jueves, 26 de noviembre de 2009

Bugge Wesseltoft: "Jazz protesta"


Es uno de los exponentes del future jazz, un territorio en el que confluyen los aficionados al jazz avanzado con los que prefieren los ritmos electrónicos de la pista de baile. Pero el noruego Bugge Wesseltoft, líder del exquisito sello Jazzland, ofrece ahora IM, un nuevo disco intimista, solo al piano, en el que lanza también un mensaje antibelicista.

Escenario: una típica e impersonal habitación de hotel en el centro de Madrid. Bugge (pronunciado Bugui) Wesseltoft espera al entrevistador sentado delante de un extraño híbrido, mitad piano eléctrico, mitad ordenador portátil de última generación. El fundador y máximo responsable del sello Jazzland, santo y seña de los freaks adictos al future jazz de los cinco continentes, presenta nuevo disco. IM es un punto y aparte en la carrera del compositor, pianista y productor noruego; un remanso de serenidad al margen de las convenciones de la free improvisation y el nu jazz. Un piano de cola, algunos discretos efectos electrónicos y el talento como improvisador que se le reconoce a Jens Christian Bugge Wesseltoft, eso es todo... además de unos intrigantes textos interiores de marcado tono antibelicista.


PREGUNTA. Con ese texto, IM podría pasar por el primer disco de jazz protesta de la historia.

RESPUESTA. Tanto como eso..., en realidad, el álbum tiene 10 piezas y sólo hay una que para mí tiene una significación política, WY, que es como why (por qué, en inglés) sin la hache. Ese tema es mi respuesta al tiempo que paso sentado ante el televisor yendo de un lugar a otro y de una guerra a otra. Aterra pensar en tantos lugares en guerra en este momento: Irak, Chechenia, Birmania, Palestina..., no puedo evitar compadecerme de la población civil en su lucha por sobrevivir; pero lo que más me llama la atención es que siempre es la misma historia, con unos pocos que tratan de acaparar el poder y una mayoría que sufre la tragedia por su culpa. Como padre de familia todo esto me deja un sentimiento muy amargo. Trato de ponerme en la situación de los que sufren. Es algo sobre lo que pienso muy a menudo así que simplemente quería comentarlo en mi disco.

P. La próxima semana va a visitar Sarajevo y qué mejor sitio para probar la eficacia de su mensaje.

R. Volvemos a lo mismo. Todo lo que ha ocurrido en la antigua Yugoslavia es una locura. Conozco bien el país, he tocado muchas veces en Belgrado y es una ciudad que me encanta. Pero la historia ha dejado su marca. Gente distinta ha estado conviviendo por cientos de años y de repente unos pocos quieren más poder y abren fuego..., la conclusión es que ahora los serbios no pueden ir a Sarajevo porque no son bienvenidos, es estúpido. Y, por supuesto, el 90% de los serbios estaba contra la guerra, hasta que algún idiota forzó las cosas y provocó la guerra.

P. Yendo al contenido, IM es un disco muy distinto a los suyos anteriores.

R. Después de tocar durante diez años en grupo sentía la necesidad de hacer algo más tranquilo y no tan centrado en los ritmos. Eso coincidió con que hace tres años pude comprarme un piano Steinway Gran Cola que no es como el de Keith Jarrett, claro, pero tampoco está mal. Desde entonces paso todo el tiempo que puedo con él, me encanta su sonido, sentarme, tocarlo..., para mí, nada más lógico en este momento que grabar un disco de solo piano con MI piano.

P. En realidad es un disco de piano solo a medias...

R. Ocho de las piezas son en solo. Hay una en la que canta Mari Boine y un par más en las que hay un poco de percusión, y eso es todo. Lo importante es que el disco en su conjunto gira alrededor del piano en diferentes formas. A veces toco dentro del piano, puedo modificar el sonido del instrumento, pero todo lo hago como si fuera un concierto en directo.

P. Los críticos no tardarán en sacarle parecido con otros pianistas.

R. Básicamente me inspiro en la tradición del jazz. Bill Evans, por supuesto, es un punto de referencia inevitable pero también me tira mucho la música contemporánea y el folclore. En realidad, utilizo muchas pistas diferentes. Puede decirse que mi trabajo consiste en reunirlas todas y conseguir algo que resulte personal. Pero es una tarea que hago de una forma espontánea y no premeditada.

P. La música de IM es muy visual. Da la impresión de que cada pieza está asociada a una cierta imagen.

R. Estoy totalmente de acuerdo. Para mí, la música tiene mucho que ver con las impresiones. Mis composiciones son muy básicas, parto de un elemento simple e improviso en torno a él hasta llegar a algo que, con suerte, pueda resultar agradable al oído. Es un proceso que comienza por situarme en un cierto estado de ánimo; me siento ante el piano y comienzo por algo tranquilo, me concentro en ello y trato de construir algo nuevo dentro de ese espíritu de quietud. Trato de moverme por niveles distintos según la pieza, algunas son más energéticas y otras más ambient. Insisto en que todo el disco es totalmente improvisado en el sentido de que no hubo un trabajo previo de composición ni nada parecido.

P. ¿Diría que es un disco minimalista?

R. Diría que es un disco sencillo, básicamente, porque me encanta el sonido del piano. No es un disco de técnica pianística. Es un acto de amor con el instrumento, con MI instrumento.

P. En algún sentido, IM parece el producto de alguien que está pasando por un trance difícil.

R. No es el primero que me lo dice pero, de nuevo, no es algo que haya buscado a propósito. También es verdad que la grabación coincidió con una época de problemas privados que me tuvo medio depre, pero no fue intencionado. Supongo que uno no puede evitar sentirse afectado en lo que hace por el estado de ánimo.

P. Su trabajo al frente del sello Jazzland ha llevado al jazz noruego incluso a nuestro país, que ya es decir.

R. El jazz noruego siempre ha existido, gracias sobre todo a Jan Garbarek y Jon Christensen. Ellos son los padrinos del jazz en mi país, los que empezaron a finales de los sesenta y sembraron la semilla. Todo este tiempo ha existido un ambiente de jazz extraordinario en Oslo y han ido surgiendo nuevas generaciones con nuevas ideas. Pero también es cierto que Oslo está muy lejos del centro de Europa. Y, claro, en Noruega somos apenas cuatro millones de personas y así es muy difícil ganarse la vida tocando jazz. Eso es lo que intentamos con Jazzland: salir y ampliar mercado.

P. Lo que nos lleva a la gran cuestión: ¿por qué en el sur de Europa nos gusta tanto el jazz noruego?

R. Pues no tengo ni idea. Pienso que si hay alguien que aparece de repente y presenta algo que suena diferente, aunque sólo sea un poco, inevitablemente se le va a prestar atención. Imagínese que yo, en lugar de este disco, hubiera grabado un repertorio de bebop, seguro que nadie me habría prestado la menor atención, y es lógico. Es una música que se ha interpretado tantísimas veces y de una forma tan absolutamente extraordinaria... O si se me hubiera ocurrido grabar Country & Western, a lo mejor hubiera resultado un disco estupendo, incluso una obra maestra, pero, ¿tendría algún sentido? En Noruega se nos ha enseñado a crear nuestra propia música a través del ejemplo de Garbarek y Christensen. Ésa es la verdadera esencia: "Usa tus propias fuentes".

P. ¿El hecho de que Jazzland siga siendo un sello noruego casi al ciento por ciento significa que no están interesados en nadie que no sean sus compatriotas?

R. A veces me he planteado la conveniencia de grabar a más artistas de fuera de Noruega pero, más que nada, es un problema logístico. Como no tenemos capacidad para editar tanta cantidad de música, prefiero centrarme en lo que tengo en mi alrededor. De todos modos, editamos discos de alguien como Dhafer Youssef (laudista tunecino) y espero que no sea el único. -


IM está editado por Jazzland/Universal.

(publicado en El País 17/11/2007)

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