jueves, 8 de octubre de 2009

La Macanita: para comérsela



Qué quieren que les diga. A mí estas cosas me fascinan. Véala el lector, La Macanita, tan pequeña que uno diría recién destetada y ese tronío, y esa forma de torcer el gesto, el cómo se coge la falda, su mirada, su llevar el compás, que así no hay modo; y esa voz que se quiebra donde debe quebrarse, y cómo podía saber esas cosas la puñetera, a su edad.

Este video que trae Joaquín López Bustamante (*) a “Jazz y Otras Hierbas” lo tengo visto en el capítulo que “Rito y Geografía del Cante” (TVE) dedicó a los niños cantores, género temible que, fuera del jazz, ha dado a Shirley Temple y a Joselito, entre otras monstruosidades. Servidor lo fue, niño cantor, siendo miembro de la Escolanía de Nuestra Señora del Recuerdo, aunque mucho me temo que ni de lejos hubiera podido competir con la gitanilla de marras, ya me hubiera gustado.

La cosa es que el jazz también ha tenido sus “macanitas”, esos limpiabotas preadolescentes a los que vemos en las películas añosas dando lustro a los cueros con un ritmo que ni se diga; el mismo Louis Armstrong fue un niño prodigio, en sus tiempos de joven músico-delincuente recorriendo las calles de Nueva Orleans. En estos tiempos del jazz tecnificado, uno tiene visto a Birelli Lagrene, gitano él, en el Festival de Jazz del Mar del Norte, año de 1985, trepando por una guitarra tamaño el doble que su persona, oculto tras la misma, su manita asomando de cualquier modo para llegarse a las cuerdas. Y, como él, otros, no muchos: Emily Haddad, mini-cantante poco mayor que la Macanita cuando se vino a cantar al Festival de Jazz de Vitoria (1990); o Félix Rossy, trompetista adolescente al que puede escucharse arrimando el ascua de su instrumento a la sardina paterna, dícese por el muy ilustre Jorge Rossy. Son artistas por naturaleza. Lo suyo, lo han heredado de sus padres.

Y si la pequeña Haddad, hija de músico, ha desparecido del mapa, no ocurre lo mismo con Lagrene ni con la niña Macanita convertida en la “señá” Tomasa Guerrero, quien sigue ahí, a pie de tablao, y con disco nuevo: “Solo por eso” (Nuevos Medios), producido por Ricardo Pachón. A uno, que no es entendido en la materia flamenca, ni pretende serlo, este disco le gusta a rabiar. Será porque el flamenco de La Macanita le sabe a antiguo, que no a rancio; o porque encuentra en su voz ecos de otros tiempos, y un “savoir-faire” (permítaseme la expresión tan poco flamenca) que no halla en la expresión de la mayoría de las cantaoras, ni de los cantaores, en ejercicio. Y es que, la que tuvo…


(*) Joaquín López Bustamante, “Ximo” para los amigos, es director de la muy recomendable publicación “Cuadernos Gitanos”. Para más información, puede visitarse la Web del Instituto de Cultura Gitana http://www.institutoculturagitana.es/


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