La vuelta al mundo de la trompeta en un día
Manuel Blanco, pasión pautada
Hay un trompetista que vale su peso en oro. Se llama Manuel Blanco, tiene 28 años, y no toca jazz, pero le gustaría. Ayer, domingo, tocó en el Auditorio Nacional de Música, en Madrid, el “Concierto para Trompeta y Orquesta núm.2” , de
André Jolivet, dentro de un programa dedicado al jazz y la cosa sinfónica en el
que sonaron Milhaud, Bernstein, Gerhswin y Shostakovich, y aquello fue gloria
bendita y santificada por la Curia Romana ,
el Sursum Corda, y el Papa Francisco en persona. Un descubrimiento, el muchacho.
Hay un trompetista que vale su peso en oro. Se llama Manuel Blanco, tiene 28 años, y no toca jazz, pero le gustaría. Ayer, domingo, tocó en el Auditorio Nacional de Música, en Madrid, el “Concierto para Trompeta y Orquesta núm.
Puede que Manuel Blanco no toque jazz, pero lo conoce.
Nacido en Daimiel, provincia de Ciudad
Real, admira a Wynton Marsalis y a Chet Baker, sobre todo a éste. Su
interpretación luminosa, en la que estuvo acompañado por la Orquesta Nacional
de España en versión reducida, bajo la dirección de Jordi Bernàcer, revela a
quien proclama con orgullo que no todo lo que ha tocado está en la partitura;
“como en el jazz”, añade.
Blanco sabe que hay cosas que no están en los papeles, y lo
demuestra en el “bis”, una hermosa versión de “Balada Galaica” de Iturralde en
formación de cuarteto, que sus acompañantes leyeron nota por nota y él leyó
directamente del interior de su alma, intermediarios abstenerse.
Jerry González, pasión desbocada
Jerry González, pasión desbocada
Foto: JMGM
A Jerry González, el alma se le sale a cada nota que brota de su trompeta con sordina. En el Café Central, acompañado por Javier Colina, al contrabajo, y Nirankar Khalsa, a la batería, sólo toca standards (hasta ayer). Mucho Monk, alguna sorpresa (“Lester leaps in”). Jerry arranca por donde le sale y ya puedes estar al loro si no quieres verte en un aprieto; por suerte el jazz no es una ciencia exacta.
La trompeta de Jerry es un eco doliente que traspasa epidermis e incendia corazones (solitarios o no). Pasión desbocada, irrefrenable. Jerry González -la mirada fija en un horizonte lejano situado bajo sus pies- no es Wynton Marsalis. “Ni falta que hace”, apostilla Manuel Blanco.
Pues eso.
Chema García Martínez
Foto: JMGM
Manuel Blanco parece ser un músico excepcional, que en un artículo del EPS reconocía arrancarse por Chet Baker cuando se toma una copita, cosa que le dignifica. Jerry González me emociona, el resto se sobreentiende.
ResponderEliminarYo tampoco conocía a Manuel, ni siquiera había leído el artículo al que haces alusión, y ha sido un verdadero descubrimiento, más allá de que le guste el jazz, pero es que encima le gusta... ¿qué más se puede pedir?. En cuanto a Jerry, como dices, todo lo que pueda decirse ya está dicho. Lo bonito de sus conciertos en el Central es que se dedicó a tocar jazz sin mezclas de ningún tipo. El domingo, por ejemplo, sólo tocó un tema latino, "Bésame mucho", el resto Monk, Lester Young, etc etc... una gozada. Y Colina, como siempre, a tope. !Qué grande es!...
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