viernes, 28 de abril de 2017


The Geordie Approach


Salmones salvajes, saxofones indómitos

La segunda edición de Jazz & Cooking propone un encuentro entre el jazz de vanguardia y la alta cocina

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martes, 11 de abril de 2017

Y ahora, en español-castellano...


Kamasi Washington en el Teatro Municipal de Rio de Janeiro


Terabytes de jazz


Kamasi Washinton (Los Angeles, 1981) ha venido al mundo para rescatar el jazz del marasmo y a los señores del negocio de la ruina (según la encuesta de Nielsen, el jazz vende menos discos que la música para niños). Lo suyo viene a ser una reivindicación de la soberanía norteamericana sobre el peñón del jazz, sabido es que en otros lugares del mundo existe otro jazz autosuficiente/sustentable, pero eso los (norte)americanos no lo saben, ni les interesa.

Kamasi tocó el pasado jueves en el Teatro Municipal de Rio de Janeiro. Su primer concierto como solista en suelo brasileño fue también el primero del ciclo “Jazz All Nights”, con el que se pretende abastecer de jazz a una ciudad desesperadamente necesitada de ello. Hubiéranse necesitado 5 Teatros Municipales para acoger la demanda de localidades.

Artista épico y prosopopéyico, desmesurado y prolijo, K.W. vino a presentar su triple “The epic”, resultado de un mes de trabajo en el estudio, a razón de 16 horas por día: “salimos de aquellas sesiones con casi 3 terabytes de sonido” (equivalente a otros tantos billones de bytes).

Junto al saxofonista, lo que empezó siendo un septeto y resultó ser un noneto, con la presencia no anunciada de un trompetista y un percusionista, y un desiteto, palabra espantosa que algunos prefieren sustituir por “doble quinteto”, una vez su sumó al asunto el propio padre del artista, Ricky, o Rickey Washington (en esto, las Wikipedias no se pone de acuerdo), saxofonista de oficio. Prisionera en una celda de plástico translúcido a prueba de parásitos sonoros, la espigada Patrice Quinn puso su voz (poquita) y su abrir y cerrar de manos en forma de loto. A su lado, el orondo Battle Cat, en las labores que le son propias a todo  DJ; detrás, 2 baterías de músculo y pelo en pecho, valga la redundancia. Y, en medio, el líder, de sotana enlutada y melena leonina. Y la cosa, que arranca de aquella manera apocalíptica y abrumadora, wagneriana y paroxística. Música de pompa y circunstancia, con algo de litúrgica, y de letárgica. La imaginación de K.W. está poblada de sueños homéricos que bien pudieran venir de su pasión por el anime, o como resultado de una sobreexposición a “Game of trons”, de dónde que cada solo suyo es una toma de la Bastilla, con profusión de bramidos y sobreagudos a gusto del consumidor. Una vez concluido el asunto, vuelve al redil, dócil como un corderito. No hay que ser muy perspicaz para percibir que, bajo la sotana de Kamasi, existe una mano rectora que pone orden y administra tiempos.

Luego, que K.W. no toca nada que no haya sido tocado antes. Su música es, básicamente, retrospectiva y nostálgica, moderna, o sea; funky y hasta horterilla. Trabaja duro para arrancar la ovación aunque para ello tenga que recurrir a medios no del todo lícitos. En su aparatosidad, la música de K.W. “se entiende”, y esa es, acaso, la mayor de sus virtudes, y el mayor de sus defectos. El saxofonista toca mirando a la platea, así como Miles Davis se situaba de espaldas al respetable; saque cada quién sus conclusiones.

En su concierto del miércoles, no tocó su arreglo del “Claro de luna”, de Debussy, ni “Cherokee”, pero sí “Henrietta, our héroe”, dedicada a la abuela del artista. El público agradecido de por sí, respondió con el entusiasmo que se le supone, salvo algunos aficionados añosos, que aprovecharon para echarse una cabezadita en su butaca: la fiesta no iba con ellos.

Lo importante: que con K.W., el jazz ha dejado de ser la “mierda para estudiantes” de John Lennon para convertirse en flor de juventud, divino tesoro: “no sé lo que significa la palabra “jazz” en éste momento”, ha declarado el susodicho, “pero tengo que buscar mi propia definición con las personas que están a mi alrededor”.

El mismo día del concierto, K.W. asistió a la tradicional roda de samba en la Pedra do Sal y participó en una jam session con el panista João Donato. Se lo pasó en grande, Kamasi Washington en Rio de Janeiro.

Chema García Martínez

(publicado en El País-Brasil, el domingo 9 de abril de 2017)

domingo, 9 de abril de 2017


HOY EN EL PAÍS-BRASIL

Foto: JMGM

Kamasi Washington arrebata o jazz do marasmo no Rio de Janeiro

Teriam sido necessários 5 Theatros Municipais para dar conta da procura por entradas

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jueves, 6 de abril de 2017


Chet

En torno a “Born to be blue”


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