Aunque son muchos quienes acuden a él en busca de consejo, Haynes sigue negándose de forma categórica a seguir el camino de la docencia; lo que tiene que decir, lo dice a través de su música: "Procuro no hablar demasiado a los músicos con los que toco y que mi interpretación hable por mí. Al fin y al cabo, los jóvenes tienen hoy a su disposición un montón de escuelas donde se les enseña todo lo que hay que saber en torno al jazz. Yo no soy imprescindible. Sin embargo, la situación es un tanto paradójica. Por un lado, hay más chicos que nunca aprendiendo a tocar jazz, y a un tiempo, podría decirse que el jazz es un arte casi perdido; la música no llega a la televisión ni a la radio y no abundan los lugares donde tocarla. La pregunta es: todos estos músicos jóvenes, ¿dónde van a trabajar? En mis tiempos lo teníamos más fácil...".
En A Life in time (triple CD distribuido por Karonte) se recogen 40 interpretaciones del baterista junto a Etta James, John Coltrane, Sonny Rollins o su antiguo compañero de correrías, Miles Davis. Durante algunos años, Haynes y Miles fueron uña y carne. Ambos compartían la afición por la buena música, los trajes de marca y los deportivos: "Solíamos echar carreras a ciegas de noche por Central Park y luego iba Miles pavoneándose ante las chicas con que habíamos hecho pedazos un Oldsmobile o lo que fuera... aquella fue una época salvaje".
Como Miles, el baterista -elegido en 1960 como uno de los hombres mejor vestidos de América junto a Fred Astaire, Clark Gable y Gary Grant- se muestra particularmente reacio a hablar del pasado: "Los recuerdos forman parte de mi vida y no renuncio a ellos. La experiencia de haber tocado con Thelonious Monk o con Lester Young, Billie Holiday o Charlie Parker es algo que no se puede olvidar fácilmente. Cada uno de estos músicos era un mundo en sí mismo... con Lester a veces no te enterabas de qué narices estaba hablando porque tenía su propio idioma, igual que Monk. Pero ésa es una música que ya está hecha. Hay otra mucha que está por hacer y ésa es la que me interesa".
Roy Haynes tocará hoy en Madrid (Veranos de la Villa) y en San Sebastián, el 24 (Festival de Jazz), pasando por Alicante (22), Gijón (23) y Almuñécar (25). Junto al legendario baterista estarán dos instrumentistas de muy altos vuelos: Danilo Pérez, al piano, y el contrabajista John Patitucci: "Conocí a Danilo hace muchos años en un festival en Barbados. Nuestro representante es el mismo, y también el de John Patitucci, que entonces acompañaba a Chick Corea. Nos reunimos, nos gustamos y empezamos a tocar juntos, fue algo natural. Al cabo de muchos años nos volvimos a encontrar y nos planteamos la posibilidad de tocar en Europa, y en eso estamos. Todo lo que puedo decir de ellos es que son dos músicos fantásticos con los que me compenetro como si les conociera de toda la vida".
Ni Haynes ni sus acompañantes se han planteado la conveniencia de establecer algo parecido a un repertorio: "No tenemos ni idea de qué vamos a tocar en nuestros conciertos en Europa. Quizá reconstruyamos alguna pieza de Thelonious Monk, quizá algo de Chick Corea... es un poco como volver a los viejos tiempos en los que no estaba todo tan preparado, pero se supone que así es el jazz, una música improvisada".
Haynes afronta su gira europea con la ilusión de un recién llegado. "Es que me gusta tocar la batería, no puedo evitarlo. La batería es el fundamento sobre el que se erige el edificio del jazz. Un buen baterista debe tener dos cosas: una buena dosis de swing, porque si la música no tiene pálpito se muere; y buen oído. No basta con tocar para uno mismo, hay que saber escuchar a los demás músicos y conversar con ellos. No hay otro secreto".