Han tenido que pasar 87 años para que Yusef Lateef (Tennessee, 1920) toque, por fin, en Madrid: será esta noche, a partir de las 21:00 horas, en el Colegio Mayor San Juan Evangelista (avda. Gregorio del Amo, 4), inaugurando el XV ciclo “Jazz es Primavera”. Lateef presentará los temas de su último disco, “Influence”, editado por Karonte, en el que el legendario jazzista norteamericano comparte protagonismo con los hermanos Lionel y Stéphane Belmondo.
Nunca es tarde para escuchar al “gigante amable” del jazz contemporáneo, el hombre que pudo tomar el lugar de John Coltrane: fuimos amigos y a veces tocamos juntos; era un ser humano fuera de lo común, una persona extremadamente inteligente y perceptiva. Pero William Emanuel Huddleston (su verdadero nombre) prefirió apartarse del camino y vivir al margen del “mainstream” jazzístico. A sus 87 años, el viejo león sigue renegando de la palabra jazz: yo no toco jazz, toco música “autofisiopsíquica”, que es la que brota del ser espiritual, físico y emocional. La palabra jazz es ambigua y carece de significado real.
En los años cincuenta, Lateef dejó ser un saxofonista y flautista al uso para convertirse en un “multiinstrumentista”, uno de los primeros en la historia del jazz. Desde entonces, su arsenal de instrumentos incluye el shenai, el shofar, el argol o el koto: esos instrumentos me ayudaron a encontrar mi propia voz dentro de la música.
El tiempo hizo de Yusef Lateef un pionero de lo que hoy se conoce como “músicas del mundo”: era el año 1955 y acababa de grabar mi primer disco con Savoy. De repente, me di cuenta de que, si quería continuar en esto, debería encontrar una estética más personal. Por eso comencé a estudiar la música de otras culturas. En aquel período trabajaba en la Chrysler Motor Company y tenía un compañero de origen sirio que me habló del “rabab”, un instrumento con cinco mil años de historia, el mismo que tocaba el Rey David. Acabé formando un grupo en el que se mezclaba el rabab con el saxo tenor, junto a Artie Farrell, Curtis Fuller, Hugh Lawson, Louis Hayes...
En su concierto en San Sebastián, el pasado mes de julio, mandó colgar una nota en la que negaba cualquier relación con la marca de cerveza que patrocinaba el festival: profeso la religión islámica y sigo los mandamientos del Corán, pero no soy un fanático. Creo en la coexistencia pacífica de los pueblos. Novelista, ensayista, filósofo, galardonado con un premio Grammy, Lateef ha compuesto numerosas piezas de cámara y sinfónicas: en realidad, yo siempre toco mi música. Su colaboración con los hermanos Belmondo le trajo de vuelta a un continente que no pisaba por décadas: fueron ellos los que se pusieron en contacto conmigo. Un día me llamaron a Nueva York para grabar un disco y yo accedí. Me gustaron desde el primer momento, son dos músicos con un talento enorme. En Madrid vamos a tocar un repertorio mixto entre mis composiciones y las suyas.
(versión original del artículo publicado en El País 8 marzo 2007 con el título "No hago jazz, toco música autofisiopsíquica")
Post ScriptumEn el recuerdo la actuación de Yusef Lateef & Eternal Winds en el Northsea Jazz Festival - 2000. El regreso del multisaxofonista a los escenarios europeos tras años de ausencia, fue correspondido por una afluencia masiva de aficionados ansiosos de escuchar a una de las últimas leyendas vivas del jazz. Lateef consiguió lo que muy pocos consiguen: vaciar por completo el patio de butacas. Quienes lo vivimos, nunca olvidaremos tan memorable noche.
Nunca es tarde para escuchar al “gigante amable” del jazz contemporáneo, el hombre que pudo tomar el lugar de John Coltrane: fuimos amigos y a veces tocamos juntos; era un ser humano fuera de lo común, una persona extremadamente inteligente y perceptiva. Pero William Emanuel Huddleston (su verdadero nombre) prefirió apartarse del camino y vivir al margen del “mainstream” jazzístico. A sus 87 años, el viejo león sigue renegando de la palabra jazz: yo no toco jazz, toco música “autofisiopsíquica”, que es la que brota del ser espiritual, físico y emocional. La palabra jazz es ambigua y carece de significado real.
En los años cincuenta, Lateef dejó ser un saxofonista y flautista al uso para convertirse en un “multiinstrumentista”, uno de los primeros en la historia del jazz. Desde entonces, su arsenal de instrumentos incluye el shenai, el shofar, el argol o el koto: esos instrumentos me ayudaron a encontrar mi propia voz dentro de la música.
El tiempo hizo de Yusef Lateef un pionero de lo que hoy se conoce como “músicas del mundo”: era el año 1955 y acababa de grabar mi primer disco con Savoy. De repente, me di cuenta de que, si quería continuar en esto, debería encontrar una estética más personal. Por eso comencé a estudiar la música de otras culturas. En aquel período trabajaba en la Chrysler Motor Company y tenía un compañero de origen sirio que me habló del “rabab”, un instrumento con cinco mil años de historia, el mismo que tocaba el Rey David. Acabé formando un grupo en el que se mezclaba el rabab con el saxo tenor, junto a Artie Farrell, Curtis Fuller, Hugh Lawson, Louis Hayes...
En su concierto en San Sebastián, el pasado mes de julio, mandó colgar una nota en la que negaba cualquier relación con la marca de cerveza que patrocinaba el festival: profeso la religión islámica y sigo los mandamientos del Corán, pero no soy un fanático. Creo en la coexistencia pacífica de los pueblos. Novelista, ensayista, filósofo, galardonado con un premio Grammy, Lateef ha compuesto numerosas piezas de cámara y sinfónicas: en realidad, yo siempre toco mi música. Su colaboración con los hermanos Belmondo le trajo de vuelta a un continente que no pisaba por décadas: fueron ellos los que se pusieron en contacto conmigo. Un día me llamaron a Nueva York para grabar un disco y yo accedí. Me gustaron desde el primer momento, son dos músicos con un talento enorme. En Madrid vamos a tocar un repertorio mixto entre mis composiciones y las suyas.
(versión original del artículo publicado en El País 8 marzo 2007 con el título "No hago jazz, toco música autofisiopsíquica")
Post ScriptumEn el recuerdo la actuación de Yusef Lateef & Eternal Winds en el Northsea Jazz Festival - 2000. El regreso del multisaxofonista a los escenarios europeos tras años de ausencia, fue correspondido por una afluencia masiva de aficionados ansiosos de escuchar a una de las últimas leyendas vivas del jazz. Lateef consiguió lo que muy pocos consiguen: vaciar por completo el patio de butacas. Quienes lo vivimos, nunca olvidaremos tan memorable noche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario