Esta noche, en los Teatros del Canal
Giovanni Hildalgo
El polifacético
percusionista es la máxima estrella del festival Clazz Continental Latin Jazz
De Madrid a
México, y vuelta. Tras el suntuoso estreno de su primera edición transoceánica,
el festival dedicado al jazz latino regresa a su hábitat natural de los
madrileños Teatros del Canal. Serán 3 días de jazz y frenesí, con las
actuaciones de Paquito d´Rivera, Michel Camilo, y el virtuoso conguero Giovanni
Hidalgo: “en realidad, todos los modos del jazz tienen que ver con lo latino”,
opina Hildalgo, “y también la música africana y el country. Tipos como Kenny Dorham o Dizzy Gillespie venían haciendo
jazz latino desde mucho antes; y Tito Puente, y Charlie Palmieri, y los
brasileños… todo el jazz es latino”.
José
Giovanni Hidalgo vio la luz hace medio siglo en San Juan de Puerto Rico, “el
mismo día en que asesinaron a Kennedy”, según gusta de subrayar. Con sólo 3
años, estaba tocando el tambor por las calles del Viejo San Juan: “la música en
mi casa es una tradición familiar desde mi abuela la cubana que llegó a Puerto
Rico de pequeña, y aquí conoció a mi abuelo, Fernando, al que llamaban Nando el
bongosero. Yo de bien niño me ponía a tocar redobles y no paraba. Con 3 años
mis abuelos me llevaban a un club que llamaban El Facundo, yo me quedaba
fascinado con los percusionistas.”
El primer
instrumento musical de José Giovanni fue un barrilito de madera: “siempre lo he
dicho: no hay nada mejor que la madera para practicar y, si no, el mármol o el metal,
cualquier materia sólida”. En 1976, pasó a acompañar al nuyorican Charlie Parmieri. Para entonces, Giovanni Hidalgo era ya
todo un veterano de 13 años: “allá, en Nueva York, nos juntábamos unos cuantos
por nuestra cuenta, y de allí salió Batacumbele, que al poco se convirtió en
una institución nacional en Puerto Rico. En 1981, tocamos en Cuba, en el
Tropicana, en Varadero, y fue un acabóse,
aquellos cubanos agitando el pañuelo y dando vivas a Puerto Rico…”
A lo largo
de su carrera, Giovanni Hildalgo ha mojado en todas las salsas posibles: de Art
Blakey a Jack Bruce; de la música hindú a los ritmos aborígenes australianos.
En nuestro país, supimos del polifacético bongosero gracias al trompetista
Dizzy Gillespie: “Dizzy fue mi padre, mi abuelo, mi director musical, mi
consejero espiritual. Era un ser humano tremendo. Con su orquesta recorrí todo
África… cada vez que salía el presentador y anunciaba, “señoras y señores, ¡con
Vds. Dizzy Gillespie!” era un ruido atronador. Todos esos africanos se volvían
locos con él, y él, siempre con sus bromas. Sólo una vez le vi serio: cuando
nos encontramos con Nelson Mandela en Namibia. Para mí, estar con aquel hombre
hablándonos como si fuéramos sus amigos de toda la vida fue una lección de
humildad”. Años más tarde, el inquieto tamborilero recibiría otra clase
magistral de manos de un seguidor insospechado: “Fui con Stevie Winwood a una
reunión de amigos en la casa de Jim Capaldi y apareció George Harrison. De
repente veo que me está llamando: “ven acá, Giovanni”. Y va, y me dice:
“¿sabes?, tengo toda tu música en mi casa”. Me quedé pasmado. Estuvimos
charlando cosa de una hora, con una copa de vino en la mano, en unos sillones del
siglo XVI. Recuerdo algo que me dijo: “sé que para todo el mundo soy un beatle, pero eso es sólo una
parte de mi todo.”
Para
Giovanni Higdalgo, el tambor no es únicamente un instrumento de percusión: “a
mis alumnos les explico que lo que ellos llaman conga es, en realidad, un ritmo.
El instrumento se llama tumbadora, y es un instrumento melódico. Puedes sacar hasta
33 sonidos diferentes de una sola conga”. De su actuación de hace algunos años
en la sala Clamores Jazz guarda el percusionista un recuerdo agridulce: “la
actuación fue tremenda, lo malo vino después. Yo tenía un manager que creía que
trabajaba para mí y lo que hacía era robarme. ¡Coño, qué tipo más malo era
aquel!. Ahora sólo quiero volver a Madrid para tomarme una cañita bien chévere con
sus gambas, sus cigalas, sus cocochas…” para el año que viene está anunciada la
publicación de la “opera magna” del puertorriqueño: una mezcla de método de
percusión, tratado filosófico y libro de recetas con la marca de su autor: “yo
digo, prueben mi arroz con maíz y luego me cuentan”. A falta de arroz, buenas
sean unas tumbadoras. Las que se sortearán entre los asistentes al concierto de esta noche, diseñadas por el propio Giovanni Hidalgo. Crucen los dedos.
Chema García
Martínez
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