Corderuelos, corderitos
La visita a Tréveris (Trier, en alemán), coincide con los
actos de celebración ecuménica que acompañan a la exhibición de la Túnica Sagrada de Jesucristo,
conservada en la catedral de San Pedro de la dicha urbe al abrigo de las
miradas de nadie, no sea vaya a estropearse. Cientos, miles de peregrinos han
viajado hasta la ciudad para admirar la pieza amojamada a la que se ha
revestido de un interior acolchado para su mejor conservación.
Por donde, desde lo alto de este mismo edificio en el que
hoy se exhibe de modo excepcional dicha reliquia, es posible vislumbrar el
ennegrecido tejado de otro edificio de dimensiones más reducidas, alejado
apenas unos metros. En una de sus estancias vio la luz, un 5 de mayo de 1818, quien
un día escribió sobre la religión como “el opio del pueblo”.
A las barricadas, etc.
En tiempos como los actuales, visitar la casa natal de
Carlos Marx, en la localidad alemana de Tréveris (entonces perteneciente a
Prusia), constituye menos un ejercicio de nostalgia como una afirmación de cordura
en medio de la tormenta.
Entre otras reliquias que pudieron sobrevivir a la barbarie
nazi, se conserva la navaja dedicada que Engels regaló al dueño de la casa no
muy diferente a las fabricadas en Albacete que han dado justa fama a aquella
tierra. Uno se pregunta para qué demonios podría querer un burgués gentilhombre
cual era Marx un utensilio de semejantes características.
El padre del socialismo llegó al puesto de copresidente el “Club
de la Taberna
de Tréveris” por méritos propios. Fue un pésimo estudiante de Derecho y un
excelente catador de los célebres vinos de la región a cuya producción estuvo
ligado por motivos familiares. Hoy, millones de amantes del buen vino en todo
el mundo levantan una copa a su salud.
En el interior del museo, Marx reaparece convertido en imán
para la nevera y busto de escayola de un irresistible color rojo incandescente.
De Marx a Marilyn: la historia los separó y Andy Warhol los reunió. Unos metros
más allá del museo, frente al mismo, se alza el único club de jazz de la ciudad
(en realidad, un “pub” con sesiones regulares de jazz). Uno de los primeros
actos simbólicos de las tropas nazis en Tréveris tras tomar el poder, consistió
en la ocupación de la casa de Marx a la que sucedió la quema de cuantos objetos
hallaron en su interior. A los nazis no les gustaba el jazz, ni Marx, y no permitieron
que nadie escuchara jazz ni leyera a Marx, en su caso, por rojo y por judío.
Edición de "El Capital" conservada en la Casa-Museo de Karl Marx
Marx murió de un gripazo en Londres en 1883. En esos mismos
años (+-), Simon (Samuel) Marx, nacido en las proximidades de Tréveris y, como aquel, de origen judío, hacía
sus maletas con dirección a los Estados Unidos. Casado con Miene (Minnie)
Schoenberg, en 1887 alumbraron a su primer hijo, Leonard, conocido como
“Chico”, principiador de una eximia dinastía de artistas que daría gloria y
esplendor al siglo venidero.
El "Rock Católico" toma las calles de Tréveris
Hoy, en las calles de Tréveris tiene lugar un festival de
rock católico, que se distingue del otro porque sus autores no dicen palabrotas.
Católicos apostólicos y romanos junto a judíos, ortodoxos y demás miembros de
los distintos credos se arremolinan frente a la urna con forma de barca que guarda
la tela que albergó el cuerpo de Cristo. Allá donde la barbarie nacionalsocialista
pregonó el odio a los distintos, hoy se promociona el Islam como parte esencial
de la identidad nacional alemana, a través de la consiguiente campaña
institucional.
Michael Wollny: “si el Islam forma parte de Alemania, el
jazz todavía lo es más”.
Chema García Martínez
(fotos del autor excepto 1 y 4)
Dedicado a mi hija Sara, a la que aspiro a parecerme cuando sea mayor
Dedicado a mi hija Sara, a la que aspiro a parecerme cuando sea mayor
Imán para la nevera... toda revolución o ideología discordante no deja de ser una expulsión gaseosa del sistema (o sea, de nuestro cuerpo social).
ResponderEliminar¿Habrá reseña del festival rock o sucumbiste la pub con jazz?
Salud, Carlos.
Pues gaseosa, no sé, pero chocolate con la efigie de Marx sí había. Lo confieso: no pude resistirme y compré una onza de un color rojo-internacional socialista que da gusto.
ResponderEliminarY no, me temo que no habrá reseña ni de lo uno ni de lo otro. Mi visita a Tréveris fue más bien testimonial, simbólica y afectiva, lo que no me dejó tiempo para nada que no fuera testimoniar, simbolizar y repartir/recibir afectos.
Eso sí, puedo prometer y prometo crónica de mi subsiguiente visita a Bremen por el Jazzahead además de una foto del chocolate marxista, aunque con tranquilidad teniendo en cuenta que mañana vuelvo a echarme a la carretera acompañando a Fly. Si te pasas por Bilbao a verles el jueves (Bilbaina), ahí estaré.
By the way: espero que se me entienda cuando hablo de Chico Marx como principiador de una dinastía de artistas. Me estoy refiriendo a los inmortales Hermanos Marx, obviamente.
ResponderEliminar¡Oh! ¡¡Esa onza!! Espero ansioso.
ResponderEliminarOjalá pudiera acercarme. Me temo que mis obligaciones sopladoras me impedirán esta escapada al epicentro de la humanidad. Si os pilla de camino siempre puedo acogeros. Acepto acústicos domésticos.