Un vals o un funky “deconstruido” o directamente destrozado. El cuarteto “Different but the same”, que ese es su nombre, interpretan una especie de “free a la Monk”. Se me entiende.
Dave Liebman & Ellery Eskelin. La anti “tenor battle”. ¿Alguien ha reparado en el asombroso parecido del último con el dibujante Rober Crumb?
Eskelin: look sesentero, tendencia a apagar el sonido de su instrumento, un saxo tenor descolorido proveniente de un pasado muy remoto / Liebman: sport elegante, instrumento reluciente, un grito en las tinieblas de una música singular y poderosa.
En “The Forth Wall”, Liebman-Eskellin interpretaron el silencio más largo en la historia del San Juan Evangelista. Diez segundos en los que pudo escucharse el eco lejano de una motocicleta circulando por los alrededores. Un silencio de vértigo, sobrecogedor, carente de los prescindibles argumentos teóricos que adornan otros silencios de mayor predicamento entre la grey melómana (Cage). En el camerino, Liebman explicando al ignorante: en el teatro, se le dice la “cuarta pared” al público. Pues eso.
Dave Liebman flota sobre una música libre. Pocas veces se le ha podido ver tan feliz. ¡Qué admirable coraje el de este ilustre veterano!. La brillantez de de sus intervenciones no oculta el riesgo de una apuesta que muy pocos en su lugar hubieran aceptado.
“The Blessing” (Ornette Coleman). Un respiro de “cool” en un programa apretado de emociones.
Guillermo Bazzola las pilla el vuelo: esto es una versión de “Cuarteto para el Fin de los Tiempos” de Olivier Messiaen. Y lo era.
Dave Liebman es ahora David Liebman. Por lo demás, sigue siendo el mismo tipo entrañable y accesible de siempre.
Hace tiempo que ya no rugen los tambores. Bazzola y servidor recorremos los entresijos de la “catedral del jazz” sin un alma, en apariencia. De repente, un grito angustiado proveniente de los camerinos que desgarra el aire colegial como un cuchillo afilado . Allí están quienes nos han acaban de regalarnos con su música haciendo corrillo y, en medio, Juan José González, sacando de paseo los arcanos del compás flamenco. A grito pelado, a su estilo. One, two, three, four… this is a seguiriya. Ellery Eskelin, incrédulo, rueda el suceso cámara de mano.
El San Juan, o sea.
C. M. San Juan Evangelista, 22 octubre 2009
Muy bueno tu comentario, Chema!
ResponderEliminarNo sé hasta que horas se habrá quedado Juan José González contando anécdotas en la calle como sólo él sabe contarlas. Yo tuve que escaparme para pillar el último metro.
Fiesta completa en el Johnny.
Sergio
Muchas gracias. Estarás conmigo que fue un concierto memorable. Solo sentí no haber llevado la cámara conmigo para recoger la escena del camerino. Por lo que pude ver, Juanjo estuvo más de media hora después de su "actuación" en el camerino contando sus historias a la puerta del colegio, y pese al frío. Cada día más jóven, el amigo.
ResponderEliminarUh... si los camerinos del Johnny hablasen!
ResponderEliminarHabrá que decirle a Alejandro que ponga allí unas buenas camaritas ocultas.
Hola Chema,
ResponderEliminarQue gusto haber estado ahí. Liebman es infalible, y este grupo fue magistral. A Eskelin y Black los había escuchado muchas veces, aunque nunca en directo, y Marino fue una revelación paramí.
Por cierto, ya no estoy tan "en las novedades" como antes, pero me enteré que tienen un disco bastante nuevo, "Renewal".
Saludos
GB
"Renewal" es el disco que estuvieron vendiendo tras el concierto, posterior a "Different but he same". Apareció comentado por Yahvé en Cuadernos... a finales del año pasado. Cinco estrellas, por supuesto.
ResponderEliminarSergio
Yahvé es la hostia. No sé de dónde saca tiempo para escuchar todo lo que comenta en su blog. En cuanto al disco, recordarás que Liebman presentó el grupo como "Different but the same". Y sobre los camerinos !qué os voy a contar!. Uno tiene visto y vivido de todo en los camerinos del Johnny, incluyendo coitos, flipes colectivos... lo más parecido al camarote de los Hermanos Marx. Tengo escrito un texto sobre el tema que algún día rescataré pero, para eso, primero tengo que encontrarlo. Y también 2 huevos duros.
ResponderEliminar¿Coitos en los camerinos?
ResponderEliminarComo diría Robin
¡San Juan Evangelista, Batman!
Pues sí, aquellos tiempos... bueno, lo del otro día con Juanjo tampoco estuvo mal, de hecho, el sabado tuvo que irse antes de que terminara el concierto por lo inflamada que tenía la garganta después de haber cantado para Liebman & Eskelin. Por cierto, me contó una historia extraña sobre Ron Carter y Jean-Claude Duvalier, el dictador haitiano, que estoy intentando comprobar. Supuestamente, Duvalier amenazó con cortarle las manos por haber declarado contra su régimen, creo. Si alguien sabe algo...
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