Una vez vino a mi casa Ornette Coleman, con Paco del Gastor, y quiso que fuera en su gira mundial, pero yo no le meto un saxo a una seguiriya.
(El Cabrero http://www.diariodesevilla.es)
Los hechos
La polémica llegó al Festival de Jazz de Barcelona con la "Arkestra"nde Sun Ra y las sucesivas ausencia (1967) y presencia (1973) de Miles Davis. Si en su primera visita a Barcelona se negó a tocar sin rendir explicaión alguna, sí lo hizo en la segunda: "poco y a disgusto, pero tocó" (Paco Montes, Apuntes Universitarios, noviembre de 1973).
En el año 1967, la organización del festival emitió una nota en la que se decía lo siguiente: "Miles Davis no podrá actuar hoy en el Palacio de la Música. Llegado a Barcelona el pasado día 9, Miles Davis percibió por adelantado el "cachet" contratado por su actuación. Con el dinero en su poder se ha ausentado de nuestra ciudad, ignorándose su exacto paradero y habiendo abandonado aquí el resto de su grupo, sin explicacion alguna ni a ellos ni a la organización".
Al cabo de los años, el protagonista de la "espantá" descargó responsabilidades en su "manager" de entonces, cuyos incumplimientos contractuales, dijo, le obligaron a proceder de semejante modo.
(José María García Martínez, "Del Fox-trot al Jazz Flamenco. El Jazz en España 1919-1996". Alianza Editorial. Madrid, 1996)
George Wein al habla
He tenido una buena relación con todos los músicos con los que he trabajado, incluso con Miles. Una vez me dijo: “eres un auténtico hijo de puta, pero también eres el mejor”. Sin embargo, fue con él con quien tuve el mayor encontronazo de mi carrera. Fue en 1967, era un viernes, él estaba en Barcelona, yo en París. De repente, me llama para decirme que bajo ningún concepto iba a dar dos conciertos en un mismo día a no ser que recibiera más dinero. Le contesté que no había más dinero, “firmaste el contrato para tocar 2 “shows”, Miles”; pero con Miles no podías discutir. “No voy a hacer 2 shows sino no recibo más dinero”. Además, en esa época estaba muy enamorado de Cecily Tyson y se sentía muy solo cada vez que estaba en la carretera. Pero sobre todo es que, si decía que no iba a tocar, no había modo de convencerlo: "No tengo una pistola para ponértela en la cabeza, así que dile a Charlie, mi “road manager”, que te dé un billete de avión y te vuelves". Y eso fue lo que hizo. Y se formó el gran escándalo, lógico. Sin embargo, casi nadie sabe lo que realmente ocurrió. Yo me había reunido con él en París el jueves y habíamos hecho balance de la gira y yo le pagué con un cheque, pero Miles lo que quería era el dinero contante y sonante. Ese fue el verdadero problema. Que Miles opinaba que no había sido pagado y lo único que tenía era un trozo de papel y él lo que quería es el dinero en efectivo. Entonces recibí su llamada desde Barcelona el viernes por la noche y al día siguiente estaba regresando a Nueva York desde París. Y entonces ocurrió. Mi mujer y yo estábamos todavía en el aeropuerto cuando vimos que estaba llegando un vuelo desde Barcelona y nos asomamos a ver quien salía del avión –en esos días se podía- y vimos a Miles bajando tranquilamente por la escalerilla. Aquello me tocó el alma: “será hijo de puta, ¡la madre que le parió!”. Así que ese mismo lunes por la mañana fui al banco y di la orden de no pagar el cheque. Miles me llamó el miércoles indignado: "¿por qué has dado la orden de que no me paguen?". "Porque no tocaste", le contesté. Dijo: "Que te jodan", y colgó. No volví a tener un problema con Miles.
Fue un gran escándalo y lo sentí por los promotores españoles. Pero si permites que un músico te maneje diciéndote que quiere más dinero o no toca estás acabado como promotor. Era una cuestión de elegir entre herir a los promotores españoles o asesinar mi carrera. Tenía que tomar una decisión, y la tomé. Sabía que ellos (los promotores) tendrían la posibilidad de recuperarse, pero yo no. Una vez que ellos (los músicos) saben que pueden presionarte, estás acabado. Sé que perdieron dinero y que fue un escándalo y eso me hizo sentir muy mal, de hecho, traté de resarcirlos, porque me sentía en deuda con ellos. Y lo debí hacer bien porque todavía mantengo muy buenas relaciones con ellos.
George Wein en conversación con el autor, Nueva York, marzo 2007. Publicado parcialmente en “El hombre que hizo volar el jazz”. Chema García Martínez (El País, Babelia, 22-03-08)
Crónica del "no-concierto"
La fuga fraudulenta de Miles Davis produjo un final inesperado. Para que nada faltara en el II Festival Internacional de Jazz de Barcelona se hubo de producir la inexplicable desaparición de Miles Davis, horas antes de su primer concierto, después de haber llegado con unos días de antelación a Barcelona albergando el propósito de «ambientarse» de España y del festival barcelonés. Miles Davis percibió por anticipado ei importe correspondiente a su actuación, dejó a cargo de la organización del Festival la cuenta de varias compras importantes que efectuó en diversos establecimientos comerciales de la ciudad, y tomó repentinamente el avión de Nueva York dejando abandonados sin explicación ninguna en el hotel barcelonés a los cuatro restantes miembros de su quinteto y a su representante, sumidos en la más oscura perplejidad. Y así, el Festival Internacional de Jazz de Barcelona tuvo un final inesperado. Actuó, como estaba previsto, el cuarteto de Rolf y Joachim Kühn, en la primera parte y la segunda fue cubierta por los cuatro miembros del decapitado quinteto de Miles Davis (a quienes hubo que «volver» a pagar por su actuación), y se dio al final una «jam-sessión» improvisada, para la que se prestaron desinteresadamente los excelentes solistas Natham Davis, Pony Poindexter, Dusko Goykovich, Bent Jaedig, Tete Montoliu, Milán Pilar y Matada, todos los cuales quisieron ofrecer una muestra de solidaridad con el festival y con el defraudado público de Barcelona ante los muy numerosos espectadores que decidieron dar una lección a Miles Davis tomando sus localidades normalmente a pesar de la información de su huida. Estos músicos fueron muy calurosamente aplaudidos.
El cuarteto de los hermanos Kühn (Rolf, clarinete, Joachim, piano, Bab Guenin, contrabajo y Aldo Romano, batería) practica una música especial de muy difícil catalogación. Como jazz cabría situarlo en la estética de vanguardia pero es que tiene poco de jazz auténtico y como música simple no puede considerarse como vanguardista, ni tan sólo como moderna, por lo menos atendiéndonos a la labor del piano sobre la que reposa el perfil estilístico del grupo. Joachim Kühn es, en efecto, un extraordinario pianista y sus composiciones originales, con ciertos rasgos folklóricos, podrían ser perfectamente audicionadas en un concierto clásico de no contar con la rítmica jazzísitica de contrabajo y batería, sin que, de todas formas, no perderían lo más esencial de su configuración. El clarinetista Rolf Kühn, dominador de su instrumento, refuerza eficazmente el lado expresivo del conjunto y comen a su cargo los pasajes más (relativamente) melódicos del discurso colectivo. No cabe duda que la experiencia que este grupo trata de establecer es en principio interesante desde un punto de vista estrictamente musical, aunque cabe preguntarse hasta qué punto dando paso a una fructificación positiva. De todos modos, en un programa tan variado como el que se dio en este festival, un conjunto afiliado al vanguardismo tuvo su presencia plenamente justificada.
El grupo de Miles Davis quedó reducido a un cuarteto, dirigido al parecer por el contrabajista Ron Cárter, y adquirió sin su «genial» conductor una nueva fisonomía. En efecto, los cuatro músicos que quedaron poseen por sí mismos una gran personalidad y, sin Miles Davis, graban discos de gran éxito por otro sello editor. Especialmente el pianista Harbie Hancock (autor por cierto de toda la música de la película «Blow Up»), es un afamado compositor de perfiles muy personales. Y lo mismo el saxo tenor Wayne Shorter, uno de los jóvenes valores de más valía en todo el firmamento jazzístico actual. Y también Tony Williams, uno de los mejores bateristas del momento, que ha compuesto música original de extraordinaria calidad y que ha ganado premios importantes por los discos grabados como director de conjunto propio. La actuación de estos músicos no fue un mero salir del paso sino que, sin el señor Davis, se libraron a una sesión, de jazz verdaderamente creativa, interpretando música escrita por ellos mismos, y ejecutada plenamente a su gusto, enlazando los temas uno tras otro sin interrupción con un fervor notabilísimo, hasta el punto que tanto en el concierto de la tarde como en el de la noche tuvieron que ser avisados para que dieran fin a su actuación debido a lo avanzado de la hora, puesto que estaban lanzados en el estímulo de su labor de creación y perdieron la noción del tiempo. La defección de Miles Davis fue deplorable pero puede afirmarse que en toda la prolongada gira europea del quinteto (que finalizó ayer en Barcelona), estos cuatro grandes artistas no habían tenido todavía ocasión de disfrutar tan intensamente de «su» música, tal como ellos mismos la sienten y la entienden. Así, el concierto no fue un recital Davis sin Davis sino completamente toda otra cosa inesperada, de un contenido jazzístico y de un interés muy considerables, hasta el punto de que puede decirse que fue la aportación más importante de todo el Festival, tanto por su novedad, como por su valor en jazz estricto.
La jam session final tuvo la configuración típica de estos ejercicios discursivos de una suma de individualidades heterogéneas, pero se llevó a cabo con una fogosidad extraordinaria y todos los solistas, uno tras otro, realizaron solos brillantísimos que caldearon la atmósfera hasta un alto grado de ebullición. El rasgo de estos siete músicos antes mencionados, que se brindaron a dar al Festival su apoyo espontáneo y al público del Palacio de la Música Catalana, una atracción extra como cierta compensación, comprendiendo lo que sentían los espectadores y los promotores del Festival por la defección de Miles Davis, fue una actitud encomiable, premiada con una ovación calurosísima y prolongada.
(Alberto Mallofré. La Vanguardia, 14 noviembre 1967)
FESTIVALES DE OTOÑO. PALACIO DE LA MÚSICA
II FESTIVAL INTERNACIONAL DE JAZZ DE BARCELONA
Bajo el patrocinio del Excmo. Ayuntamiento de Barcelona, Radio Nacional de España y Televisión Española
Mañana domingo 12 noviembre Tarde, 7 Noche, 10.45
ROLF & JOACHIM KUHN (Rnlf Kühn, Joachim Kühn, Bab Guerin, Aldo Romano)
THE MILES DAVIS QUINTET (Miles Davls, Wayne Shorter, Herbie Hancoch, Ron Cárter, Tony Williams)
Localidades en el Palacio de la Música
Junto con el trompetista Don Cherry y el baterista Billy Higgins, Haden formó parte del controvertido cuarteto de Ornette Coleman, un conjunto que conmovió los cimientos de la escena jazzística en los primeros años sesenta. Ornette me enseñó a no pensar en categorías ni en géneros sino en belleza y en crear algo nuevo que no existía antes. Finalizando la década, el contrabajista fundó la Liberation Music Orchestra, agrupación que introdujo al jazz en los terrenos de la agitación política sobre un repertorio que combinaba las canciones de la Guerra Civil española con los himnos pacifistas y las melodías revolucionarias latinoamericanas. Al cabo de los años he vuelto con la “Liberation” porque seguimos viviendo en un mundo donde reina la crueldad, la avaricia y la devastación; un mundo gobernado por mentalidades cerradas a causa de la religión o por el ambiente en el que crecieron o porque no tuvieron una buena educación. El ejemplo perfecto es Bush. Por eso, ahora más que nunca necesitamos de la belleza.
Ahora, el veterano jazzista se halla a la búsqueda de un nuevo público joven. Mi interés se centra en acceder a audiencias cada vez más amplias que no tienen la oportunidad de escuchar ningún otro tipo de música. Es el efecto de la devastación que también afecta a la cultura. Te levantas por la mañana, sales de tu casa y tienes que plantarle cara a los sonidos “techno” que escuchas en el supermercado y que tan son perjudiciales para el cerebro.
Su idea de un jazz descentralizado le ha llevado a tocar a dúo con el guitarrista de fado Carlos Paredes y con el pianista cubano Gonzalo Rubalcaba. Me encantaría tocar con Paco de Lucía pero tengo entendido que es muy difícil. En próximas fechas, el contrabajista viajará a Nashville para grabar un nuevo disco de “country & western” en el que mostrará su faceta menos conocida de cantante (*). Junto a él estará, entre otros, la cantante Alison Krauss. El “country” es la música de mi niñez y es la única aportación cultural que ha dado los Estados Unidos al mundo, junto con el jazz.
Haden se presenta en España con la más clásica de sus formaciones, el “Quartet West”, de cuya fundación se cumple el 20 aniversario. El nombre se lo puso mi mujer. Me acababa de mudar a Los Ángeles después de 20 años viviendo en Nueva York y a mi esposa se le ocurrió que sería una buena idea crear una banda con músicos de la ciudad. Sus acompañantes para la ocasión serán el veterano saxofonista Ernie Watts, el pianista Alan Broadbent y el baterista Rodney Green.
(*) “Rambling boy” editado por Universal
(publicado en El País. 7 de julio 2007)
Algunas perlas “off the record”
En el jazz existe la tentación de quedarse con los estereotipos. Están Louis Armstrong y Charlie Parker o Bud Powell pero también Ornette Coleman y Don Cherry, Ed Blackwell o yo mismo. Mi idea es hacer música hermosa y nueva.
Todas las formas de arte, cuando crean algo nuevo, contribuyen profundamente a mejorar este planeta en el que vivimos.
Contemplando un retrato de su primer nieto, Sammy, de 1 año: todos venimos del mismo lugar y también la belleza procede del mismo lugar. Uno puede ver los árboles y el cielo y es algo hermoso. Tenemos la obligación de salvaguardar la belleza y eso es lo que trato de hacer siempre que toco. Ese es mi propósito.
Acerca de la costumbre de mezclar artistas de distintos estilos musicales en los festivales de jazz: a mí no me importa tocar en el mismo escenario que Elton John, o malo es que los que le van a escuchar no suelen tener ni idea de jazz. Por esta razón, no se debería hablar de festivales de jazz sino simplemente de festivales de música. Haden es amigo personal, el bajista de Red Hot Chili Peppers.
En torno a su primer contacto con el jazz: mis padres me llevaron a un concierto de Jazz at the Philarmonic con Charlie Parker. Después del concierto insistí en ir a los camerinos. Cuando entré estaba todo lleno de humo, los músicos tirados de cualquier manera… y el humo olía de una forma que me resultaba muy rara. Uno de los que estaban allí me preguntó: “¿qué haces aquí?”. Le contesté que quería ser músico de jazz. “¿Y quieres acabar como estos?”, preguntó de nuevo. Yo solo dije: “!sí!”.