Mr. Marshall en Sigüenza
Iba a tocar una de Bill Evans pero me han dicho que este es un festival de jazz, así que voy a tocar a Jimi Hendrix
(Dave Fabris)
Iba a tocar una de Bill Evans pero me han dicho que este es un festival de jazz, así que voy a tocar a Jimi Hendrix
(Dave Fabris)
Que si sí, que si no. La última sesión del festival de Jazz de Sigüenza parecía que ni pintiparada para que volviera a saltar la chispa. Y es que la música de la familia von Schlippenbach estaba resultando lo suficientemente abrumadora y soporífera como para que alguien sintiera arder en su interior la misma llama que prendió en el anónimo espectador que aquí mismo, hace un año, decidió acudir a la Guardia Civil en busca de asesoramiento. Pero no. Esta vez, el personal se contentó con huir en masa a mitad del concierto sin pedir le fuera devuelto el importe de la entrada ni plantearse si aquello era o no jazz, o planteándoselo, pero en voz baja. A casita y a otra cosa.
Schlippenbach, músico notable, a quien uno tiene escuchado sacándole brillo y esplendor a la música de Thelonious Monk, aburrió a las ovejas con su música para película, pero sin película, y con un DJ que resultó ser su propio hijo y su santa y japonesa esposa arrojando pelotas de ping-pong al piano. Con esto, que uno se fue de Sigüenza con una cierta sensación de vacío. Como si lo vivido el pasado año hubiera servido para nada y menos. A lo sumo, algunos espectadores de más que han podido conocer de la existencia del festival gracias al escándalo de marras, la cosa del morbo. Y eso que, días antes, no se hablaba de otra cosa que no fuera lo sucedido el año pasado. Por la calle y en las charlas de café, quien estuvo para contarlo y quien no pero se lo imagina, y si todo estaba apañado o fue el árbitro, que estaba comprado. Justo cuando los músicos se pelean por venir al lugar donde todo empezó. Incluso Ran Blake, protagonista de la noche más hermosa, con su música remota y extraña. O The Thing –Gustafsson, Håker Flaten & Paal Nilssen-Love-, “revivalistas” del “free jazz”, con su fiereza impostada y magnífica que algunos se empeñan en calificar de “vanguardia”. Sin embargo, no hay nada en la música del trío sueco-noruego que uno no haya escuchado en sus años paseándose los escenarios del jazz en Europa, cuando esta música estaba de palpitante actualidad, que se dice. Treinta años después, el olvido se ha cernido sobre quienes fueron y ya no están mientras sus imitadores, o no tanto, reclaman la patente del invento. Pero así son las cosas de la posmodernidad.
Insisto: Sigüenza 2010 pudo haber sido otra cosa. Que lo acaecido el pasado año en este mismo lugar constituyó un hito más allá de la anécdota, es algo que ya nadie duda, salvo algunos. Un motivo –una excusa, si se prefiere- para la reflexión y la chanza, tan válido lo uno como lo otro, con el efecto de haber puesto a la ciudad castellano-manchega en el mapa. Pocos, si alguno, han sacado partido al asunto. En su lugar, se ha optado por el borrón y cuenta nueva.
Mr. Marshall ha vuelto a pasar de largo por Villar del Río, aunque esta vez se llame Sigüenza.
Chema García Martínez
Chema. Intrigado me deja lo que comentas en tu crónica seguntina. No puedo resistirme a que comentes con mayor detalle (en público o en privado) aquello que escribes de "Sigüenza 2010 pudo haber sido otra cosa". Hasta donde llego, casi todas las cosas pueden llegar a ser "otra cosa". Mi opinión es que la programación de este año es continuista con la línea que tiene este festival desde sus inicios. Ojalá hubiera muchos más festivales que apostasen por una programación como la de Sigüenza, que sigue siendo una rara avis en España.
ResponderEliminarY que ahora sí va un "hasta luego" que no pudimos daros en persona Sera, los chicos y yo el pasado lunes.
[Dejo para otro rato el resto de cosas que he ido escribiendo sobre lo que comentaba. A ver si hay suerte y esta vez aparece el comentario]
Estoy de acuerdo en lo que dices, seguramente me he expresado mal. Lo que quise decir es que lo del año pasado fue tan gordo que se le pudo haber sacado provecho de algún modo, y no hablo de dinero, ni de traer a Diana Krall o cosa parecida. Me parece que ha faltado un poquito de imaginación. Hacer un festival "continuista", como dices, me parece desperdiciar lo obtenido a partir del follón del año pasado. Yo, por ejemplo, lo he sufrido en propias carnes en el hecho de que en mi periódico, no ha interesado lo ocurrido este año, después de lo del pasado. Sin embargo, Baldo organizó una rueda de prensa sobre el tema enel último Imaxinasons con la sala si no llena, casi. Desde luego, ojalá hubiera muchos festivales como este. Y por cierto, sigo sin saber por qué tu comentario sale publicado y hay varios que no hay modo, en fin... Saludos a Sera y los chicos, hay que ver lo bien cuidados que los tienes.
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