Las entradas para su recital en el madrileño Teatro real se agotaron en horas. Dee Dee Bridgewater, la última gran diva del jazz, algo con lo que la interpelada no está de acuerdo. “No soy ninguna diva. Prefiero pensar en mí misma como una cantante de jazz que ha llegado a ser reconocida y respetada y que ha ayudado a mantener viva la música”.
Dee Dee Bridgewater viaja a Madrid para presentar las canciones de su último disco, “J´ai deux amours”, un repaso a los clásicos de la chanson a ritmo de jazz. “El disco es una forma de darle las gracias al país que me acogió con los brazos abiertos. En Francia he cumplido todos mis sueños, allí he podido desarrollar una segunda carrera como cantante y como actriz”. La relación de Bridgewater con el país vecino viene de antiguo. Emparentada lejanamente con Josephine Baker, la primera artista afroamerciana que triunfó a Francia, la Bridgewater vivió un tiempo en París –aún mantiene allí su segunda residencia-, habla un francés fluido y tiene una hija parisina que sigue sus pasos. “Por alguna razón, siempre me ha fascinado ese país. Quizá tenga que ver con mi nombre, Denise. Lo cierto es que, desde niña, mi sueño fue conocer Francia. Entiendo la mentalidad francesa, conozco bien su cultura, me encanta su historia… me siento en casa cuando estoy en Francia”. Enfrentada a la “gran mentira de la invasión de Irak”, la cantante no elude cuanto tiene que ver con los “daños colaterales” producidos por su interés por lo francés. “Cantar lo que canto en los Estados Unidos, constituye una especie de declaración política teniendo en cuenta que la actual administración trata por todos los medios de terminar con cualquier tipo de relación entre Francia y Norteamérica, solo que ya no lo hacen de una forma abierta. Ahora son más sutiles, mientras no se les critique abiertamente. Tenemos un gobierno que no admite la crítica desde el momento en que, para ellos, toda crítica es antipatriótica. Por eso, un disco como “J´ai deux amours” es un acto político; es mi manera de alzar la voz”.
Dee Dee Bridgewater viaja a Madrid para presentar las canciones de su último disco, “J´ai deux amours”, un repaso a los clásicos de la chanson a ritmo de jazz. “El disco es una forma de darle las gracias al país que me acogió con los brazos abiertos. En Francia he cumplido todos mis sueños, allí he podido desarrollar una segunda carrera como cantante y como actriz”. La relación de Bridgewater con el país vecino viene de antiguo. Emparentada lejanamente con Josephine Baker, la primera artista afroamerciana que triunfó a Francia, la Bridgewater vivió un tiempo en París –aún mantiene allí su segunda residencia-, habla un francés fluido y tiene una hija parisina que sigue sus pasos. “Por alguna razón, siempre me ha fascinado ese país. Quizá tenga que ver con mi nombre, Denise. Lo cierto es que, desde niña, mi sueño fue conocer Francia. Entiendo la mentalidad francesa, conozco bien su cultura, me encanta su historia… me siento en casa cuando estoy en Francia”. Enfrentada a la “gran mentira de la invasión de Irak”, la cantante no elude cuanto tiene que ver con los “daños colaterales” producidos por su interés por lo francés. “Cantar lo que canto en los Estados Unidos, constituye una especie de declaración política teniendo en cuenta que la actual administración trata por todos los medios de terminar con cualquier tipo de relación entre Francia y Norteamérica, solo que ya no lo hacen de una forma abierta. Ahora son más sutiles, mientras no se les critique abiertamente. Tenemos un gobierno que no admite la crítica desde el momento en que, para ellos, toda crítica es antipatriótica. Por eso, un disco como “J´ai deux amours” es un acto político; es mi manera de alzar la voz”.
A lo largo de su carrera, Dee Dee Bridgewater ha hecho de todo: fue la primera Sally Bowles de raza negra en “Cabaret”; actriz de cine (intervino en un “film” de culto, “The brother from another planet”); presentadora de sus propios “shows” televisivos; compositora de éxito (una de sus creaciones, “Precious things”, llegó al nº 1 de las listas de éxitos en la interpretación de Ray Charles). También ha cantado junto al grupo de música electrónica “Gabin”. “Se me ha dicho que no debería hacer ese tipo de cosas, sobre todo los críticos. Me regañan porque me gusta meter las narices en muchos sitios pero no puedo estar siempre haciendo lo que otros me dicen que haga. Quiero hacer cosas que nadie ha hecho antes. Si me piden algo y me parece interesante, ¿por qué no voy a hacerlo?”. Queda claro que Bridgewater es mucho más que la última de las cantantes clásicas del jazz. “Pienso que siempre seré la cantante de jazz que todo el mundo asocia con la forma tradicional de cantar en ese estilo, pero estoy en un punto de mi vida en el que siento el impulso de explorar otras vías. Cantar tradicional y hacer “scat” es algo natural para mí, tanto como hablar, pero no pienso que deba ser una purista, además es muy aburrido. Me gusta la idea de cambiar constantemente”.
Tras una breve experiencia como cantante de opera, la Bridgewater no parece dispuesta a seguir los pasos de su amiga Barbara Hendricks. “He trabajado con ella y tengo un gran respeto por su trabajo y, por supuesto, pienso que tiene todo el derecho a explorar otras direcciones musicales, pero realmente opino que su lugar está en la ópera. Puede que, si persevera, llegue a algo en el jazz, pero, hoy por hoy, la prefiero cuando se dedica a lo que mejor conoce”. Otro tanto por lo que se refiere a la nueva diva del jazz, Diana Krall. “Me gusta su voz, me gustan los músicos con los que toca, ha tenido la suerte de trabajar con los mejores arreglistas del mundo, como Oscar Castro-Neves, pero se me hace muy cuesta arriba hablar de ella… será porque en mi carrera me he topado con todas las dificultades imaginables mientras que ella ha tenido a la Universal tras de sí desde el primer momento. Para mí, su aparición fue un auténtico desastre. Fue llegar Diana Krall y volverme invisible. Nadie se interesaba por mí, solo estaba ella. Así que trato de ser generosa y amable pero me resulta muy difícil”. A la espera de nuevos acontecimientos, la cantante se concentra en el que será su próximo disco, dedicado a la música de Malí. “Mali es mi nuevo amor. En ningún otro lugar del mundo he hallado esa mezcla de dignidad, sabiduría y paz, incluso en la pobreza extrema de muchos de sus habitantes. Mis raíces están allí. Me siento muy cercana al país, a su música, a su gente, quiero saber más de ellos, entenderlos. Por todo ello, este disco que planeo no es una aventura comercial sino una auténtica experiencia espiritual”.
(publicado en El País marzo 2006)
Dee Dee Bridgewater actuará el viernes 17 de Julio en el 33 Festival de Jazz de Vitoria Gasteiz
No hay comentarios:
Publicar un comentario