viernes, 4 de julio de 2014





 Esta noche, en los Teatros del Canal


Giovanni Hildalgo

El polifacético percusionista es la máxima estrella del festival Clazz Continental Latin Jazz

De Madrid a México, y vuelta. Tras el suntuoso estreno de su primera edición transoceánica, el festival dedicado al jazz latino regresa a su hábitat natural de los madrileños Teatros del Canal. Serán 3 días de jazz y frenesí, con las actuaciones de Paquito d´Rivera, Michel Camilo, y el virtuoso conguero Giovanni Hidalgo: “en realidad, todos los modos del jazz tienen que ver con lo latino”, opina Hildalgo, “y también la música africana y el country. Tipos como Kenny Dorham o Dizzy Gillespie venían haciendo jazz latino desde mucho antes; y Tito Puente, y Charlie Palmieri, y los brasileños… todo el jazz es latino”.

José Giovanni Hidalgo vio la luz hace medio siglo en San Juan de Puerto Rico, “el mismo día en que asesinaron a Kennedy”, según gusta de subrayar. Con sólo 3 años, estaba tocando el tambor por las calles del Viejo San Juan: “la música en mi casa es una tradición familiar desde mi abuela la cubana que llegó a Puerto Rico de pequeña, y aquí conoció a mi abuelo, Fernando, al que llamaban Nando el bongosero. Yo de bien niño me ponía a tocar redobles y no paraba. Con 3 años mis abuelos me llevaban a un club que llamaban El Facundo, yo me quedaba fascinado con los percusionistas.”

El primer instrumento musical de José Giovanni fue un barrilito de madera: “siempre lo he dicho: no hay nada mejor que la madera para practicar y, si no, el mármol o el metal, cualquier materia sólida”. En 1976, pasó a acompañar al nuyorican Charlie Parmieri. Para entonces, Giovanni Hidalgo era ya todo un veterano de 13 años: “allá, en Nueva York, nos juntábamos unos cuantos por nuestra cuenta, y de allí salió Batacumbele, que al poco se convirtió en una institución nacional en Puerto Rico. En 1981, tocamos en Cuba, en el Tropicana, en Varadero, y fue un acabóse, aquellos cubanos agitando el pañuelo y dando vivas a Puerto Rico…”

A lo largo de su carrera, Giovanni Hildalgo ha mojado en todas las salsas posibles: de Art Blakey a Jack Bruce; de la música hindú a los ritmos aborígenes australianos. En nuestro país, supimos del polifacético bongosero gracias al trompetista Dizzy Gillespie: “Dizzy fue mi padre, mi abuelo, mi director musical, mi consejero espiritual. Era un ser humano tremendo. Con su orquesta recorrí todo África… cada vez que salía el presentador y anunciaba, “señoras y señores, ¡con Vds. Dizzy Gillespie!” era un ruido atronador. Todos esos africanos se volvían locos con él, y él, siempre con sus bromas. Sólo una vez le vi serio: cuando nos encontramos con Nelson Mandela en Namibia. Para mí, estar con aquel hombre hablándonos como si fuéramos sus amigos de toda la vida fue una lección de humildad”. Años más tarde, el inquieto tamborilero recibiría otra clase magistral de manos de un seguidor insospechado: “Fui con Stevie Winwood a una reunión de amigos en la casa de Jim Capaldi y apareció George Harrison. De repente veo que me está llamando: “ven acá, Giovanni”. Y va, y me dice: “¿sabes?, tengo toda tu música en mi casa”. Me quedé pasmado. Estuvimos charlando cosa de una hora, con una copa de vino en la mano, en unos sillones del siglo XVI. Recuerdo algo que me dijo: “sé que para todo el mundo soy un beatle, pero eso es sólo una parte de mi todo.”

Para Giovanni Higdalgo, el tambor no es únicamente un instrumento de percusión: “a mis alumnos les explico que lo que ellos llaman conga es, en realidad, un ritmo. El instrumento se llama tumbadora, y es un instrumento melódico. Puedes sacar hasta 33 sonidos diferentes de una sola conga”. De su actuación de hace algunos años en la sala Clamores Jazz guarda el percusionista un recuerdo agridulce: “la actuación fue tremenda, lo malo vino después. Yo tenía un manager que creía que trabajaba para mí y lo que hacía era robarme. ¡Coño, qué tipo más malo era aquel!. Ahora sólo quiero volver a Madrid para tomarme una cañita bien chévere con sus gambas, sus cigalas, sus cocochas…” para el año que viene está anunciada la publicación de la “opera magna” del puertorriqueño: una mezcla de método de percusión, tratado filosófico y libro de recetas con la marca de su autor: “yo digo, prueben mi arroz con maíz y luego me cuentan”. A falta de arroz, buenas sean unas tumbadoras. Las que se sortearán entre los asistentes al concierto de esta noche, diseñadas por el propio Giovanni Hidalgo. Crucen los dedos.

Chema García Martínez

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