Imagen publicitaria de Association PC. De izqda. a dcha., Toto Blanke, g; Pierre Courbois, bt;
Siggi Busch, b; Joachim Kuhn, p y sx.
Siggi Busch, b; Joachim Kuhn, p y sx.
Opinión
La fiesta de Blas y otros muertos de segunda
Por Chema García Martínez
¡Ha muerto Blas!, descansemos en paz...
ResponderEliminarAmén.
ResponderEliminarHola, Chema.
ResponderEliminarEn este país somos tan tolerantes, por no decir, gilipollas, que permitimos a personajes carpetovetónicos pre-constitucionales (Serrano Súñer, Fraga, Armada, Milans del Bosch, Tejero, Blas Piñar,... por citar algunos que vivieron y murieron placidamente), afines a una dictadura e incluso continuadores/instigadores de la gran infamia que fue la transición, o lo que es lo mismo: borrón y cuenta nueva. Sí, ya se que eran unos momentos muy difíciles, pero, a la vista de cierta documentación que se va desclasificando, me atrevo a escribir, que nos la metieron doblada: unos y otros. A los hechos y consecuencias me remito. La realidad cotidiana nos muestra como l@s cachorr@s de las "familias bien", junto a la iglesia de los vencedores, no tienen ningún problema, ni escrúpulo en continuar la tarea de acoso y derribo hacia la clase trabajadora y al que piensa y vota diferente.
Triste país, que no tiene memoria, ni autoestima, ni siquiera una clase política capaz de defender los intereses generales, pero si los suyos propios o de sus amiguetes (siete años de cargo público, a partir de alcalde, le aseguran a esta casta una jubilación), que se vayan a la.....
En cuanto al jazz actual, me parece que hay una mayoría casposa, engominada de ideas y prejuicios, que ven el jazz como negocio, no, como filosofía de vida y vanguardia respecto a otras músicas.
Por cierto, a los Blas & Co de este país, más que gomina, les pondría a trabajar con sueldos de miseria y explotación.
Salúd y República. Ana Coreta.
No puedo estar más de acuerdo. Duele pensar que personajes de ésta ralea, y muchos otros, son premiados con una existencia cómoda mientras la mayoría las pasamos putas para llegar a fin de mes, con perdón. ¿Jubilación, qué es eso?. El perdón, en "democracia", es selectivo. Hay quien se muere en la paz del hogar después de haber sembrado la semilla del odio durante toda su vida y quien, por haber seguido su sentido de la ética y la moral, termina malviviendo en la puta calle, con perdón.
ResponderEliminarEl jazz hoy, es como la misma sociedad: contradictorio. Hay de todo. Músicos que mantienen la llama encendida del género como una filosofía de vanguardia, como dices; el caso de Wadada Leo Smith, o el de Joachim Kuhn; y quien, por llenar un club, se cree en el derecho de despreciar a quien no ha cedido ante los chantajes de la industria. No voy a dar nombres.
Salud y Anarquía.
Efectivamente, me alegra saber que compartimos criterios.
ResponderEliminarLa política española es un reflejo de la sociedad, votamos a unos representantes y deduzco a la vista de las maneras de actuar y manipular, que hay una mayoría de conciudadanos corrompidos que consienten y presuntamente se dedican a la "picaresca", algo muy nuestro y que al actual partido en el poder se le da estupendamente. Atado y bien atado, dijo alguién. Pues eso.
Afortunadamente, de un tiempo a esta parte, el jazz hispano da muestras de buena salúd, lástima que sigamos anclados en el catetismo institucional (villas, cortes, TVs, diputaciones, autonomías,....), y la cobardía de algunos programadores. Estoy segura de que hay grupos de gente desconocida para el gran público, que lo hacen de maravilla. Merecen una oportunidad. Antes, existía la figura del telonero, y lo que un/una músic@ quiere es tocar, dar lo mejor de sí, expresarse. Qué pasa? Son tan peligrosxs que ya ni les permiten tocar en la calle. Para mí, eso se llama fascismo, y hacia ahí nos llevan esta mala gente. Salúd. Ana Coreta
Míralo por este lado: ocupamos el tercer puesto en el ranking de los países más corruptos en Europa pero contamos con una pléyade de músicos de jazz jóvenes absolutamente extraordinarios que no admite parangón, salvo que nadie les escucha, ni aquí, ni allí. Aquí, porque su música no le interesa a (casi) nadie, y fuera, porque ni siquiera saben que existen (y tampoco les interesa, vamos a decirlo todo).
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