Charlie Parker ya no vive
aquí
En este Nueva York cada vez más homogeneizado en el que todo se parece a
todo, Alphabet City conserva el aire
bohemio que convirtió este rincón apartado de la Gran Manzana en el foco de la contracultura
durante los años sesenta del pasado siglo. Sin la aureola seudo-mítica del West
Village, ni el caché del cercano Soho, este conglomerado de gentes y razas diseñado
a tiralíneas, donde los judíos son mayoría, representa para los neoyorquinos un
símbolo de la resistencia frente a al Poder.
Tompkins Square en llamas durante la revuelta de 1988
Todo cuanto sucede, o ha sucedido, aquí, tiene un mismo escenario: su
“plaza mayor”, Tompkins Square. Antiguo refugio de homeless y heroinómanos
vetado durante años al turismo, este rectángulo perfecto vio a un vilipendiado Thelonious
Monk hurgando en la herida de sus sueños de la mano de la baronesa Pannonica de
Koenigswarter, primero; y de la de Allen Ginsberg, vecino del barrio, después. Aquí se
libró la batalla civil contra la guerra de Vietnam y cobró vida pública el
movimiento Hare Krishna. Aquí, en una esquina del parque, a metros del mismo,
vivió entre 1950 y 1954 el músico de jazz más grande de todos los tiempos:
Charlie Parker.
Encajonado entre otras edificaciones de mayor altura y consideración, el inmueble
de estilo “gótico-revival” pasaría desapercibido de no ser por las placas que,
ancladas en lugar visible de la fachada, nos recuerdan a quién allí vivió. A su
izquierda, la “Hermandad Evangélica de Tompkins Square, establecida en 1895 por
el Dr. Bernard Angel”.
Las ventanas permanecen herméticamente
cerradas. Imposible saber si el piso cuenta o contaba con algún balcón o zona
ajardinada en su parte trasera; su altura, por debajo del nivel de la calle,
hace suponer que las vistas desde su interior no den para mucho. En el cenit de
su carrera, esto es a lo que podía aspirar el más grande músico de jazz de la
historia. Si se busca una lección de humildad, no se encontrará mejor.
“En el fondo de su corazón, “Bird” quería ser un buen padre de familia”, me
contó Max Roach años ha. “Soñaba con llevar otra vida, pero, para su desgracia,
había quien le perseguía a todos lados, y le acababa llevando por el camino
erróneo”. La patética aspiración de Charlie Parker por llevar una “vida normal”
en familia junto a Chan Richardson y sus tres hijos, aquí quedó enterrada.
Chan, "Bird" y Kim Parker
Un cartel escrito a mano conmina a no llamar a la puerta. Llamo al número
de teléfono que figura en el mismo. Nadie contesta. Ni un visitante, excepto yo
mismo. Decididamente, no parece que el
lugar constituya un agitado centro de peregrinación.
-
“Aquí
vivió alguien importante”, me suelta un vecino del barrio que me ha visto
apostado frente a la puerta del inmueble.
-
“Por
eso han puesto las placas”, le contesto.
-
“Si
no fuera importante, no las hubieran puesto”.
-
“Va a
ser eso”.
Chema Gacía Martínez (texto y fotos, excepto Blanco y Negro)