jueves, 10 de diciembre de 2009

El autor de este blog opina en torno al "affaire Larry Ochs"

Larry Ochs, Natsuki Tamura (trompeta) y Donald Robinson (batería) a las puertas del hostal, en Sigüenza
foto: J. M. García Martínez


!La Humanidad está desquiciada!
Groucho Marx ("Room Service", 1938)

Creedme si os digo que me lo he pensado dos veces antes de volver a tomar la palabra. Hablo, claro está, del Festival de Jazz de Sigüenza, los guardias civiles más musicales del Estado Español y el saxofonista que no podía creer lo que estaba ocurriendo delante de sus ojos (véase "Un espectador denuncia a un músico de jazz por no tocar jazz"). Y es que sobrevivir al día de ayer no fue fácil. El jazz y cuanto lo rodea convertido en noticia de primera página y servidor viéndose arrastrado al ojo del huracán por lo que empezó siendo apenas una crónica apresurada. Y todo lo que ocurrió desde entonces, que menuda se ha liado... acabo de recibir la llamada de una colega de la BBC interesándose por el paradero de Ochs... "una buena historia", me ha dicho. Invito al lector a darse un garbeo por la Red de Redes y acudir a cualquiera de los cientos/miles de páginas Web/blogs/foros donde se comenta la noticia.

Hasta donde se me alcanza, predomina en los comentarios el tono irónico y la sorna, con algún insulto (anónimo) dirigido al espectador en cuestión, el país, que así nos va, y el estado de las cosas que favorece la “dictadura del consumidor” que nos consume a todos. Alguno habla, y no sin razón, del “peligro de crear un precedente”. En ningún sitio he hallado comentario crítico alguno hacia la ciudad de Sigüenza ni su Festival de Jazz. Sin embargo, los seguntinos, no sé si todos, se han sentido agraviados, lo suficiente como para dictar un bando que es un “todos a una, fuenteovejuna” (véase nota de prensa).

Las cosas claras. Sin guardia civil y sin las “contraindicaciones psicológicas” del oyente infectado por el virus “anti-música contemporánea”, hoy nadie hablaría de Sigüenza ni de su Festival. Uno, claro está, no acudió al lugar para encontrarse con un "picoleto" aficionado en jazz sino buscando escuchar un tipo de jazz que no tiene oportunidad de escuchar, sino con cuentagotas, en un marco tan adecuado como es posible. Un jazz que algunos denominan “vanguardia” y otros entendemos como el propio de una situación “normalizada”, que ojalá fuera tal. Luego está que las reglas del periodismo imponen primar la noticia, donde la hay, sobre cualquier otra consideración, y ahí uno debe aplicar la coletilla futbolera destinada a exculpar a la mayoría por los actos vandálicos que ha llevado a cabo una minoría de gamberros. Aplíquese lo dicho según convenga.

Aceptar el riesgo de programar fuera de las convenciones –y está claro que los seguntinos están en ello- lleva implícito atenerse a las consecuencias que puedan derivarse de tal actitud. De más está decir que las tales no se hubieran producido si, en lugar de Larry Ochs, el artista hubiera sido otro. El lector puede elegir el nombre más de su gusto. Particularmente, lo tengo claro: la actitud inteligente no consiste en lamentarse por la (supuesta) mala imagen que haya podido derivarse al municipio sino sacar provecho de una situación que ha puesto el nombre del Festival de Jazz de Sigüenza en boca de todos. Por lo que a uno respecta, puedo decir que he sido el primero en aplicarme el cuento (véase lo dicho por Carlos Pérez Cruz en su texto). Y esto es solo el comienzo.

Saludos a todos

Chema

3 comentarios:

  1. Creo que el ayuntamiento de Sigüenza se equivoca al sacar una nota de prensa donde, entre otras cosas, hace valoración del nivel del concierto de Larry Ochs. No creo que esté en la función de una entidad municipal hacer crítica pública de su propia programación. De cualquier modo, aparte de las bromas de Wyoming en La Sexta, no creo que nadie haya planteado un problema con el nivel del intérprete.

    No creo que esta anécdota vaya a cambiar nada el panorama pero, por lo menos, que nos quiten el divertimento con el que estamos bailando.

    Salud (y saludos),

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  2. Estoy totalmente de acuerdo. Creo que se han confundido totalmente exhibiendo en público esa especie de "orgullo local herido" que no solo les impide ver el lado positivo del asunto sino que les ha llevado a incurrir en el mismo error del famoso guardia civil de calificar la música, cosa que, como bien dices, no es de su competencia. Si tienen un resquemor por la imagen negativa/"paleta" de la ciudad que ha podido ofrecerse (y que nadie comparte, todo hay que decirlo), son actitudes como esta (hablo del bando municipal) las que contribuyen a ello, precisamente. Claro que es mi opinión y en ningún modo pretende ser una censura al alcade ni la concejala, a los que conozco, y cuyo criterio programando este tipo de música admiro en lo más profundo. Ojalá hubiera muchos como ellos, no digamos si se habla de la ciudad en la que vivo.

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  3. Que lástima que tan buen concierto se quede simplemente en el "marujeo" de una anécdota que está tomando relevancia exagerada. El paisano que reclamó por no gustarle el concierto, debe estar flipando con la relevancia que se le ha dado a semejante catetada. Con lo fácil que sería hablar de jazz y del concierto que se dió en esa sala.

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