Un saxofonista en el corral
Emerge Jorge Pardo por entre el público, flauta en boca, interpretando
a Falla de aquella manera. El mensaje es el mismo, cambia el marco: el Corral
de la Morería ,
tablao de los antiguos, con aspecto de casa solariega manchega. Y hay público
festero y ruidoso, y un trasiego incesante de camareros, venga el vino y las bandejas de
ibérico; inevitablemente, la barra queda demasiado lejos.
Nixon y Reagan estuvieron aquí, también el Ché; el flamenco
no conoce de ideologías.
Jorge está tocando: silencio en la sala. Los japoneses de las
primeras filas y las muchachas de hiyab guardan memoria gráfica del momento, por
si acaso; ¿de dónde ha salido este tipo?.
Jorge Pardo: mejor músico europeo de jazz del 2012, habitante
de ningún lugar. Jazzista en tierra flamenca, flamenco allá donde va.
La “estrella invitada” de la velada ha salido por donde vino,
vuelvan al escenario ellas y ellos, y qué guapas están ellas con sus floripondios y sus faralaes, y cómo canta este Yeyé de Cádiz, que da gusto oírle. A poco
estará Jorge de vuelta, la melena al viento, y el saxofón entremezclándose por
entre los volantes y las camisas negras a este punto empapadas en sudor.
Apoyado en el quicio de la mancebía, el saxofonista es uno
más entre los flamencos. Sus requiebros pellizcan el alma y hacen brotar fuego
de las piernas de los/as bailaores/as, dale que dale, que hasta Blanca del Rey se
ha subido a dar vueltas en torno a los dorados de un instrumento
musical que nunca se ha visto en lugar como este.
Jorge hace lo de siempre, lo de nunca, y no hay otro que se le aproxime.
Chema García Martínez
Corral de la Morería, 30 de enero de 2013
Blanca del Rey y Jorge Pardo en el Corral de la Morería (28/01/13)