Vitoria 2011
Diario de un festival de jazz
Diario de un festival de jazz
Domingo 10 de julio. Constatación: las bomberas, en Vitoria-Gasteiz, gastan vestido ajustado de color negro, zapatos de tacón y boa de plumas al cuello -un atuendo ideal para apagar cualquier fuego- y hasta le cantan a uno “Down by the riverside” si hace falta y hay ocasión para ello. La próxima vez que se me queme el solomillo, llamaré a Begoña Divar.
Lunes 11. Se me dice que en Vitoria, durante el festival, está prohibido interpretar “O happy day”, medida prudente a la par que higiénica que algunos deberían imitar. Y si es así, ¿por qué se le permitió a Craig Adams cantar la insufrible “My sweet Lord”? (o “What a wonderful world”, ya que estamos). Con lo bien que iba la cosa…
Martes 12. Nos mienten. Michel Portal presenta su espectáculo “Bailador”, ¿pero quién coño puede bailar la música de Michel Portal?. Yo, desde luego, no. Que sí, que no, para bailar como mandan los cánones de la Santa Madre Iglesia de la Ortodoxia, la música del Dr. Michael White. Porque hay cosas que no mueren…
Miércoles 13. Tres conciertos –David Binney Quintet, Kyle Eastwood Band & Nigel Kennedy Quintet- y ni un solo músico negro. Hay que ver cómo cambian los tiempos, Venancio…
Jueves 14. Lo siento. De verdad. Me gustaría que no fuera así, pero hay cosas que no pueden ni deben ocultarse. Seguramente fui el único en todo Mendizorrotza que se aburrió como una ostra con José James. Eso, por no hablar del niño bonito, Jamie Cullum, y su “show” apto para todos los públicos. Menuda castaña. A lo mejor no era mi día, o que soy un crítico de jazz y a los críticos de jazz se supone que no nos gustan éstas mandangas, o que estoy demasiado mayor para según qué cosas. O a lo mejor es que éstas cosas –éstas músicas- son demasiado mayores para mi.
Viernes 15. Yo juraría que… pero no puede ser cierto. Sin embargo, se parece mucho… pero no. Definitivamente, no. ¡Cómo va ser que Michel Camilo esté tocando a Ornette Coleman!. Algo que me ha sentado mal, el gin tonic, seguro. Hasta que, rendida la noche y celebrado el cumpleaños feliz de mr. Blades, me encuentro con el pianista y amigo regalándose un momento de solaz. Los abrazos y esas cosas, “oye, Camilo, me vas a llamar burro pero me pareció que en algún momento de tu actuación tocaste “Lonely Woman”, y a Camilo que se le ilumina la cara, “!por fin alguien se dio cuenta!”. Si me lo dicen, no me lo creo (dedicado a Juan José González, apóstol de la Rumba Atonal).
Sábado 16. El mundo se divide entre quienes tocaron alguna vez con Miles y quienes no. Y quienes le escucharon tocando en vivo y quienes nunca lo hicieron. Y quienes no saben que le escucharon y quienes darían media vida por haberle escuchado. Y quienes todavía no saben quién es Miles Davis y quienes un día pasaron a su lado sin decirle nada. . Y quienes le detestaban y quienes hicieron una noche el amor escuchando “Blue in Green”. Y quienes una vez, pero sólo una, vieron sonreír a Miles. Algunos, incluso, tocan su música.
Chema García Martínez
(Publicado originariamente en http://www.jazzvitoria.com/)
Lunes 11. Se me dice que en Vitoria, durante el festival, está prohibido interpretar “O happy day”, medida prudente a la par que higiénica que algunos deberían imitar. Y si es así, ¿por qué se le permitió a Craig Adams cantar la insufrible “My sweet Lord”? (o “What a wonderful world”, ya que estamos). Con lo bien que iba la cosa…
Martes 12. Nos mienten. Michel Portal presenta su espectáculo “Bailador”, ¿pero quién coño puede bailar la música de Michel Portal?. Yo, desde luego, no. Que sí, que no, para bailar como mandan los cánones de la Santa Madre Iglesia de la Ortodoxia, la música del Dr. Michael White. Porque hay cosas que no mueren…
Miércoles 13. Tres conciertos –David Binney Quintet, Kyle Eastwood Band & Nigel Kennedy Quintet- y ni un solo músico negro. Hay que ver cómo cambian los tiempos, Venancio…
Jueves 14. Lo siento. De verdad. Me gustaría que no fuera así, pero hay cosas que no pueden ni deben ocultarse. Seguramente fui el único en todo Mendizorrotza que se aburrió como una ostra con José James. Eso, por no hablar del niño bonito, Jamie Cullum, y su “show” apto para todos los públicos. Menuda castaña. A lo mejor no era mi día, o que soy un crítico de jazz y a los críticos de jazz se supone que no nos gustan éstas mandangas, o que estoy demasiado mayor para según qué cosas. O a lo mejor es que éstas cosas –éstas músicas- son demasiado mayores para mi.
Viernes 15. Yo juraría que… pero no puede ser cierto. Sin embargo, se parece mucho… pero no. Definitivamente, no. ¡Cómo va ser que Michel Camilo esté tocando a Ornette Coleman!. Algo que me ha sentado mal, el gin tonic, seguro. Hasta que, rendida la noche y celebrado el cumpleaños feliz de mr. Blades, me encuentro con el pianista y amigo regalándose un momento de solaz. Los abrazos y esas cosas, “oye, Camilo, me vas a llamar burro pero me pareció que en algún momento de tu actuación tocaste “Lonely Woman”, y a Camilo que se le ilumina la cara, “!por fin alguien se dio cuenta!”. Si me lo dicen, no me lo creo (dedicado a Juan José González, apóstol de la Rumba Atonal).
Sábado 16. El mundo se divide entre quienes tocaron alguna vez con Miles y quienes no. Y quienes le escucharon tocando en vivo y quienes nunca lo hicieron. Y quienes no saben que le escucharon y quienes darían media vida por haberle escuchado. Y quienes todavía no saben quién es Miles Davis y quienes un día pasaron a su lado sin decirle nada. . Y quienes le detestaban y quienes hicieron una noche el amor escuchando “Blue in Green”. Y quienes una vez, pero sólo una, vieron sonreír a Miles. Algunos, incluso, tocan su música.
Chema García Martínez
(Publicado originariamente en http://www.jazzvitoria.com/)
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