jueves, 1 de octubre de 2009

Stefon Harris: la entrevista perdida

foto: J. M. García Martínez

Es el niño bonito del nuevo jazz. Un músico respetado y querido por todos, lo que no es tan frecuente como pudiera parecer: “no es mérito mío”, confiesa Harris, “solo he tenido un poquito de suerte y los mejores maestros”.


Stefon Harris (Albany, Nueva York, 1973) visitó la ciudad de Vigo para actuar en el XIV Ciclo de Jazz de la Fundación Pedro Barrié de la Maza al frente su grupo Blackout que reúne a un poderoso baterista de rap y hip hop (no por nada conocido como “El tanque”) junto a un variopinto elenco de jazzistas de última hora y el propio Harris tocando el vibráfono y la marimba: “la idea del grupo consiste en no tener ningún tipo de convicción acerca de lo que es el jazz”, declara Harris, “pensar que tradición es igual a respeto al pasado es una contradicción en sí misma. Porque Charlie Parker no tocaba como Louis Armstrong, ni John Coltrane como Sidney Bechet. La verdadera tradición del jazz es la innovación. El jazz es un reflejo de nuestro pueblo tal y como es hoy y no como fue en el pasado”. Una lección que Harris aprendió de uno de los grandes: “un día recibí la llamada de Max Roach diciendo que quería escucharme. Se puede imaginar que perdí el culo para llegarme a la audición y, una vez allí, toqué lo que supuse que le gustaría escuchar, un poco de bebop. De repente Max me interrumpió muy enfadado: “!no se te ocurra volver a tocar esa mierda delante de mí en tu puta vida!”. Aquel día entendí que, si quería llegar a algún sitio, debía ser siempre yo mismo “. Hoy nadie duda de que Stefon Harris es él mismo. Un jazzista llegado al jazz por casualidad: “la gente piensa que porque seas afroamericano conoces el jazz, pero no es cierto. Si no has nacido en una gran ciudad, no vas a tener muchas oportunidades de escucharlo. En mi caso, yo crecí escuchando música europea y mi primer trabajo fue en una orquesta clásica”. Más singularidades: el mejor vibrafonista del jazz contemporáneo no demuestra un apego excesivo por su instrumento. “toco el vibráfono solo porque era el único instrumento que estaba disponible. No quiero ser el mejor vibrafonista de la historia, en realidad paso del vibráfono. Yo estoy en otro rollo. Como estudiante de la forma artística, soy un buscador de la belleza y me obsesiona entender cómo están organizados los sonidos y cómo se traducen en emociones. Necesito saber cómo tocar un acorde que “huela” y que hable de amor o de terror, o de celos... siempre digo que la interpretación está sobrevalorada. Una cosa es la interpretación y otra la música”.


En su última entrega discográfica, sin Blackout, el vibrafonista rinde homenaje al gran Duke Ellington. “Ante todo, “African Tarantella” no es un disco de versiones. Lo que hago es mezclarlo todo: las piezas de Ellington y mis propias influencias, un vals, un ritmo africano o un blues…”. Con su nuevo disco, Harris reivindica la vitalidad de un género que algunos se empeñan en salvar: “no necesitamos a los salvadores del jazz. Si estuviéramos hablando del canto gregoriano, entonces sí tendríamos que preocuparnos, pero el jazz puede incluirlo todo, el canto gregoriano y el rap, todo junto. El jazz se adapta a todo y esa es una de sus virtudes principales”.

(publicado en El País mayo 2009)



foto: J. M. García Martínez

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