sábado, 6 de julio de 2013

Esther Cidoncha, una mirada apasionada


Charmin Michelle
 
Se dice que el periodista está donde está la noticia; de ser así, Esther debería estar nominada para el premio Pullitzer, sección “fotógrafos de jazz”. Porque ella, Esther, siempre está ahí, a pie de escenario, o subida al mismo, viendo lo que otros no vemos. Resulta difícil ir a un concierto y no encontrarse con la susodicha y su/s cámara/s.

Uno la ve, cámara en ristre, abriéndose paso por entre la materia sonora, y sabe que hay pocos que lleguen hasta donde ella, semejante capacidad para capturar el alma, o lo que sea, del retratado, y es algo que le viene de su amor incondicional por ésta música y por estos músicos; el jazz, o sea.

La relación apasionada de Esther con el jazz le viene de antiguo, y es algo que no tiene explicación posible, ni falta que hace. Sépalo el lector, la protagonista de ésta exposición no es fotógrafa de diploma y birrete, sino bailarina, y profesora de Pilates, y cuanto sabe de jazz lo ha aprendido escuchándolo, que no hay mejor método. Y es la suya una pasión que no tiene fecha de caducidad. Pasan los años y ahí sigue, fiel a sí misma y a la música que ocupa sus noches y puede que sus días, y es por ello que hoy podemos contemplar estos retratos entrañables de los viejos maestros, Benny Carter, Barry Harris -su maravillosa expresión de niño travieso- o el olvidado Sonny Simmons. Memoria perdida y memoria viajera: la cámara de Esther viaja a otras latitudes recordándonos que el jazz, en 2013, no tiene fronteras. Aleluya.

Para mi, When lights are low es una mirada al jazz desde la óptica singular e idiosincrática del músico de jazz o, más precisamente, una colección de miradas con el jazz como común denominador. Recorriendo la exposición, nos encontramos con miradas que son un mundo en sí mismas y nos remiten al eterno misterio: ¿en qué piensa el músico de jazz cuando improvisa?. Hay miradas para todos los gustos, luminosas y recelosas, estruendosas y misteriosas, transparentes y transversales, unas cuantas. Hay una mirada altiva con un punto ensoñador, la de Brad Mehldau; y una mirada oblicua y desafiante que dice mucho de ese gigante de nuestra música que fue George Adams, tal cual se nos aparece en la instantánea de marras, perdido en un camerino cualquiera en un lugar sin nombre, el saxofón en su funda ocupando el primer plano. Finalmente, es el alma –o lo que sea- del retratado, lo que surge detrás de cada una de éstas miradas. ¿Acaso puede decirse nada sobre William Parker después de asomarnos a su retrato por Esther?. Será porque ella habla el lenguaje del jazz, que no tiene palabras, ni explicación posible. Se sabe o no se sabe y, si no, más vale que lo deje, señora.

La artista ha buscado un título bien elocuente para la exposición, When lights are low, en alusión a los territorios de penumbra en los que se mueve el músico de jazz donde nada es obvio y todo es posible. Luces y sombras, y lo que queda entre unas y otras: cuando se apagan los focos, se enciende la luz que ilumina al músico de jazz. Es la magia del instante único e irrepetible, que Esther Cidoncha sabe captar como nadie. Otros, que no poseemos su don, nos limitamos a disfrutar del momento. Porque when lights are low (mejor así, en el original) suelen pasar muchas cosas… pero de esas, mejor, hablo otro día.

Chema García Martínez

George Adams

Esther Cidoncha, "When lights are low"
Café Satistegi, Algorta.
Hasta 7 de julio

http://jazzphotosbyesthercidoncha.blogspot.com.es/
 

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