jueves, 7 de diciembre de 2017


Blue Note Rio / Guinga & Maria João



Dios los cría y ellos se juntaron

La vida en pareja tiene estas cosas. Uno se enamora, formaliza la relación, y termina necesitando de un Km de Vantagens Hall” para que quepan los invitados al bodorrio, siendo así que los contrayentes se llamen Marisa Monte y Paulinho da Viola, un ejemplo.

A Maria João y Guinga, por el contrario, les bastó un Blue Note en noche de lunes -la de ayer, mismamente- para ver cumplido su deseo de presentarse ante la audiencia carioca. El uno, tocando la guitarra y cantando; la otra, haciendo esa cosa que ella hace, que algunos llaman canto, y otros ululato, gorgojo, graznido, relincho o barrito, que es lo que hace el rinoceronte cuando acude a una fiesta de la alta sociedad sin estar invitado.

Uno veía a la cantora, o lo que sea, luso-mozambiqueña, y creía estar viendo a una vicetiple aquejada por algún tipo de trastorno de la personalidad, o a toda una compañía operística reunida en una única garganta, por lo que canta, y por cómo lo canta, su intensidad de prima donna de las tablas, su viajar incesante de arriba abajo del registro, Maria-chiquinha, Maria-Joe Cocker; su no pararse quieta ni para echar mano de la botella (de agua mineral, por supuesto). La cantora, o lo que sea, usa y abusa de la canción, pero así es ella y así queremos que siga siendo, aun cuando, en ocasiones, uno hubiera agradecido un algo de quietud. Para entender lo que estaba cantando, más que nada.

Y, junto a ella, calladito, como pidiendo perdón por existir, Guinga. Resulta que los protagonistas de la velada del lunes vinieron a dar sus primeros pasos fuera de la madriguera en la misma España, con algunos años de diferencia. Maria, actuando a concurso en el Festival de Jazz de San Sebastián, junto al trío galaico-portugués Clunia Jazz; Guinga, ofreciendo su primer recital fuera de Brasil en el más que mítico colegio mayor San Juan Evangelista, de Madrid, previo paso por algunos de los establecimientos representativos de la alta y la baja cocina madrileña, lo que el interesado recuerda con particular deleite, dicho sea de paso. En aquel tiempo, aún ejercía como dentista: la música era un complemento vitamínico que le llevaba a olvidarse del cliente en el “potro de tortura”, caso se le viniera a la mente un acorde de guitarra de aspecto amenazador. Y es que, en Guinga todo resulta sorprendente. El guitarrista, cantante y tantas cosas más es uno de esos milagros que produce la MPB de vez en cuando. Que siga habiendo quién no le dé la gana darse por enterado, constituye uno de los grandes misterios de la humanidad, comparable al origen de los crómlechs de Stonehenge.

Guinga camina hecho un ovillo por el territorio brumoso de una “brasileñidad” reconocible y sutil, extremadamente sofisticada en su desarrollo armónico, y absolutamente arrebatadora, en su envoltura poética. Es poeta, y profeta, Villa-Lobos y João Gilberto. No pretende llamar la atención, pero la llama. Y tiene junto a él, aunque no se le vea, a Aldir Blanc, vistiendo sus melodías de un lirismo trasnochado y delicioso (“Sete estrelas”, “Vô Alfredo”…) Y lo que resulta de ello, que es la crónica única de un único amor que muere antes de nacer, o nace para terminar desembocando en las aguas del desamor. Y hay algo de crónica urbana, de ensoñación bien carioca, en las composiciones de Guinga-Blanc. Sólo falta Maria João, especie de orfeón portátil, de zoológico unipersonal, llevándose el aria de paseo vaya Vd. a saber a dónde, y hay quién en la noche de autos opinaba que no parecía ser la cantante indicada para este tipo de repertorio, la cosa del Brasil first: habiendo material sobrado aquí, ¿para qué importar mano de obra extranjera?, sin entender que eso es, precisamente, lo que se necesita en estos momentos. Menos “Anittas”, y más “Marias João”. O sea.

Chema García Martínez


Publicado en El País Brasil
         El País


2 comentarios:

  1. Está claro: Dios los cría, ellos se juntan y tú nos lo cuentas con mucho arte y de p`tisima madre.
    Parece que esos aires te dan alas, amigo.
    Saludos.

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  2. Esos aires le dan alas a cualquiera... y lo que no son los aires. En cualquier caso, me alegra que te haya gustado.
    Un fuerte abrazo para tí.

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