sábado, 31 de octubre de 2015


Wallace Roney en el Café Central

Ben Solomon (st) observa a Wallace Roney, el pasado lunes, en el Café Central
Foto: JMGM


A la manera de Miles

Un batería de jazz puede ser 2 cosas: una bendición o una tortura. Lenny White, el batería de Wallace Roney en sus conciertos en el Café Central (hasta el próximo domingo), pertenece a la segunda categoría; la de los bateristas estruendosos a los que no hay modo de callar. Y es que toda la gira de Roney ha venido con gafe. Primero tenía que haber venido Cecil McBee, y no; luego Bennie Maupin, y tampoco.; y el hotel, que resultó no ser del gusto de los artistas; y quien sí vino y muy bien pudo no haberlo hecho. Lenny White, antiguo miembro de los Return To Forever de Chick Corea, es como el conejito de Duracell que, una vez se le da cuerda, ya no hay quien le pare, mandoble va, zambombazo viene. Lo de bajar el tono cuando el contrabajo toca en solo no va con él.  Con esto que, si el oyente es capaz de sobreponerse al estrépito de las percusiones, lo que no es fácil, descubrirá un saxofonista –Ben Solomon- digno de ser escuchado con atención; y hasta es posible que, por un breve instante, pueda escuchar a Anthony Wonsey tocando el piano. Y, claro, está el líder.

Dice la publicidad del evento que Wallace Roney es el único alumno que Miles Davis tuvo, lo que no es cierto. Miles no tuvo alumnos, sino discípulos, y a la cabeza de ellos, sin duda, está Roney. Con esto, que el aficionado puede alcanzar fácilmente el orgasmo mientras sigue el rastro del genio en la ejecución tórrida y doliente de su discípulo. Así, en “Christina”, la preciosa composición del arriba mencionado Cecil McBee, en la que White,  ¡oh, milagro!, baja momentáneamente el tono de su voz. El resultado es como tener a Miles sin tenerlo. Sólo por eso vale la pena acudir al Central. Por eso, y por alguna otra cosa; que si el jazz es “el sonido de la sorpresa”, el lunes la tuvimos. Y de las grandes.

La cosa, que los allí presentes la noche del lunes nos vimos gratamente sorprendidos con la visita de Chick Corea y su séquito de paso al cercano tablao de Casa Patas, donde estaba organizada una fastuosa recepción al pianista. Y allá que nos fuimos en procesión, Corea, Roney y sus respectivos grupos, más los invitados de rigor (Jorge Pardo, Niño Josele, etc.) y los que, sin estar invitados, nos colamos en la fiesta aprovechando que el propio estaba mirando para otro lado. Y la que se armó: la marimorena; que no pudo haber mejor prólogo para una semana que ha resultado sonada, con Wallace Roney tocando en el Central, Dan Tepfer -atención a éste pianista- en la Fundación Juan March tocando las Variaciones Goldberg en jazz, y el también trompetista Jeremy Pelt en Bogui Jazz. Lo dicho: una semana de órdago a la grande.

Chema García Martínez

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