viernes, 20 de noviembre de 2009

Chet Baker en La Boca del Lobo




Hay cosas en esta vida que hacen que la susodicha merezca la pena ser vivida, y en todas ellas está de por medio la pasión. Una de esas cosas ocurrió el pasado miércoles, en un oscuro garito de la madrileñidad noctámbula más conocido por sus afinidades con el sector patibulario de la city que por su nula vinculación con el jazz. La Boca del Lobo, para los que están en el asunto, y para los que no.


Fue allí donde, por designio de quien conduce la muy notable programación cinematográfica del Festival de Jazz madrileño, dígase de un Dieguito Rodríguez, y quien le acompaña en tan loable iniciativa, dígase por una Anita Palacios, tuvo lugar la proyección a tres pantallas del film “Let´s get lost” que, solo en este pase, hubo en congregar al doble de personal que el que haya podido reunir en toda su exhibición en salas comerciales. La misma noche que, en otro local de la ciudad, cantaba Cassandra Wilson. No saben lo que se perdieron quienes prefirieron escuchar a la aburrida y solemne cantante.


Uno estuvo allí (en La Boca del Lobo) para contarlo y contribuir al acto, bien que modestamente, como presentador del mismo, si es que puede llamarse presentación a lo que uno hace cuando sube a un escenario y habla sin saber de qué está hablando, o sea, lo que hago siempre. Con el agravante de que, en esta ocasión, me tocó hablar sobre la obra de un fotógrafo de “adanes” en calzoncillos, o sin ellos, que tuvo la ocurrencia de realizar un reportaje fotográfico en torno a un conocido músico de jazz y seductor impenitente y terminó poniéndole piso y película; personaje, añádase, al que el dicho fotógrafo de "adanes" conocía por los retratos de otro fotógrafo de actualidades a quien se encomendó, tiempo ha, la realización de unas fotografías para la portada de un disco y terminó convirtiéndose en el fotógrafo de cabecera del músico en cuestión. Como para no hacerse un lío.


En el curso de mi larga y agitada vida he tenido la oportunidad de conocerles a todos ellos, a los dos fotógrafos (Bruce Weber y William Claxton) y al músico (Chet Baker), sobre todo a este. Y, como todos, tengo mi propia versión de los acontecimientos. Pero, ésta, me la callo. Ahora, se trata de hablar de la película ya mencionada en este mismo blog (véase entrada correspondiente) y del gentío bullanguero y escandalosamente juvenil que acudió al evento y terminó desparramándose por donde buenamente pudo; sentados sobre el duro suelo, de cuclillas, ocupando la escalera que da acceso a los distintos niveles del establecimiento, de pie, acodados los unos sobre las unas y todos sobre alguna de las tres barras con que cuenta el local. Cualquier lugar era bueno.


La sesión transcurrió en respetuoso/apasionado silencio por más que el metraje de la cinta se aproxima a las 2 horas. Tengo para mí que “Lets get lost” fue concebida para ser proyectada en un lugar así y ante un público como este. De seguro, a Chet Baker le habría encantado.




ESTA NOCHE EN EL C. M. SAN JUAN EVANGELISTA WADADA LEO SMITH’S GOLDEN QUARTET


Una cita ineludible en el lugar donde Chet Baker ofreció su último concierto


“Solamente existe el momento” (entrevista a Wadada Leo Smith por Ferrán Esteve publicada en el número 115 de Cuadernos de Jazz)

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