domingo, 31 de marzo de 2013


Los 80 de Tete


Tete era un extraterrestre con barretina y el escudo del Barça cosido en el forro de la americana, junto a su corazón. Además, tocaba jazz. “El músico de jazz más importante del país” en las enciclopedias. O Tete, o el caos, peor todavía: la nada.

Le gustaba el whisky, las mujeres, el Fútbol Club Barcelona, Bill Evans, el arroz a banda de Casa Batiste, en Santa Pola; las canciones de Serrat. Detestaba muchas cosas y, sobre todas ellas, la mediocridad. El tiempo le surtió de un amplio catálogo de frases hechas que soltaba a la que podía; las mismas respuestas ocurrentes a las mismas preguntas absurdas. “Cada vez que me veo al espejo soy negro”. Era inteligente, irónico, incisivo, despiadado, a veces. Casi siempre estaba muy por encima del entrevistador.

Como tantos otros, me acostumbré a escucharle las tardes de domingo en el San Juan Evangelista. Tete era proverbial/torrencial, las manos sobre el teclado y el oído derecho en el Camp Nou, Monk aquí, Cruyff allá, y en medio un corazón partío. Era conservador en el vestir y comedido en el hablar, salvo cuando no lo era. Tenía su stock de muecas, que eran como tics, un tirar para abajo de la americana al empezar la interpretación, un rascarse la nariz en medio del solo; algunas las hacía sin darse cuenta, un suponer; otras le causaban grandes risas que nadie entendía, salvo él.

Tete, “ecléctico, técnicamente pragmático, doblemente ensimismado por ciego y por jazzman” (Vázquez Montalbán) era una ráfaga de genio, cosa de vísceras, una forma de entender el oficio preñada de añoranzas que hoy parece condenada al olvido. Como todo hijo de vecino, a veces ponía el piñón fijo y, aún así, resultaba un placer escucharle. Javier Colina estuvo un verano tocando a dúo con Tete en el Café Central: “lo mejor y lo terrorífico de Tete es que nunca tocaba la misma cosa de la misma manera dos veces”. Si jazz y mecánica han devenido sinónimos, esto no se aplica al Tete; impredecible, ciego, visionario, genio y quijote, hijo de Don Byas y nieto de Louis Braille: “mi mayor influencia en jazz es el señor Braille”. Verdad o boutade, la frase con la que se le vino a uno en fecha lejana no tiene desperdicio.

El 28 de marzo Tete habría cumplido 80 años y es motivo suficiente para que se le recuerde con el recital, o así, que tendrá lugar esta noche en su casa del Jamboree, con Perry Robinson como artista invitado. Hoy son muchos los que recuerdan al ilustre jazzista en Madrid y en Málaga, A Coruña o Nueva York. Por donde, el susodicho se murió sin conocer al Barça pluricampeón de Messi y Guardiola, ni la movida soberanista de Artur Mas o el auge de la novuelle cuisine catalana nacida al abrigo del Bulli. Lo bien que se lo hubiera pasado.



Esta noche

PERRY ROBINSON & TETE FRIENDS (Perry Robinson clarinete, Josep Maria Farràs trompeta, Ignasi Terraza piano, Ignasi González; Horacio Fumero, contrabajo; Esteve Pi batería).
Jamboree (Plaça Reial 17. Barcelona) 
18:00h | 20:00h.
Taquilla: 20 € | Web: 15 €


Acerca de Perry Robinson y Tete Montoliu

Véase también “Tete, años setenta” en “Jazz y otras hierbas” (jueves, 1 de enero de 2009)

sábado, 23 de marzo de 2013

Guillermo McGill (bt, en primer término) escucha a Israel Sandoval (g) y Ángela Cervantes (vc); ausente, Víctor Merlo (b)
foto: JMGM

Hoy en El País

Israel Sandoval

Como pez en la pecera

martes, 19 de marzo de 2013

Ron Carter (contrabajo) junto a Russell Malone (guitarra), en su actuación del domingo en Santiago de Compostela

Hoy en El País

La sonrisa del pluriempleado

Ron Carter sorprende con sus desusadas bromas y sin "momento Miles Davis"

lunes, 18 de marzo de 2013


La vuelta al mundo de la trompeta en un día


Manuel Blanco, pasión pautada

Hay un trompetista que vale su peso en oro. Se llama Manuel Blanco, tiene 28 años, y no toca jazz, pero le gustaría. Ayer, domingo, tocó en el Auditorio Nacional de Música, en Madrid, el “Concierto para Trompeta y Orquesta núm. 2”, de André Jolivet, dentro de un programa dedicado al jazz y la cosa sinfónica en el que sonaron Milhaud, Bernstein, Gerhswin y Shostakovich, y aquello fue gloria bendita y santificada por la Curia Romana, el Sursum Corda, y el Papa Francisco en persona. Un descubrimiento, el muchacho.

Puede que Manuel Blanco no toque jazz, pero lo conoce. Nacido en  Daimiel, provincia de Ciudad Real, admira a Wynton Marsalis y a Chet Baker, sobre todo a éste. Su interpretación luminosa, en la que estuvo acompañado por la Orquesta Nacional de España en versión reducida, bajo la dirección de Jordi Bernàcer, revela a quien proclama con orgullo que no todo lo que ha tocado está en la partitura; “como en el jazz”, añade.

Blanco sabe que hay cosas que no están en los papeles, y lo demuestra en el “bis”, una hermosa versión de “Balada Galaica” de Iturralde en formación de cuarteto, que sus acompañantes leyeron nota por nota y él leyó directamente del interior de su alma, intermediarios abstenerse.


Jerry González, pasión desbocada

Foto: JMGM
Jerry González, el alma se le sale a cada nota que brota de su trompeta con sordina. En el Café Central, acompañado por Javier Colina, al contrabajo, y Nirankar Khalsa, a la batería, sólo toca standards (hasta ayer). Mucho Monk, alguna sorpresa (“Lester leaps in”). Jerry arranca por donde le sale y ya puedes estar al loro si no quieres verte en un aprieto; por suerte el jazz no es una ciencia exacta. 

La trompeta de Jerry es un eco doliente que traspasa epidermis e incendia corazones (solitarios o no). Pasión desbocada, irrefrenable. Jerry González -la mirada fija en un horizonte lejano situado bajo sus pies- no es Wynton Marsalis. “Ni falta que hace”, apostilla Manuel Blanco.

Pues eso.

Chema García Martínez
Foto: JMGM

viernes, 15 de marzo de 2013




One man show

(Recuerdos de Antonio Serrano en Bogui Jazz)


Es un fenómeno que se viene repitiendo. El personal acude a escuchar a Paco de Lucía tocar la guitarra y, a quien escucha, es a Antonio Serrano. “El mejor armonicista de jazz del mundo”, según algunos, que puede que sí. El más modesto, sin duda. Al madrileño le llueven los elogios y él, como quien oye llover. Pero así es Antonio, un colega. Hace unos años, un manager le convenció para contar su vida sobre un escenario y ni se lo pensó. Pues vale, pues me alegro.

Sale Antonio a escena con su aire de “pasaba por aquí”, el teclado electrónico al frente, otro “desenchufado” un poco más allá, la mesita cubierta de armónicas de diferentes tamaños y apariencias, de donde el nombre del espectáculo. “Harmonious” inaugura la tradición del monólogo en el jazz, y es cosa ésta que merece ser tenida en cuenta, por no mencionar el ahorro en cachets que algo así supone en tiempos como los actuales. Antonio nos cuenta su vida, cómo recibió la llamada de Paco mientras conducía por Sevilla, y el consiguiente susto que a punto estuvo de causarle un disgusto; luego interpreta la “Alegría” que le tocó al maestro para convencerle de que no se había equivocado. Saca a Ñaco Goñi a sacudir los fantasmas de los viejos bluesmen, y le toca a Chopin a dos manos, una en las teclas, la otra en la armónica; explica como compone su música, por “capas”, le guiña el ojo a la de la primera fila, y hasta tiene un momento para la música de cine, con “Cinema Paradiso”.

Hay en su espectáculo humor y ternura; desparpajo y espontaneidad, que se note que el artista es músico de jazz. Su club de fans, que llena la sala Bogui Jazz, le aplaude a rabiar. Antonio consigue callarles cuando se desbocan. Un club de jazz en silencio. Lo nunca visto.

Termina  la cosa con el protagonista de la velada arrancándose por “Georgia on my mind”, que funde con “What a wonderfull World”, ya saben, la cancioncita que graznaba Louis Armstrong para convencernos de que la vida vale la pena, y hay a quien se le cae la lagrimita. Se lo perdonaremos.

Chema García Martínez

Dedicado a Miriam

viernes, 8 de marzo de 2013



PAQUITO D’RIVERA. LA VIDA SAXUAL (2011)

JAMBOREE CINEMA


Domingo 10 de Marzo 21:55h Taquilla: 5€ Web: 4€

El saxofonista Paquito D’Rivera, figura providencial de la música afrocubana y estándar del latin jazz, lleva a la pantalla su autobiografía a través de un documental que recrea la progresión de su carrera: desde sus inicios como niño prodigio hasta su exilio de Cuba para instalarse en Estados Unidos, donde se ha consagrado como una de las figuras más relevantes del jazz latino de las últimas décadas. Presentada por el crítico y periodista musical Chema García Martínez (El País, Cuadernos de Jazz), Jamboree te ofrece la oportunidad de ver una película prácticamente inédita en nuestro país.

Jamboree
Plaça Reial 17
08002 Barcelona
Tel. 93 319 17 89 


sábado, 2 de marzo de 2013



Hoy en El País

Nina Simone por Malia

La cantante de Malaui homenajea hoy en el Auditorio a la gran dama del jazz que ha guiado su carrera desde el día en que la oyó casualmente por la radio

‘Black Orquid’ es el disco que funde las dos voces