Freddie Hubbard a los 24 años con Art Blakey and The Jazz Messengers
"Moanin´". Freddie Hubbard (t); Wayne Shorter (st); Curtis Fuller (tb); Cedar Walton (p); Reggie Workman )b); Art Blakey (bt). Italia, 1962
Freddie Hubbard, puro fuego con la trompeta
Fue excesivo en todo. Como ser humano y en su forma de
entender la profesión; sobre un escenario y fuera de él. Freddie Hubbard,
posiblemente, el último trumpet hero de la historia del jazz, falleció
el lunes en el hospital Sherman Oaks, California, a los 70 años. Llevaba un mes
internado, tras haber sufrido un ataque cardíaco.
Acercarse a él entrañaba más de un riesgo, sobre todo si
quien lo hacía pertenecía al género femenino. Frederick Dewayne Hubbard
(Indianápolis, 1938) era como su música: un torrente. Puro fuego. Hubbard tomó
su inspiración de todos los que le precedieron, desde Clifford Brown y Lee
Morgan a Dizzy Gillespie y Miles Davis, además de Max Woodbury, primer trompeta
de la Orquesta Sinfónica de Indianápolis, de quien aprendió cuanto debe saberse
acerca de la técnica del instrumento. En 1958, se trasladó a Nueva York. Dos
años después paseaba por la Gran Manzana como la "estrella emergente"
del jazz. Ese mismo 1960 grabó su primer disco para el sello Blue Note, Open
Sesame, al tiempo que entraba a formar parte de los Jazz Messengers de Art
Blakey, junto al saxofonista Wayne Shorter.
Los más grandes se le sorteaban. Hubbard graba y/o actúa
junto a Herbie Hancock, Sonny Rollins, Thelonious Monk, Miles Davis, Cannonball
Adderley... para agosto de 1961 ya ha grabado cuatro álbumes a su nombre entre
los cuales se encuentra la que, para muchos, es su obra maestra, Ready for
Freddie, de nuevo, con Wayne Shorter.
Sin ser un vanguardista, el trompetista participó en tres
grabaciones seminales del new jazz: Free Jazz, de Ornette Coleman
(1960); Out to Lunch, de Eric Dolphy (1964) y Ascension, de John
Coltrane (1965). Que aquella fuera la corriente principal en el jazz explica
que, al cambio de década, decidiera buscarse una fuente de financiación más
fiable en lo que entonces se conocía como muzak. Una música que
combinaba los instrumentos electrónicos y las orquestas de cuerdas, el rock, el
funk y un repertorio confeccionado a la medida de los gustos del gran público: "no
tengo reparo en reconocer que gané más dinero con aquellos discos que lo que
había ganado en toda mi vida". En el año 1972, el trompetista obtuvo su
único Grammy por First Light.
Que el mundo del jazz le diera la espalda por algo así
era un mal colateral que estaba dispuesto a asumir. El propio Hubbard lo
reconocería en una entrevista en la revista Cuadernos de Jazz, en el año
2001: "tenía que elegir entre morirme de hambre tocando jazz o
ganar dinero. Y elegí". El trompetista se curaba en salud haciendo de Miles
Davis en VSOP, junto a Shorter, Hancock, Ron Carter y Tony Williams.
Pero ni por esas. Su prestigio en el mundo del jazz se había venido abajo y la
situación empezaba a escaparse a su control. El antiguo niño bonito de
la afición se cuidaba muy mucho de mostrarse ante su antiguo público,
"estaba harto de tocar esa música, necesitaba desesperadamente volver a lo
mío". Y supo rectificar a tiempo.
En los ochenta, el mundo del jazz saludó el regreso del
hijo pródigo con la misma algarabía como lo había hecho algunos años antes con
Miles Davis en su vuelta a los escenarios. Hubbard estaba de vuelta en el hard
bop que le vio nacer, volvía a disfrutar tocando y las huestes del jazz con
él. Durante esa década y la siguiente vino a nuestro país en numerosas ocasiones,
con sus propios grupos o formando parte de alguno de los All Stars.
Hasta que sus labios dijeron basta. Demasiados años saliendo a la pista a pecho
descubierto y sin el preceptivo calentamiento: "no me cuidaba, nunca lo he
hecho, y ahora lo estoy pagando", reconocía en la entrevista. Una úlcera
en el labio superior apartó al trompetista de la vida pública durante tres
interminables años: "no se imagina lo duro que ha sido estar todo el santo
día en casa sin poder hacer lo que he hecho toda mi vida, con mi mujer detrás
diciéndome "¿cuándo vas a empezar a trabajar?".
El último de los trumpet heroes de la historia
volvió a la escena por segunda vez en unas condiciones inaceptables para ningún
trompetista, mucho menos para él. La imagen del rey del salto mortal sin red
convertido en una caricatura de sí mismo durante su actuación en el Northsea
Jazz Festival, en el año 2000, fue más de los que algunos podíamos soportar. Ni
rastro del Hubbard original. Su incapacidad para, siquiera, sostener una nota
en el registro medio, le llevó a buscar refugio en el fliscornio, primero, y en
la composición, después, sin éxito. Poco a poco, su imagen se desvaneció hasta
desaparecer por completo.
Hubbard ha muerto en silencio. Quién nos lo iba a decir.
Chema García Martínez
(Publicado en El País, 31 dic. 2008)
Gran trompetista y gran artículo para empezar el otoño ¿Se puede `pedir más?
ResponderEliminarDe vez en cuando conviene volver sobre los antiguos maestros...
ResponderEliminarFeliz otoño, querido amigo.
Grande Freddie Hubbard. Uno de los grandes trompetas de la historia del jazz. Me gustó mucho este artículo cuando lo ley en su momento. En estos momentos estoy escuchando la música de otro trompetista, que le precede un poco y con quién coincide en el tiempo, aunque muere joven, se trata del gran Kenny Dorham. Estoy con sus discos de los 50 y son excepcionales. ¿Qué te parece Dorham Chema?
ResponderEliminarUn grande, sin duda, quizás sin la personalidad de un Freddie Hubbard o un Clifford Brown (o un Lee Morgan), aunque debo confesar que hace mucho que no le escucho. Mea culpa.
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