miércoles, 14 de noviembre de 2012


Avenida Kraljevica, segunda, a la derecha

Belgrado 2012: recuerdos confusos-difusos-cafusos de un festival de jazz.



El viajero se halla perplejo y desorientado. Si no ha pagado el ticket al subir al autobús no ha sido por no haberlo pretendido, sino por pereza, o, más precisamente, porque no sabía cómo hacerlo. “Ya habrá quien venga en mi ayuda”, pensó inocente. “Los letreros están en cirílico, y el conductor, y todos los demás, todos están en cirílico”, trata de explicarle al revisor y a su muñón. “Somos personas civilizadas”, añade en tono pretendidamente convincente. “Yo trato de ir a la Avda. Kraljevica, ¿sabe Vd.?”. El revisor le señala con su muñón dónde está la salida. “Está Vd. en un apuro”, farfulla en algo parecido a inglés. Ya en la acera, el viajero asiste doblemente perplejo y desorientado al cónclave de revisores, quien parece inclinarse por condonarle la deuda que ha contraído sin saberlo con la Nación Serbia, quien pone en duda de su inocencia, y el del muñón, que acaba imponiendo su criterio inapelable. 1500 dinares de multa. Una pasta.

Belgrado es fría y gris-beis, soviética y provinciana, como todas las ciudades, menos Madrid; es acogedora cuando le da la gana, y tiene a un revisor con muñón para quien el reglamento es el reglamento, y un festival de jazz de cuando Tito en el que han tocado Duke Ellington y Miles Davis y que resulta ser uno de los más ancianos de toda Europa. En el Beogradski Jazz Festival hay una programación con criterio, y un público que acude a los conciertos, y los músicos cobran por su trabajo.


De mi cuaderno de notas

Ambrose Akinmusire

Suponiendo que el artista sea un ser humano, y dando por sentado que el músico de jazz es un artista, a éste (el artista eventualmente músico de jazz) le asiste el derecho de planificar su actuación como le dé la gana dependiendo de su estado de ánimo, y aquí paz, y después gloria. Ante eso, al crítico sólo cabe callar y otorgar. / Ambrose Akinmusire tenía el día melancólico por el motivo que fuera, y así fue su concierto: melancólico. Hermoso y melancólico pero, sobre todo, melancólico. Un hermoso concierto en tono menor. Nada que objetar, salvo que este no es el tipo de música que uno ansia escuchar con vehemencia a estas horas de la noche. A little too much under control, si se me permite decirlo. / A diferencia de Monk, Ambrose toca bien del modo correcto. A diferencia de Monk, escoge el camino más largo para llegar a un punto.


Mostly Other People do the Killing

Jon Irabagon, saxofonista de MOPDTK
Hay un jazz que deslumbra, y un jazz que alumbra. Cuando el jazz alumbra y deslumbra al mismo tiempo se llama “Mostly Other People do the Killing”. / MOPDTK parecen un grupo pop y actúan como un grupo pop, pero no se lleven a engaño: en realidad, son un grupo pop. Sólo que tocan free jazz. / Combinaciones sonoras inéditas. MOPDTK se pitorrean respetuosamente de la historia del jazz en las portadas de sus discos y en su música, luego le dedican un tema a “Dexter, Wayne y Mobley”.


Ana Sofrenovic

Para que una melodía pueda cantarse en clave de jazz debe reunir determinadas características. Es por eso que unas canciones funcionan y otras no. Ana Sofrenovic canta cosas que otras no cantan por impotencia, miedo, o porque no les da la gana. Es una cantante de las llamadas “teatrales”, porque actúan tanto como cantan. En realidad, todas las cantantes actúan en una u otra medida. Todas mienten. Por eso, los pianistas odian a las cantantes, aunque se casen con ellas. / En el cartel, Sofrenovic figura como “estrella invitada” de la “Balkan Salsa Band” del saxofonista Jovan Maljokovic. Cualquier parecido con la salsa cubano-neoyorquina es pura coincidencia. / Sofrenovic es una “cantactriz” notable, y un bellezón, aunque de lejos no lo parece. Lo canta/actúa todo, a Édith Piaf/Jacques Brel y a Billie Holiday/Jevetta Steele ("Calling you"), cada cosa en su propio idioma. Si algún día acuden a escucharla, pidan una butaca próxima al escenario.


Das Kapital

Karl Marx publicó el primer volumen de “El Capital” en 1867 (véase entrada correspondiente a K. Marx en este blog). La Original Dixieland Jass-Jazz Band grabó el primer disco de jazz de la historia en febrero de 1917. Daniel Erdmann, Hasse Poulsen y Edward Perraud fundaron “Das Kapital” en 2022 con el muy noble propósito de tocarle los bajos a los críticos y al público de jazz.. Su música es insolente y ruidosa, divertida y bestia. Si quieren saber más de ellos, escuchen su disco de versiones del cancionero navideño, tan a propósito para las (siniestras) fechas que se avecinan.


Miles Smiles

De izqda. a dcha.: Joey DeFrancesco, órgano; Ralphe Armstrong, bajo; Wallace Roney, trompeta; Omar Hakim, batería (tapado); Rick Margitza, saxo tenor; Larry Coryell, guitarra
Se llaman “Miles Smiles”. Después de escucharles, uno, francamente, lo duda.


Postscriptum

Añádase a lo dicho, la novedad del “Blazin' Quartet” (Holanda / Suecia / Bulgaria / Serbia), del que ya se ha hablado en este blog, junto a la confirmación de lo mucho y bueno que son capaces de hacer Dave Douglas y Joe Lovano cuando se juntan con el propósito de hacer música; desde nuestro país, y promovidos por el Instituto Cervantes, el Comando de la Clave sin Jerry González, que no pudo viajar a Belgrado por problemas burocráticos; y, desde Polonia, la muy estimulante pareja Mikołaj Trzaska (saxos) - Rafał Mazur (guitarra bajo).

Laku noć!

Chema García Martínez

Fotos: Tim Dickeson (con permiso del autor), excepto primera y última (Chema García Martínez) y “Das Kapital” (archivo).

4 comentarios:

  1. Estupendos comentarios... sabrosos y entretenidos.
    Es un placer estetico el leerlos.
    Gracias.

    Saludos jazzeros.

    kuto

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  2. Me encanta lo del "placer estético".
    Saludos jazzeros para ti.

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  3. Gracias, amigo, sobre todo teniendo en cuenta que mi cámara es básicamente una mierda, con perdón.

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