lunes, 18 de abril de 2011

LOS 70 DE CIFU


Los 70 de Cifu


Qué ocurrió entre su padre y mi padre

Lo confieso: Cifu forma parte de mi vida, lo que no muy original. En realidad, Cifu forma parte de la vida de muchos en este país, de cuando aquí no llegaban los discos de jazz, o de casi nada. Uno tenía que escuchar a Cifu para saber cómo sonaban Coltrane, o Lee Morgan, o Blakey. Luego que el Cifu es como es, y uno no sólo terminaba sabiendo cómo sonaba Coltrane sino cual era el color de los calcetines que usó en la sesión del 7 de marzo del 53 a las 8.15 p. m. y si había desayunado café con leche y cereales y de qué marca los últimos. Pero él es así, y así queremos que siga siendo.

Cifu acaba de cumplir 70 tacos, lo que, entre otras cosas, significa que servidor también tiene unos cuantos, si no, no podría hablar de lo que habla ni recordar al amigo septuagenario de sus años mozos. Por lo que uno sabe, a sus 70, Cifu ha plantado un árbol, puede que varios, y ha procreado. Lo suyo. Sin embargo, hay algo que no ha hecho: escribir un libro. Dice que escribir no es lo suyo. Otros, con bastantes menos alforjas, lo han hecho.

Recuerdo a Cifu en algunas situaciones pintorescas no necesariamente relacionadas con el jazz, en su etapa televisiva de “maduro interesante” -¡esos jerseys negros de cuello alto!-, o como acompañante de estrellas del sello Movieplay, tiempos aquellos en que uno trabajaba de “corre-ve-y-dile” en un programa radiofónico dedicado a sacar de la cama a los famosos… pero esa es otra historia. Por donde, su padre –el de Cifu- fue profesor del mío en el antiguo caserón de la calle San Bernardo reconvertido en Facultad de Derecho, entre 1933 y 1936. Hace tiempo, Cifu me hizo entrega de un boletín de notas en el que mi progenitor figuraba en lugar destacado entre el alumnado con varios cuerpos de ventaja sobre el segundo. Comparar las notas de mi padre con las que uno pudo obtener en su paso por las aulas, nos adentra en los grandes misterios de la genética…

Uno tiene la impresión de que pasan los tiempos, se suceden las revoluciones en el mundo árabe y los tsunamis en Japón, pero siempre nos quedará Cifu. Y es que le necesitamos. Aunque sólo sea para elegir el Rioja en las comidas.

¡Felicidades, amigo!.

2 comentarios:

  1. Bonita historia!!!!

    Cifu a lo mejor no sabe escribirlo.... pero muchos tendriamos ese libro como oro en paño

    Ezequiel

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  2. Aclaración: Cifu escribe estupendamente, por mucho que se empeñe en decir lo contrario. A ver si entre todos le convencemos... un fuerte abrazo, amigo Ezequiel.

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