Encuentro en la cumbre: Joseph Siankope & T. J. Jazz
Foto: Ángel Presa
Un festival de jazz ha nacido
En días de penuria económica
y moral, peor la segunda que la primera, surgen las iniciativas que devuelven
nuestra fe en un futuro no necesariamente negro para la Humanidad. Que si
alguien sigue programando jazz, es porque le gusta y porque le da la gana, y no
por el dinero que vaya a sacar del asunto, en cuyo caso se dedicaría a
cualquier otra cosa; jefe de gobierno, o banquero, o presidente de club de
futbol, por ejemplo.
En días como estos, digo,
hemos conocido que la muchachada del Johnny –versus colegio mayor San Juan Evangelista- han restablecido
los vínculos mercantiles precisos que van a permitir la vuelta del Festival de
Jazz colegial para el mes de noviembre. Ya hay un primer concierto programado:
Michel Camilo y Tomatito, el 4 de noviembre, en el Auditorio Nacional, aunque
organizado por el San Juan.
Lo mismo, por lo que toca al
neonato festival “Jazz en la Besteiro ”,
refiriéndose a la Escuela Julián
Besteiro que el sindicato UGT posee en el madrileño Parque de las Avenidas, de
cuya existencia (la del festival) ha podido saber el lector de este blog por
haber sido anunciada su celebración en fecha y hora. Una iniciativa singular
por muchos conceptos: el lugar donde se celebra –que, es de esperar, reciba
otros actos de singular relevancia jazzística-, su carácter divulgativo –algo
que los restantes festivales desatienden- y un hecho nada desdeñable: su
gratuidad. Añádase a todo ello que “Jazz en la Besteiro ” recupera el
capítulo de las conocidas como “actividades paralelas” de carácter cultural
que, antaño, solían adornar las programaciones de los festivales de jazz, Aquí,
se trató de la exposición que protagonizaron tres estupendos fotógrafos: Leo
Cobo, Israel Ortíz de Zárate y Javier Nombela, felizmente recuperado tras larga
enfermedad.
Entre otras cosas, esta
primera edición de “Jazz en la
Besteiro ” ha sido testigo del “encuentro en la cumbre” entre
2 ilustres heterodoxos de nuestra música que han hecho de nuestra ciudad su
morada, los muy notables T.J. Jazz y Joseph Siankope, después de protagonizar
cada uno su respectivo espectáculo, los días 12 de abril el segundo, y 26 del
mismo mes, la primera. Entremedias se proyectó “Mi vida sexual”, en torno a la
obra y figura de Paquito d´Rivera. Un documental que sólo había podido verse en
Madrid en una única ocasión, a la que ahora hay que añadir la que se cuenta.
Mis obligaciones
profesionales me impidieron acudir a ninguna de las sesiones. Por cuanto sé y
me han dicho, en las 3 se colgó el “no hay billetes”, valga el eufemismo
teniendo en cuenta que no se cobró entrada alguna. Sea como fuere, la cosa
tiene su mérito, teniendo en cuenta que los organizadores no contaron con apoyo
publicitario de tipo alguno. Ahora sólo queda esperar que el asunto se repita a
no mucho tardar.
Dicho queda.
Chema García Martínez
Aunque sea en Madrid, y no pueda disfrutarlo, me alegro de los brotes verdes jazzísticos.
ResponderEliminarY es importante saber que hay cosas que son accesibles a todos los públicos. El arte no ha de ser jamás monopolio de los que pueden permitírselo. Yo no sé en España, pero en Nueva York una noche de jazz te sale bastante cara.
ResponderEliminarEs importante que el arte no sea un monopolio y que sea accesible a todos los públicos. Yo no sé en España, pero en Nueva York una noche de jazz te sale bastante cara.
ResponderEliminarMe encanta lo de los "brotes verdes" jazzísticos. En cuanto a lo que dices, Cosmopolitana, tienes toda la razón. La noche jazzística en Nueva York no sólo es cara sino que, muchas veces, obtienes por tu dinero mucho menos de lo que has pagado. La mitad de los clubes son tugurios de ínfima categoría, pagar una pasta por ver 1 set y luego te echan de mala manera, los camareros (donde los hay) te pasan por delante las veces que haga falta, etc. Yo he visto a grandísimos músicos en NY tocando pianos absolutamente infumables. Eso, por no hablar de lo que les pagan: una miseria (con muy pocas excepciones). Y luego se preguntan por qué los músicos tienen que viajar a Europa.
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