jueves, 2 de abril de 2009

Enrico Rava: si no hay forma, no puedes transgredir

foto: J.M. García Martínez

Enrico Rava (65) recibe a CUADERNOS DE JAZZ aprovechando un breve descanso entre clase y clase: a las once llegan los chicos y tendremos que dejarlo. La noche anterior, se ha encontrado sobre un escenario con el pianista Franco d´Andrea, un amigo de hace treinta años, con el que no cruzaba instrumentos desde hacía una década. Rava se mueve por “Siena Jazz” como pez en el agua, del hotel al aula y, de esta, al concierto. Los viandantes le paran a su paso, más de uno portando un ejemplar de su último cedé para ECM con vistas a la oportuna dedicatoria. Rava es, a qué dudarlo, el mayor mito del jazz en aquel país, además del protector del segundo mayor mito, el también trompetista Paolo Fresu. De su extinta relación afectiva con una ciudadana argentina conserva un delicioso y fluido castellano con acento porteño.

Cuadernos de Jazz: su relación con la Argentina en años políticamente convulsos fue muy intensa...

Enrico Rava: llegamos a Argentina en el año 1966, para coincidir con el golpe de estado de Onganía. Los golpistas fueron a ver al presidente, que era un viejo llamado Arturo Ilía, una persona tranquila. Le pusieron una pistola en la sien y le dijeron: “Vd. no es más presidente”. La cosa no fue cruenta, comparando con lo que pasó más tarde. Aquella noche, coincidimos todos en casa, Paco Urondo (poeta), Emilio Alfaro (cineasta), Norma Leandro (actriz), y nos dijeron: “hay un golpe”. Dado que estábamos ahí, decidimos acercarnos a la Casa Rosada, a ver los tanques.

Duré en Argentina con mis más y mis menos hasta marzo de 1976, cuando el golpe de Videla. Una mañana, me desperté y le dije a mi mujer: “vámonos inmediatamente para Nueva York”. Compré los pasajes y a la siguiente mañana nos fuimos. Una semana después, hubo un allanamiento en mi casa. Bastaba que tuvieras un libro o que lo tuviera un amigo o que tu departamento le gustara a un amigo de alguien.

Cuadernos de Jazz: cuéntenos cómo fue que Vd. terminó en aquel país.

ER: yo empecé en la profesión teniendo mucha suerte. A poco de iniciarme, entré en el conjunto de Gato Barbieri que, por aquel entonces, vivía en Roma. Durante 9 meses tocamos todas las noches en un club, hasta que Gato se fue con Don Cherry y disolvió el grupo, con lo que me quedé en la calle. Pero dio la casualidad de que Steve Lacy me había escuchado tocando con Gato y me llamó. Éramos Steve, yo y dos africanos, Johnny Dyani y Louis Moholo, un zulú y un kosso. Lo malo es que hacíamos un “free jazz” muy, muy radical, y había muy poco trabajo para nosotros en Europa. No sabíamos qué hacer ni donde ir. Entonces, como mi mujer era argentina, propuse ir a aquel país, simplemente, a ver qué pasaba. Conseguí un teatro que nos propuso un contrato para actuar y mi mujer se fue antes que nosotros para formalizarlo. Nos compraron un viaje de ida, pensando que Argentina es un país muy grande e íbamos a conseguir suficiente trabajo como para comprarnos la vuelta a Nueva Cork: no conseguimos ganar ni un “chavo” y, lo poco que ganamos, nos lo pagaban en pesos, solo que nosotros, siendo extranjeros, teníamos que pagar el pasaje en dólares al cambio oficial. Aparte de lo cual, la cosa fue muy bien durante los primeros dos o tres meses. A la gente no le gustaba pero había movimiento. Por ej Gustavo Bergalli montó un conjunto de “free jazz” inspirado en el nuestro. También tocamos en un local llamado Gothan durante 15 días, alternando con Astor Piazzolla y su quinteto de Agri y Malvicino, una hora ellos y una hora nosotros, algo fantástico y después... nada. Pasó un año y cada vez nos resultaba más difícil tocar en ningún sitio. Otra vez no sabíamos donde ir.

Tocamos en Córdoba, en el Festival Di Tella y en el instituto del mismo nombre (*) del que Ginastera era el director, por cierto que aquel concierto lo grabamos y salió con ESP. Aún así, llegó el punto en que no tuvimos otra que tocar en casas privadas de gente muy rica, para sobrevivir, hasta que un día Steve no pudo más y escribió a sus padres para que le enviaran la plata para su pasaje. Por mi parte, yono tuve más remedio que recurrir a los amigos y, finalmente, también pude irme a Nueva York. Solo los africanos se quedaron En NY busqué a Dollar Brand, que era amigo de ellos y que, a su vez, me puso en contacto con Chris McGregor, quien les mandó los pasajes para Londres.

En NY viví un periodo estupendo. Lo primero es que entré inmediatamente en contacto con los tipos con los que yo quería tocar y llegué a formar parte de sus conjuntos. Conseguí la “green card” y me quedé hasta el 1978.

CdJ: volviendo a su estancia en la tierra argentina, Steve Lacy hablaba de la confusión que se producía entre los espectadores que acudían a escuchar “jazz libre” tomándolo por “jazz gratis” (“free jazz”).

ER: este conjunto de Steve era una especie de “nosotros contra el mundo”. Éramos los únicos en hacer una cierta cosa, pero cada tanto yo ejercía de traidor y me iba a tocar jazz con mis amigos argentinos, Néstor Astarita, El Negro González, Jorge López Ruiz, Jorge López Furst, Eduardo Fernández... organizábamos “jam sessions”, etc.

CdJ: ¿nunca le tentó husmear en los ambientes tangueros?

ER: me gusta muchísmo el tango, solo que no es lo mío. Sin embargo, en mi música hay muchas cosas que vienen del tango, incluso tangos propiamente dichos. Por ej, hice un disco con ECM junto a Rodolfo Medeiros. Después, he tocado mucho con Dino Saluzzi, aunque no tiene que ver con el tango, mas bien es música del interior.

CdJ: ¿le estimulaba tocar “a la contra”?

ER: no, a mí me gusta tocar “por” y no “contra”. No estoy en contra de nadie.

CdJ: en España se dice que “contra Franco vivíamos mejor “, ya sabe Vd., la mítica de la contestación.

ER: en un contexto musical, me gusta mucho tocar sobre una forma muy clara y muy determinada por el placer de transgredirla. Si no hay forma, no puedes transgredir nada. Por eso se me hincharon las pelotas durante la época en que se tocaba “free” porque, pasado el primer impacto, todo era válido, no había errores, no podías tocar mal. Sí, tocabas “contra” la gente pero no había nada que uno pudiera transgredir. Es muy lindo ser libre en el interior de una forma pero la libertad excesiva en todo es un desastre. Es como si mañana nos despertamos con la noticia de que somos libres para hacer lo que nos venga en gana, sería un caos.

CdJ: reivindica su derecho a equivocarse.

ER: claro.


Rava & Franco d´Andrea (piano) en la noche sienesa
foto: J.M. García Martínez

CDJ. ¿sigue en contacto con la escena en los Estados Unidos?.

ER: ya no toco con músicos americanos, salvo algunos jóvenes. Mantengo algunos contactos, pero no mucho.

CdJ: da la impresión de que, en los Estados Unidos, sigue sin valorarse el jazz que se hace en Europa.

ER: el problema es la distribución de los discos. Ahora que volví con ECM, mis discos han vuelto a venderse en los Estados Unidos. Por ej, Michel Portal, que es una “super-estrella” en Francia, prácticamente lo conocen muy pocos fuera de Francia y nadie en los Estados Unidos. Eso es porque allí no hay manera de encontrar un disco suyo. ECM es la única compañía europea que edita en los EU a través de Universal, y también en Israel, Brasil, Argentina...

Estar presente en los EU es muy importante, pero hasta cierto punto, porque América, en realidad, existe solo hasta un cierto punto. “América” no quiere decir nada. Existe Nueva York, donde hay un poquito de jazz, otro poquito en Boston, en Washington y San Francisco, pero muy poco, la escena es muy reducida.

CdJ: mas bien parece que América está aquí. No le digo nada de España: si hay una nación europea colonizada por el jazz norteamericano, esa es la nuestra.

ER: pero también hay muchos músicos españoles que hacen su cosa y que funciona muy bien. A mí me parece que el mercado que lleva la dirección artística en este momento es el europeo y no el norteamericano. Allí hay gente muy interesante, por ej Dave Douglas, hay músicos y músicas, pero me parece que acá hay muchos más.

CdJ: hemos podido comprobar que Vd. es reconocido por la calle. En Italia sus discos venden...

ER: muchísimo, y todo el mundo me conoce. Cada día, en cualquier ciudad, voy a un restaurante y como mínimo hay una persona que se acerca a saludarme, son muchos años tocando, apareciendo por TV, en los diarios... mi último disco de ECM se está vendiendo muchísimo, es el único disco de jazz que ha entrado en los “charts”.

CdJ: lo que quiere decir que es Vd. millonario

ER: ya no. Era millonario antes del euro (risas), mas bien era “plurimillonario”. Ahora me limito a vivir bien.

CdJ: hay un trompetista llamado Wynton Marsalis al que, quizá, Vd. conozca.

ER: le diré: yo admiro enormemente y sin reservas a Wynton Marsalis. Creo que es el hombre que mejor toca la trompeta en el mundo, nunca nadie ha tocado la trompeta así. No me gusta, pero lo admiro muchísimo, compro sus discos, los escucho, trato de que me gusten, pero no lo consigo y es porque no me conmueven, no me emocionan. Pero pienso que es un grandísimo músico y tengo por él una admiración total y, aparte, le conozco muy bien. Es una persona deliciosa y abierta, muy diferente de la imagen de “hincha pelotas” que proyecta.

Por ej, ahora está ayudando a ese fenómeno siciliano de 15 años, el saxofonista Francesco Cafiso (**). Wynton le escuchó tocar con 12 años en un festival y enloqueció tanto que se lo llevó de “tournée”. En enero, estaba yo tocando en el Blue Note de Nueva York y la semana después tocaba él con Wynton en el Lincoln Center. Ahora, se lo lleva a Nueva Orleans para estudiar y estar cerca de su ídolo, Phil Woods. Wynton está haciendo muchísimo por ese chico. Pero vuelvo a lo de antes: yo puedo escuchar el mismo disco de Miles (Davis) un millón de veces, o un disco de Chet (Baker) o de Kenny Dorham o de Dizzy Gillespie, y no soporto un disco de Wynton más de una hora. Puede ser que sea yo, que estoy sintonizado en otra historia.

CdJ: ¿escucharía un millón de veces el último disco de Miles, “Doo-Bop”?.

ER: no, no me gusta. A mí, el Miles eléctrico no me gusta. “Bitches Brew” es el último de sus discos que escucho con una cierta frecuencia. De todas formas, Miles me gusta siempre, también cuando la caga, cuando toca un solo en el disco de Chaka Khan... Miles me gusta muchísimo, pero lo que me gusta es él, no los conjuntos que llevaba últimamente, la mayoría eran horribles. El último concierto que le escuché fue en Montpellier y el conjunto era tan horrible.. mientras fuera él quien tocaba, la cosa estaba bien, pero hubo un momento en que salió de escena y les dejó tocando y yo pensé que en mi vida se me hubiera ocurrido ir a ese lugar para escuchar a un conjunto tan horrible, me tendrían que pagar muchísimo dinero. Lo notable es que era un conjunto de mierda, pero entraba Miles y ennoblecía inmediatamente la cosa, porque era tan grande... pero en los últimos años tocaba mal, el concierto de Montreux que está en disco y video es una especie de psicodrama. Miles no llega a tocar nada de lo que hacía antes y tiene que hacérselo tocar a Wallace Roney. Es terrible. He visto una sola vez ese video y nunca más he querido volver a verlo. Lo que ves, es a ese hombre que se está muriendo y, en efecto, se murió un mes después. Yo creo que, en los últimos años, todo se reducía a una cuestión de plata, lo que interesaba era ganar “guita”.

CdJ: lo consiguió

ER: Miles era rico pero Wynton es mucho más rico. Ahora mismo, está construyendo un teatro en Nueva York para él por no sé cuantos millones de dólares.

CdJ: ¿cómo se ve a sí mismo en su calidad de profesor?

ER: no me considero un profesor. Yo hago conjuntos y toco con ellos. Con los chicos jóvenes me relaciono como si fueran los miembros de mi conjunto, no hago distingos (***). Con estos de la mañana, yo podría salir a tocar por ahí sin el menor problema. Son todos muy buenos músicos, hay un pianista de 16 años, un saxofonista de 21 que yo no sé de donde coño...

CdJ: comparando con Vd. cuando tenía su edad...

ER: cuando yo tenía 18 años compré mi primera trompeta. Ahí empecé y luego seguí solo.

CdJ: no tuvo un “Enrico Rava” para enseñarle.

ER: nunca tuve un maestro ni fui a ninguna escuela.

Chema García Martínez
Raúl A. Mao

(*) “Centro Latinoamericano de Altos Estudios Musicales del Instituto Di Tella”

(**) premio “Jóvenes Promesas del Jazz” en 2004 por la “International Jazz Festival Organization”.

(***). La sensación, desde el otro lado del estrado, es muy distinta. Tocar y aprender junto al mayor mito del jazz italiano es considerado un privilegio que valoran en lo que merece sus alumnos. Uno de ellos, nos solicita una fotografía junto al trompetista: es que no todos los días tiene uno la oportunidad.






(publicado en Cuadernos de Jazz Enero-febrero 2005 con el título "Entrevista a Enrico Rava. Libre dentro de la forma")

2 comentarios:

  1. Pude escuchar a Rava hace unos años en duo con Stefano Bollani, maravilloso concierto.
    Aprovecho para enviarte un abrazo a la distancia.

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  2. abrazo correspondido. Bueno, Rava es un tipo muy especial, y un grandísimo trompetista, claro. Esta entrevista la hicimos Raúl Mao y yo, era genial escuchar a Enrico y Raúl hablando de tu país y recordando los viejos tiempos. Tío, no sabes las ganas que tengo de volver. A ver cuando nos volvemos a ver. Por cierto, que sepas que soy asiduo de tu blog y participo en las votaciones. Me encanta. Y por cierto, voy a colgar la foto que me hiciste en mi página facebook. Un fuerte abrazo, Chema

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