Blue Note Rio / Guinga & Maria João
Dios los cría y ellos
se juntaron
La vida en
pareja tiene estas cosas. Uno se enamora, formaliza la relación, y termina
necesitando de un “Km de Vantagens Hall” para
que quepan los invitados al bodorrio, siendo así que los contrayentes se llamen
Marisa Monte y Paulinho da Viola, un ejemplo.
A Maria João y
Guinga, por el contrario, les bastó un Blue Note en noche de lunes -la de ayer,
mismamente- para ver cumplido su deseo de presentarse ante la audiencia
carioca. El uno, tocando la guitarra y cantando; la otra, haciendo esa cosa que
ella hace, que algunos llaman canto, y otros ululato, gorgojo, graznido,
relincho o barrito, que es lo que hace el rinoceronte cuando acude a una fiesta
de la alta sociedad sin estar invitado.
Uno veía a la
cantora, o lo que sea, luso-mozambiqueña, y creía estar viendo a una vicetiple
aquejada por algún tipo de trastorno de la personalidad, o a toda una compañía
operística reunida en una única garganta, por lo que canta, y por cómo lo
canta, su intensidad de prima donna de las tablas, su viajar incesante de
arriba abajo del registro, Maria-chiquinha, Maria-Joe
Cocker; su no pararse quieta ni para echar mano de la botella (de agua mineral,
por supuesto). La cantora, o lo que sea, usa y abusa de la canción, pero así es
ella y así queremos que siga siendo, aun cuando, en ocasiones, uno hubiera
agradecido un algo de quietud. Para entender lo que estaba cantando, más que
nada.
Y, junto a ella,
calladito, como pidiendo perdón por existir, Guinga. Resulta que los
protagonistas de la velada del lunes vinieron a dar sus primeros pasos fuera de
la madriguera en la misma España, con algunos años de diferencia. Maria,
actuando a concurso en el Festival de Jazz de San Sebastián, junto al trío
galaico-portugués Clunia Jazz; Guinga, ofreciendo su primer recital fuera de
Brasil en el más que mítico colegio mayor San Juan Evangelista, de Madrid,
previo paso por algunos de los establecimientos representativos de la alta y la
baja cocina madrileña, lo que el interesado recuerda con particular deleite,
dicho sea de paso. En aquel tiempo, aún ejercía como dentista: la música era un
complemento vitamínico que le llevaba a olvidarse del cliente en el “potro de
tortura”, caso se le viniera a la mente un acorde de guitarra de aspecto
amenazador. Y es que, en Guinga todo resulta sorprendente. El guitarrista,
cantante y tantas cosas más es uno de esos milagros que produce la MPB de vez
en cuando. Que siga habiendo quién no le dé la gana darse por enterado,
constituye uno de los grandes misterios de la humanidad, comparable al origen
de los crómlechs de Stonehenge.
Guinga camina
hecho un ovillo por el territorio brumoso de una “brasileñidad” reconocible y
sutil, extremadamente sofisticada en su desarrollo armónico, y absolutamente
arrebatadora, en su envoltura poética. Es poeta, y profeta, Villa-Lobos y João
Gilberto. No pretende llamar la atención, pero la llama. Y tiene junto a él,
aunque no se le vea, a Aldir Blanc, vistiendo sus melodías de un lirismo
trasnochado y delicioso (“Sete estrelas”, “Vô Alfredo”…) Y lo que resulta de
ello, que es la crónica única de un único amor que muere antes de nacer, o nace
para terminar desembocando en las aguas del desamor. Y hay algo de crónica
urbana, de ensoñación bien carioca, en las composiciones de Guinga-Blanc. Sólo
falta Maria João, especie de orfeón portátil, de zoológico unipersonal,
llevándose el aria de paseo vaya Vd. a saber a dónde, y hay quién en la noche
de autos opinaba que no parecía ser la cantante indicada para este tipo de
repertorio, la cosa del Brasil first:
habiendo material sobrado aquí, ¿para qué importar mano de obra extranjera?, sin
entender que eso es, precisamente, lo que se necesita en estos momentos. Menos “Anittas”,
y más “Marias João”. O sea.
Chema García
Martínez
Publicado en El País Brasil
El País
Está claro: Dios los cría, ellos se juntan y tú nos lo cuentas con mucho arte y de p`tisima madre.
ResponderEliminarParece que esos aires te dan alas, amigo.
Saludos.
Esos aires le dan alas a cualquiera... y lo que no son los aires. En cualquier caso, me alegra que te haya gustado.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo para tí.