Como una miniatura dentro de una bola de cristal, Tallin espera a que alguien la agite para ver caer los copos de nieve por sus calles y edificios de ensueño. A la futura Capital Cultural Europea 2011 acuden los turistas en crucero y los ingleses en avión de fin de semana. Hay quien se llega para admirar la belleza translúcida de las lugareñas o pimplarse una botella de Vana, el licor preferido de Napoleón, que se fabrica en estas tierras. Algunos vienen movidos por el deseo de escuchar jazz, o de escribir sobre jazz, hasta es posible que uno esté aquí para escuchar a Paquito d´Rivera, cosas más raras se han visto.
Paquito, la hoz y el martillo y su bajista-fenómeno de 18 años de edad, Zach Brown, y los hermanos Rodríguez, Robert y Michael, al piano y la trompeta, respectivamente. Una primera parte dedicada a John Birks Gillespie quien sabe si para acallar los rumores desatados tras sus recientes declaraciones no muy amistosas en torno a su antiguo empleador, y el habitual repaso por los ritmos brasileños y cubanos, más los primeros que los segundos. Hubo fuegos de artificio, lanzamiento de confeti y reparto de golosinas entre los asistentes. Y los estonios, a los que estas cosas les suenan altamente exóticas, tan felices, que si no se echaron a bailar es porque ni había sitio ni saben cómo hacerlo.
Para Rütmiallikal se reservó el escenario madre del CCR. El espectáculo así llamado incluye un DJ (P. Julm), un batería (Tanel Ruben) y un saxo (Siim Aimla) además de un coro de 8 vírgenes cantantes-gaiteras y una pantalla de vídeo donde se proyectaron imágenes de sabor autóctono y psicodélico. Ruben, quien parece ser el padre del invento, saca los ritmos del folclore local a swingear y es una cosa entre el acid jazz y Rahssan Roland Kirk de su última época delirante o como Rufus Harley tocando la gaita con Sonny Rollins (Montreux 1974, “The Cutting Edge”). Toscos y contundentes, pero hay que entender que la mayoría está aquí por amor al arte. Es gente del pueblo y tienen mucho mérito.
Esto, por lo que toca a la parte oficial del programa: la otra, tuvo como escenario el club Clazz, conocido emporio jazzístico de la ciudad, y como protagonistas a los propios Calhoun y Zach Brown que, noche sí, noche también, se dejaron ver y escuchar por semejante lugar; y, junto a ellos, el histriónico Médéric Collignon (de la banda de Andy Emler), Villu Veski (saxofonista, considerado el nuevo fenómeno del jazz estonio) y Neff Irizarry, guitarrista puertorriqueño residente en Helsinki, por improbable que parezca. Un buen tipo y un mejor músico.
En Clazz uno puede encontrarse con gentes y aficionados llegados de cualquier parte del mundo, incluso de las islas Canarias, y hasta es posible que sea besado al estilo noruego por la deslumbrante Maria Faust, saxofonista y compositora en cuyo último espectáculo se mezclan Mingus y el “free jazz” y las bicicletas de carreras. Desgraciadamente, uno no estaba todavía aquí para verlo/escucharlo.
Nota de color: si uno está disfrutando del jazz en lugar semejante y pretende echarse un cigarrito, y puesto que está obligado a hacerlo outside, se le provee de una manta para aquello de no morir por congelación; Dígame el lector si estas gentes son o no organizadas.
(1) Intrumento tradicional de cuerda pulsada emparentado con el kantele finés, el gusli ruso, el kokle letón, el kanklės lituano y, más lejanamente, con el koto japonés y el gu zheng chino.