El valor de la palabra
De izqda. a dcha.: Carlos López, batería; Fernando Sánchez, saxo tenor; Paco Charlín, contrabajo; Alfredo García, guitarra.
foto: JMGM
En plena crisis hay hambre de
jazz. El personal quiere escuchar jazz, y si hay que privarse de la caña de
mediodía, se priva. Otra cosa es la oferta que se le hace. Pasa en todos los
lugares a los que me llevan para hablar, escuchar o escribir sobre el asunto.
Las programaciones caen una tras otra, la afición –los aficionados- permanece/n.
Los que han inflamado la burbuja pagando cachés desorbitados a trochemoche van
cayendo mientras quedan los que obran con criterio, modestia y visión de futuro.
Un ejemplo: el ciclo “1906 Jazz” organizado por la cerveza del mismo nombre,
que arranca en estos días. Si Vd. quiere escuchar buen jazz a un precio conveniente en Coruña, Santiago de Compostela, Barcelona, Madrid o Murcia, esta es su oportunidad.
Digo que hay hambre de jazz,
también la hay de palabra. Raúl Mao, a quien ya estamos echando en falta,
promovió la reflexión en torno al género desde las páginas, físicas primero,
virtuales después, de Cuadernos de Jazz. El jazz se piensa, se debate, se
escribe, aunque no todos los que escriben sobre jazz sean capaces de poner algo
de cerebro en ello. Ese era su leitmotiv, el de Raúl.
En Filloa, antro minúsculo y
entrañable situado en el corazón de la vieja Coruña, algunos –Juan Claudio
Cifuentes, “Cifu”, Pere Pons y servidor- hablamos de las cosas del jazz sin
ningún método ni orden establecido, así que los clubes de jazz y para qué
sirven, la crisis (pero menos), los discos y quien los compra, y si un músico de
jazz que no es capaz de tocar “All the things you are” de carrerilla merece ser
calificado como tal. Había muchos que fueron a escucharnos y/o intervenir en
las discusiones, y una mayoría que no quería que aquello terminara nunca. “No
se habla de jazz lo suficiente”, me vino a decir el tipo recostado sobre la
barra, “un aficionado de los de a pie”, según me dijo, y que razón tenía el
hombre.
La cosa, el debate, mesa
redonda o lo que fuera, estuvo seguido por la correspondiente jam session con lo mejorcito del
emergente jazz gallego, Fernando Sánchez, Virxilio da Silva, Paco Charlín y
Iago Fernández, para empezar, más los que vinieron después, Carlos López,
Alfredo García, Pablo Añón y el fenómeno de la batería de veintipocos años, Naíma
Acuña Rodríguez.
En Coruña, la noche del
martes, se habló de jazz. Que cunda el ejemplo.
Chema García Martínez