofonista alto, tenor, clarinetista bajo y escritor
con el eterno agradecimiento del autor de este blog
Hola, Chema, buena entrada. El sábado escuché al autor, en la orquesta FOCO con Keith Tippett. Ya veo que le has dedicado una entrada aquí abajo...orquesta de vientos desatados, dulce e infernal, -el otro día, más dulce que infernal-
ResponderEliminarEn fin, un saludo. Me voy a escuchar a Albert Ayler
sçi, a mi también me gusta mucho el poema de Ildefonso, y me gustaron los concietos de Keith Tippett, sobre todo el segundo. Una música hermosa. Saluda a Albert Ayler de mi parte.
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