lunes, 21 de mayo de 2012

JAZZ EN LA BESTEIRO


Encuentro en la cumbre: Joseph Siankope & T. J. Jazz
Foto: Ángel Presa

Un festival de jazz ha nacido

En días de penuria económica y moral, peor la segunda que la primera, surgen las iniciativas que devuelven nuestra fe en un futuro no necesariamente negro para la Humanidad. Que si alguien sigue programando jazz, es porque le gusta y porque le da la gana, y no por el dinero que vaya a sacar del asunto, en cuyo caso se dedicaría a cualquier otra cosa; jefe de gobierno, o banquero, o presidente de club de futbol, por ejemplo.

En días como estos, digo, hemos conocido que la muchachada del Johnny –versus colegio mayor San Juan Evangelista- han restablecido los vínculos mercantiles precisos que van a permitir la vuelta del Festival de Jazz colegial para el mes de noviembre. Ya hay un primer concierto programado: Michel Camilo y Tomatito, el 4 de noviembre, en el Auditorio Nacional, aunque organizado por el San Juan.

Lo mismo, por lo que toca al neonato festival “Jazz en la Besteiro”, refiriéndose a la Escuela Julián Besteiro que el sindicato UGT posee en el madrileño Parque de las Avenidas, de cuya existencia (la del festival) ha podido saber el lector de este blog por haber sido anunciada su celebración en fecha y hora. Una iniciativa singular por muchos conceptos: el lugar donde se celebra –que, es de esperar, reciba otros actos de singular relevancia jazzística-, su carácter divulgativo –algo que los restantes festivales desatienden- y un hecho nada desdeñable: su gratuidad. Añádase a todo ello que “Jazz en la Besteiro” recupera el capítulo de las conocidas como “actividades paralelas” de carácter cultural que, antaño, solían adornar las programaciones de los festivales de jazz, Aquí, se trató de la exposición que protagonizaron tres estupendos fotógrafos: Leo Cobo, Israel Ortíz de Zárate y Javier Nombela, felizmente recuperado tras larga enfermedad.

Entre otras cosas, esta primera edición de “Jazz en la Besteiro” ha sido testigo del “encuentro en la cumbre” entre 2 ilustres heterodoxos de nuestra música que han hecho de nuestra ciudad su morada, los muy notables T.J. Jazz y Joseph Siankope, después de protagonizar cada uno su respectivo espectáculo, los días 12 de abril el segundo, y 26 del mismo mes, la primera. Entremedias se proyectó “Mi vida sexual”, en torno a la obra y figura de Paquito d´Rivera. Un documental que sólo había podido verse en Madrid en una única ocasión, a la que ahora hay que añadir la que se cuenta.

Mis obligaciones profesionales me impidieron acudir a ninguna de las sesiones. Por cuanto sé y me han dicho, en las 3 se colgó el “no hay billetes”, valga el eufemismo teniendo en cuenta que no se cobró entrada alguna. Sea como fuere, la cosa tiene su mérito, teniendo en cuenta que los organizadores no contaron con apoyo publicitario de tipo alguno. Ahora sólo queda esperar que el asunto se repita a no mucho tardar.

Dicho queda.

Chema García Martínez

4 comentarios:

  1. Aunque sea en Madrid, y no pueda disfrutarlo, me alegro de los brotes verdes jazzísticos.

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  2. Y es importante saber que hay cosas que son accesibles a todos los públicos. El arte no ha de ser jamás monopolio de los que pueden permitírselo. Yo no sé en España, pero en Nueva York una noche de jazz te sale bastante cara.

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  3. Es importante que el arte no sea un monopolio y que sea accesible a todos los públicos. Yo no sé en España, pero en Nueva York una noche de jazz te sale bastante cara.

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  4. Me encanta lo de los "brotes verdes" jazzísticos. En cuanto a lo que dices, Cosmopolitana, tienes toda la razón. La noche jazzística en Nueva York no sólo es cara sino que, muchas veces, obtienes por tu dinero mucho menos de lo que has pagado. La mitad de los clubes son tugurios de ínfima categoría, pagar una pasta por ver 1 set y luego te echan de mala manera, los camareros (donde los hay) te pasan por delante las veces que haga falta, etc. Yo he visto a grandísimos músicos en NY tocando pianos absolutamente infumables. Eso, por no hablar de lo que les pagan: una miseria (con muy pocas excepciones). Y luego se preguntan por qué los músicos tienen que viajar a Europa.

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