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viernes, 26 de septiembre de 2014


HOY EN EL PAIS


De izqda a dcha
Al fondo: Antonio Lizana, Ernesto Aurignac
Segunda fila: Baldo Martínez, Marcelo Peralta, Irene Aranda, Toño Miguel
Al frente: Julián Sánchez, Carlos "Sir Charles" González, Antonio Serrano






El jazz español se cita en Madrid


Un nutrido grupo de jazzistas desfila este fin de semana por JazzEñe


Un encuentro pensado para exponer su música a programadores venidos desde Londres o Berlín. Reunimos a una representación de los asistentes para que nos cuenten los problemas a los que se enfrentan en su vida diaria
 

Pinchar aquí:

Fotos: JMGM

viernes, 15 de marzo de 2013




One man show

(Recuerdos de Antonio Serrano en Bogui Jazz)


Es un fenómeno que se viene repitiendo. El personal acude a escuchar a Paco de Lucía tocar la guitarra y, a quien escucha, es a Antonio Serrano. “El mejor armonicista de jazz del mundo”, según algunos, que puede que sí. El más modesto, sin duda. Al madrileño le llueven los elogios y él, como quien oye llover. Pero así es Antonio, un colega. Hace unos años, un manager le convenció para contar su vida sobre un escenario y ni se lo pensó. Pues vale, pues me alegro.

Sale Antonio a escena con su aire de “pasaba por aquí”, el teclado electrónico al frente, otro “desenchufado” un poco más allá, la mesita cubierta de armónicas de diferentes tamaños y apariencias, de donde el nombre del espectáculo. “Harmonious” inaugura la tradición del monólogo en el jazz, y es cosa ésta que merece ser tenida en cuenta, por no mencionar el ahorro en cachets que algo así supone en tiempos como los actuales. Antonio nos cuenta su vida, cómo recibió la llamada de Paco mientras conducía por Sevilla, y el consiguiente susto que a punto estuvo de causarle un disgusto; luego interpreta la “Alegría” que le tocó al maestro para convencerle de que no se había equivocado. Saca a Ñaco Goñi a sacudir los fantasmas de los viejos bluesmen, y le toca a Chopin a dos manos, una en las teclas, la otra en la armónica; explica como compone su música, por “capas”, le guiña el ojo a la de la primera fila, y hasta tiene un momento para la música de cine, con “Cinema Paradiso”.

Hay en su espectáculo humor y ternura; desparpajo y espontaneidad, que se note que el artista es músico de jazz. Su club de fans, que llena la sala Bogui Jazz, le aplaude a rabiar. Antonio consigue callarles cuando se desbocan. Un club de jazz en silencio. Lo nunca visto.

Termina  la cosa con el protagonista de la velada arrancándose por “Georgia on my mind”, que funde con “What a wonderfull World”, ya saben, la cancioncita que graznaba Louis Armstrong para convencernos de que la vida vale la pena, y hay a quien se le cae la lagrimita. Se lo perdonaremos.

Chema García Martínez

Dedicado a Miriam

viernes, 27 de enero de 2012

ANTONIO SERRANO & FEDERICO LECHNER


La relación entre el jazz y los lingüinis


Seguro que la recuerdan. “La extraña pareja”, con Jack Lemmon y Walter Matthau compartiendo apartamento y un plato de espaguetis que resultan ser lingüinis (y, por azares del guión, terminan estampados contra la pared de la cocina). Acaso el espectador de escasa cultura cinéfila la noche del martes, pudo extrañarse ante el grito del pianista: “!son lingüinis!”. Que Lechner y Serrano –pareja de hecho- hayan incorporado a su repertorio la melodía del film, obra de Neal Hefti, habla del buen gusto de ambos. No conozco ninguna otra versión del tema, ni en jazz ni en ningún otro género. Y no sólo esa: también tocan un “Barrio Sésamo” con aires de blues tabernario, y una “Donna Lee” que, en realidad, es “El barco de Chanquete”, sólo que disfrazado, o eso dice Antonio Serrano (él sabrá porqué). Y más: hay un “Giant Steps” abrasileñado y una “Lista de Schindler” (por seguir con lo cinematográfico) tristísimo/a. Y un “I fall in love too easily”, sencillamente, hermoso.

Menudos piezas, éstos dos. Serrano que, a fuerza de insistir en colgarle el título de “mejor armonicista sobre el planeta”, hasta es posible que lo sea. Quien haya escuchado a Paco de Lucía en alguna de sus últimas apariciones en público, puede dar fe: Serrano se “come” literalmente a sus compañeros de escenario. Y qué decir de Federico Lechner. Hace tiempo que el argentino, residente en nuestra ciudad, habita el lugar inaccesible para el resto de los mortales que se reserva a los maestros del instrumento. Un lugar situado más allá del bien y del mal. Lechner lo toca todo, y todo lo toca bien, o mejor. Además canta por lo bajinis mientras toca, signo de buen jazzista.

Entonces, que juntar a estos dos, y dejarles hacer, es cosa que no ocurre todos los días, y debe celebrar el aficionado acudiendo en masa al Central a escucharles. Hasta el próximo domingo (incluido).

Chema García Martínez