miércoles, 13 de mayo de 2009

Ron Carter: “Miles Davis forma parte de mi historia”



Ron Carter, miembro del legendario quinteto del trompetista Miles Davis entre los años 1963 y 1968, abrirá hoy, martes, el primer ciclo dedicado a la música de jazz en la historia del Teatro Real madrileño bajo el título “Jazz en el Barrio Latino de París”. En días sucesivos, pasarán por el mismo escenario el cuarteto de Gary Burton y Richard Galliano y la cantante Dee Dee Bridgewater (domingo 26); el guitarrista John McLaughlin con “Shakti” (2 de abril), y Paquito d´Rivera con Chano Domínguez (5 de Abril).

Ron Carter es hombre de hablar pausado y rotundo. Su figura enjuta, casi quijotesca, como sacada de un cuadro de El Greco, no delata los casi 69 años de edad que figuran en su pasaporte. La verdad es que me encuentro estupendamente, reconoce Ron Carter. La legendaria voracidad musical del jazzista nacido en Michigan le ha llevado a tocar todos los palos, desde el jazz “straight ahead” a la “avant garde”, la música brasileña y el rock. Pero, sobre todo, el nombre de Ron Carter se asocia al del fallecido Miles Davis, quien fue su mentor y su maestro. De sus años junto al más grande músico de jazz de la historia le queda un recuerdo muy vivo –con Miles solo había un mandamiento: tocar a tope todas las noches-. Eso sí: el discípulo no parece demasiado dispuesto a perder su tiempo buscando al nuevo “Mesías”. ¿Por qué ha de haber siempre una “Gran Voz” conduciendo al “rebaño”: “músicos de jazz, diríjanse al pasillo nº 2”?. Para algunos puede que ese sea el camino más fácil, para mí, desde luego, no lo es. En mi opinión, lo que ocurre en este momento es que no hay una, sino muchas “grandes voces” circulando por los circuitos del jazz. Estoy yo mismo y Herbie Hancock y Wayne Shorter… lo que ha cambiado es el método. Ahora, no creamos sobre el vacío, por así decirlo, sino que primero examinamos cual ha sido nuestra respectiva contribución a la historia de la música y, a partir de ahí, buscamos una posible nueva dirección. Lo que está claro es que los días de la “Gran Única Voz” son cosa del pasado. Sirvieron a su propósito permitiéndonos acceder a los demás a un importante caudal de información, y ya está. El contrabajista que, en su concierto de hoy, martes, estará acompañado por el guitarrista Rusell Malone y el pianista Jacky Terrason, excluye al trompetista Wynton Marsalis entre esas “grandes nuevas voces del jazz”. Es una voz, incluso podría decirse que es una voz de cierta importancia, pero no es una “Gran Voz”.

Comparada con la música que practican sus antiguos colegas en el quinteto de Miles, la de Ron Carter destaca por su carácter más conservador: es cierto que mi concepto de la música es muy diferente al de Wayne (Shorter). Él es un experimentador nato, a mí me gusta que las melodías suenen claras; trabajar sobre una forma precisa, que se pueda reconocer lo que tocamos. ¿Revisionismo musical o una vuelta a los orígenes del “bebop”?. Ni una cosa ni otra. En ningún momento pretendo reproducir lo que ya es historia, pero tampoco la eludo. Si alguna vez toco algo de Miles, podría decirse que es porque su música forma parte de mi historia y uno no puede destruir su propia historia. Digamos que lo interesante es ver cómo se hace uso de esa historia personal de cada uno.

Aupado al pedestal de los “intocables”, Carter se muestra muy crítico con la política de las discográficas respecto a la música de jazz: la industria se ha centrado en las reediciones, lo que no es malo de suyo, pero no aporta nada nuevo. Uno se encuentra con todas esas reediciones repletas de no demasiado buenas “tomas alternativas” y eso está muy bien para los historiadores. Lo malo es que esos discos ocupan el lugar que debiera corresponder a los discos nuevos. Ahora, por ej, tenemos todo lo que grabamos con Miles en Antibes, Berlín, etc. Bien, ¿y qué?. Al final, todo se reduce a una cuestión de dinero. Lo conocido vende; lo nuevo, no es seguro. Ante esto, lo único que podemos hacer los músicos es realizar nuestro trabajo lo mejor que podemos y esperar a que alguien le guste. Sinceramente, me importa muy poco si lo que yo hago funciona comercialmente o no.

El hecho de que algunos contrabajistas-directores de orquesta recurran a toda suerte de artimañas para llamar la atención, tampoco parece quitarle el sueño al hierático contrabajista. Podría hacerlo. Podría golpear las cuerdas con el trasero o hablar y tocar al mismo tiempo o, mejor, podría dejar el contrabajo en el suelo y pronunciar un discurso altisonante; pero estaremos de acuerdo en que ese es un modo demasiado fácil de llamar la atención. Yo todo lo que yo hago es tocar el bajo y eso ya es bastante, ¿no le parece?.

(versión íntegra del artículo publicado en El País 21 marzo 2006)

2 comentarios:

  1. Me parece una postura honesta e íntegra, y me cuadra con el músico y la persona de Ron Carter: mucho, pero que mucho oficio.

    Un abrazo, Chema

    ResponderEliminar
  2. Bueno, Carter es un tipo peculiar aunque a veces me da la impresión de que su música corre detrás de sus ideas, no sé si me explico. Hay muchas anécdotas en torno a él, Miguel Ángel Chastang me contó unas cuantas (él fue alumno suyo). Otro abrazo a tí

    ResponderEliminar