sábado, 13 de diciembre de 2014

AYER EN EL PAÍS


 The Mississippi Mass Choir

Vuelve el ‘gospel’ por Navidad

El festival se celebra hasta el martes en el teatro Fernando Fernán Gómez

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lunes, 8 de diciembre de 2014


 James Brandon Lewis en Clamores Jazz 5-noviembre-2014 (foto: JMG) 


El saxofonista mullido
por Chema García Martínez

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viernes, 5 de diciembre de 2014


HOY EN EL PAÍS


 Cedar Walton (p); David Williams (b); Willie Jones III (bt); Vincent Herring (st)
Dizzy´s Club Coca-Cola. Nueva York, 2012
foto: Esther Cidoncha


Imágenes de una pasión

Esther Cidoncha publica ‘When lights are low. Retratos de jazz’, un libro que reúne 150 de sus fotografías a músicos, realizadas durante años viajando alrededor del mundo

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 Ariel Brínguez y "Nostalgia Cubana, el pasado jueves, en el Café Central
De izqda. a dcha.: Pepe Rivero (p); Ariel Brínguez (st); Javier Colina (b); Michael Olivera (bt)
foto: JMGM

Café Central, suma y sigue

Los socios dicen que el club abrirá “hasta que aguante” pese a los cambios en el alquiler

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viernes, 28 de noviembre de 2014

Hoy en El País


Imágen de dominio público

HOMENAJE A LARRY MARTIN

Cinco voces y un batería

Los acólitos del batería, fallecido en 2013, se reúnen en el JazzMadrid para recordarle

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viernes, 21 de noviembre de 2014

Hoy en El País


Randy Weston (p) y Jerry Gonzáles (t) vistos desde las alturas.
Teatro de Bellas Artes, Madrid. 20 noviembre 2014
Foto: JMGM


El jazz y las ciencias exactas

Dice la máxima, “el jazz no es lo que haces, sino cómo lo haces”, con lo que se dice que, para el músico de jazz, importa el proceso

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miércoles, 19 de noviembre de 2014

Los Raros


  De izqda a dcha: Ricardo Tejero, saxo; Ebba Rohweder, flauta; Pedro Rato, theremin (o ætérfono) y electrónica; Peter Memmer, chelo; Guillermo Bazzola, guitarra
Foto: JMGM


Mi madre me lo decía, “pero mira que eres raro, hijo”. Para mí, no había mejor elogio que ese.  “Soy raro, ¿y qué?”. Ahora, al raro se le llama friki, no es lo mismo. Frikis, los hay a patadas; darse con un raro pura sangre, sin embargo, constituye una rareza, la propia palabra lo dice.

Desde hace un tiempo que los raros madrileños con inclinaciones músico-vocales vienen reuniéndose para tocar música rara, lo suyo, y hay un público que va a escucharles, tan raros como ellos. El ciclo de conciertos que organizan no podía llamarse de otro modo: “Músicas Raras”, solo que al revés.

Tienen los raros la curiosa manía de numerar sus reuniones, la que yo asistí hacía la número 31. En cabeza de cartel, el saxofonista Ricardo Tejero con su Ensemble Progresivo interpretando 2 piezas igualmente numeradas, “Progresiones” núm. 28 y 29, respectivamente.

La sesión 31 de “Músicas raras” tuvo la particularidad de celebrarse en el barrio de Tetuán, cuna de rojos y raros, donde se han librado batallas memorables que nadie recuerda. En mi libro sobre el jazz en España, se habla de lo sucedido una noche en Tablada 25, no muy lejos de donde estamos, cuando una pareja de incautos la emprendió con “La chica de Ipanema” y fueron desalojados por la fuerza por la intendencia del local. 

… “el flautista bajó la cabeza, se sonrojó y sacó un saxo soprano”, escribe José Manuel Gómez en el susodicho. “De su instrumento comenzó a salir un sonido febril, potente y desgarrado. Es probablemente la primera vez que el free jazz cobró sentido en este Madrid; fue un discurso que decía: “CABREO-CABREO-CABREO-CABREO”. 



Crónica de la sesión 31

Un frío del copón. Ni la menor indicación de ningún “Espacio Naranjo”. Una puerta de contrachapado, alguien ha dibujado algo encima. Va a ser aquí.

Dentro, la oscuridad y un Ford Fiesta obstruyendo el paso. Por suerte, uno domina el estilo Fosbury-Flop. ¡Alehop!. Esto promete.

“¿Es aquí el asunto?”. Nadie conoce a nadie, nadie sabe exactamente qué están haciendo esos tipos allá, al fondo.

Un pasillo y, a su final, una mesa, y unos objetos sonoros (sic) sobre el tablero, y Gregorio Kazaroff, y una alacena, y una litrona a medio llenar, y un velamen sobre nuestras cabezas, y unas sillas de tijera, y un butacón apolillado, y Javier Entonado, y una trompeta con sordina, sólo que no es esa sordina; y un fluorescente envuelto en celofán azul, y un flexo, y dos parejas con aspecto de enterados, y un niño de teta, y su madre, y un pie que no debería estar ahí, “perdona, tío, no te había  visto”. Y un silencio espeso. La cal sobre el cemento de lo que parece ser un antiguo garaje cayéndose a pedazos. Que rulen las litronas, pero como si nada. Escuchar música rara exige sus sacrificios.

Estamos de estreno. Ricardo Tejero se ha traído de Londres su Ensemble Progresivo, proyecto en el que ha venido trabajando los últimos siete años en el que aborda la improvisación desde una perspectiva compositiva (sic). En su versión madrileña, el Ensemble Progresivo está integrado por: Guillermo Bazzola: guitarra eléctrica; Peter Memmer: chelo; Ebba Rohweder: flautas; Pedro Rato: theremin (o ætérfono) y electrónica; Ricardo Tejero: saxo, clarinete y composiciones.

Escuchar músicas raras entre tinieblas mientras se tiembla de frío tiene su cosa mística e iniciática, como volver a las catacumbas o conspirar contra algún orden establecido. Lo que estamos escuchando, nos cuenta Tejero, nunca volverá a escucharse. Esta progresión se autodestruirá en 4, 3, 2, 1 segundos…

Hay aquí una belleza, no por rara, menos atractiva, y un saxofonista que no toca lo que otros, al que merece la pena escucharse. En ausencia de partituras convencionales y sin apenas ensayos, el ensemble funciona como un reloj. El conjunto resulta deslumbrante.

A la hora del debate post-concierto, los allí presentes intentan fijar los límites entre la música concreta y el free jazz. Parece interesarles mucho el tema.

Para coronar la noche, una ronda a costa de los intérpretes en el bar de la esquina. Vaya lo recaudado por lo servido.

Chema García Martínez


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