Wallace Roney en el
Café Central
Ben Solomon (st) observa a Wallace Roney, el pasado lunes, en el Café Central
Foto: JMGM
A la manera de Miles
Un batería de jazz puede ser 2
cosas: una bendición o una tortura. Lenny White, el batería de Wallace Roney en
sus conciertos en el Café Central (hasta el próximo domingo), pertenece a la
segunda categoría; la de los bateristas estruendosos a los que no hay modo de
callar. Y es que toda la gira de Roney ha venido con gafe. Primero tenía que haber
venido Cecil McBee, y no; luego Bennie Maupin, y tampoco.; y el hotel, que resultó
no ser del gusto de los artistas; y quien sí vino y muy bien pudo no haberlo
hecho. Lenny White, antiguo miembro de los Return To Forever de Chick Corea, es
como el conejito de Duracell que, una vez se le da cuerda, ya no hay quien le
pare, mandoble va, zambombazo viene. Lo de bajar el tono cuando el contrabajo
toca en solo no va con él. Con esto que,
si el oyente es capaz de sobreponerse al estrépito de las percusiones, lo que no
es fácil, descubrirá un saxofonista –Ben Solomon- digno de ser escuchado con
atención; y hasta es posible que, por un breve instante, pueda escuchar a Anthony
Wonsey tocando el piano. Y, claro, está el líder.
Dice la publicidad del evento que
Wallace Roney es el único alumno que Miles Davis tuvo, lo que no es cierto.
Miles no tuvo alumnos, sino discípulos, y a la cabeza de ellos, sin duda, está
Roney. Con esto, que el aficionado puede alcanzar fácilmente el orgasmo mientras
sigue el rastro del genio en la ejecución tórrida y doliente de su discípulo.
Así, en “Christina”, la preciosa composición del arriba mencionado Cecil McBee,
en la que White, ¡oh, milagro!, baja momentáneamente
el tono de su voz. El resultado es como tener a Miles sin tenerlo. Sólo por eso
vale la pena acudir al Central. Por eso, y por alguna otra cosa; que si el jazz
es “el sonido de la sorpresa”, el lunes la tuvimos. Y de las grandes.
La cosa, que los allí presentes la
noche del lunes nos vimos gratamente sorprendidos con la visita de Chick Corea
y su séquito de paso al cercano tablao de Casa Patas, donde estaba organizada
una fastuosa recepción al pianista. Y allá que nos fuimos en procesión, Corea,
Roney y sus respectivos grupos, más los invitados de rigor (Jorge Pardo, Niño Josele,
etc.) y los que, sin estar invitados, nos colamos en la fiesta aprovechando que
el propio estaba mirando para otro lado. Y la que se armó: la marimorena; que no
pudo haber mejor prólogo para una semana que ha resultado sonada, con Wallace
Roney tocando en el Central, Dan Tepfer -atención a éste pianista- en la
Fundación Juan March tocando las Variaciones Goldberg en jazz, y el también
trompetista Jeremy Pelt en Bogui Jazz. Lo dicho: una semana de órdago a la grande.
Chema García Martínez