Ya están aquí, alegres y confiados, dispuestos a demostrar a quien sea lo bien que se lo pasan en la España católica, apostólica y rouquiana, de Rouco. Son la Internacional Profidén. El gran espectáculo del “Rock ´n´ Ratzinger” está al punto de alzar el telón. Dígase Ratzinger o Coldplay o Shakira: las diferencias entre el uno, o el Uno, y los otros son insignificantes. Cuestión de detalle. Aquí como allá, los bares tienen prohibido dispensar alcohol, ¡vade retro San Miguel!, las razones de estado versus seguridad priman sobre el libre albedrío de cada cual para montárselo según le venga en gana y, por supuesto, no se folla. Hasta en eso se parecen. Incluso la mercadotecnia es la misma. En JMJ 2011, las camisetas de un vivo color rojo carmesí –sólo en establecimientos oficiales- llevan por detrás la relación de las anteriores estancias papales, con la localidad, el país y el año. Póngase Benedicto XVI o Jon Bon Jovi I.
Que la liturgia del rock ha tomado su inspiración de la música espiritual negra de los Estados Unidos no es ningún secreto. Con esto que el ciclo se ha completado: del altar al escenario y de vuelta al altar. En tiempos de crisis de vocaciones, las iglesias y sectas, y no sólo la católica, recogen la experiencia de décadas de los cantantes de rock para aplicarla a su propio mensaje y darle el necesario volumen y esplendor. También Ratzinger, enemigo declarado del género. “El rock”, tiene dicho, “es un invento del diablo”. Incluso él.
Otro ejemplo: el fútbol. Al momento de redactar éste breve comentario, termino de contemplar la retransmisión del “previo” al partido, perdón, la misa, que ha tenido lugar en la iglesia de la Sagrada Familia, en Barcelona, como un acto anticipado al JMJ 2011 (13TV, 24 horas al día de JMJ 2011). A misa con la entrada por delante y, al que no la tenga, puerta. Las aficiones agitan sus banderas nacionales, “oe, oe, oe, Honduras, es cojonuda”, esas cosas. El clima va in crescendo. A minutos de comenzar la ceremonia la Sagrada Familia se viene abajo. En un momento, la acción se desplaza a los vestuarios, donde una cámara recoge la imagen de los oficiantes en pleno calentamiento, verlo para creerlo. Los “speakers” –ella, seglar, él ordenado- comentan la jugada sin perder la sonrisa ni para hablar de la muerte de Cristo en la cruz. Too much for my body. Y pensar que esto es sólo el comienzo…
Que la liturgia del rock ha tomado su inspiración de la música espiritual negra de los Estados Unidos no es ningún secreto. Con esto que el ciclo se ha completado: del altar al escenario y de vuelta al altar. En tiempos de crisis de vocaciones, las iglesias y sectas, y no sólo la católica, recogen la experiencia de décadas de los cantantes de rock para aplicarla a su propio mensaje y darle el necesario volumen y esplendor. También Ratzinger, enemigo declarado del género. “El rock”, tiene dicho, “es un invento del diablo”. Incluso él.
Otro ejemplo: el fútbol. Al momento de redactar éste breve comentario, termino de contemplar la retransmisión del “previo” al partido, perdón, la misa, que ha tenido lugar en la iglesia de la Sagrada Familia, en Barcelona, como un acto anticipado al JMJ 2011 (13TV, 24 horas al día de JMJ 2011). A misa con la entrada por delante y, al que no la tenga, puerta. Las aficiones agitan sus banderas nacionales, “oe, oe, oe, Honduras, es cojonuda”, esas cosas. El clima va in crescendo. A minutos de comenzar la ceremonia la Sagrada Familia se viene abajo. En un momento, la acción se desplaza a los vestuarios, donde una cámara recoge la imagen de los oficiantes en pleno calentamiento, verlo para creerlo. Los “speakers” –ella, seglar, él ordenado- comentan la jugada sin perder la sonrisa ni para hablar de la muerte de Cristo en la cruz. Too much for my body. Y pensar que esto es sólo el comienzo…
Para más información, mañana, en http://www.cuadernosdejazz.com/ “200 confesionarios”
Chema García Martínez
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