Ni Bessie Smith murió por no haber sido atendida en un centro hospitalario reservado a los blancos, ni John Hammond fue el "redentor de la profesión musical" que pretendió ser; Ross Russell, propietario de Dial Records, extorsionó a Charlie Parker prolongando su estancia en el hospital de Camarillo para que firmara un contrato en exclusiva con su compañía; Bob Weinstock (Prestige) era conocido en los círculos jazzísticos por su costumbre de aprovecharse de los músicos necesitados de dinero; Herman Lubinsky (Savoy) y Bob Thiele (Impulse) mantenían actitudes racistas hacia los músicos negros... la lista es interminable e incluye a empresarios, "managers", críticos, etc.
Frank Kofsky pone al descubierto el "lado oscuro" del jazz en "Black music, white business”, un libro imprescindible y, no por casualidad, poco menos que ignorado en los círculos jazzísticos. Su autor, que lo es también de “John Coltrane and the jazz revolution of the 1960s” (misma editorial, incluye la entrevista más completa jamás realizada al saxofonista), falleció en el año 1997 en el anonimato más absoluto. En "Black music...", Kofsky pone sobre la mesa un asunto espinoso como pocos: la ideología del jazz. Con números, datos y conocimiento de causa -su autor trabajó bajo las órdenes de, entre otros, Bob Thiele-, desentraña la función manipuladora de la industria (blanca) y la del estamento critica que la sustenta, con las excepciones puntuales de Gunther Schuller, André Hodeir y pocos más. La deshonestidad e hipocresía del estamento crítico -incluyendo a la "tríada magnífica", Leonard Feather, Martin Williams ("The Jazz Tradition” es un ejemplo representativo de como la historia del jazz no debería ser escrita) e Ira Glitter, más Nat Hentoff, no obstante su afiliación socialista- ha ocultado abusos y favorecido una doble moral con respecto a otros géneros considerados "respetables" por parte del Poder. El libro abunda en testimonios escalofriantes, incluyendo la reproducción de contratos de grabación cuyos términos leoninos son considerados "normales" en el negocio. Kofsky rescata oscuros episodios que otras historias pasan por alto, así como la "caza de brujas" de los años 60-70 que dejó en seco a los jazzistas políticamente comprometidos como Abbey Lincoln y Max Roach. ¿Demasiado para las mentes pequeñitas de los partidarios del "a mí no me hables de otra cosa que no sea la música"?. La verdad misma.
Frank Kofsky pone al descubierto el "lado oscuro" del jazz en "Black music, white business”, un libro imprescindible y, no por casualidad, poco menos que ignorado en los círculos jazzísticos. Su autor, que lo es también de “John Coltrane and the jazz revolution of the 1960s” (misma editorial, incluye la entrevista más completa jamás realizada al saxofonista), falleció en el año 1997 en el anonimato más absoluto. En "Black music...", Kofsky pone sobre la mesa un asunto espinoso como pocos: la ideología del jazz. Con números, datos y conocimiento de causa -su autor trabajó bajo las órdenes de, entre otros, Bob Thiele-, desentraña la función manipuladora de la industria (blanca) y la del estamento critica que la sustenta, con las excepciones puntuales de Gunther Schuller, André Hodeir y pocos más. La deshonestidad e hipocresía del estamento crítico -incluyendo a la "tríada magnífica", Leonard Feather, Martin Williams ("The Jazz Tradition” es un ejemplo representativo de como la historia del jazz no debería ser escrita) e Ira Glitter, más Nat Hentoff, no obstante su afiliación socialista- ha ocultado abusos y favorecido una doble moral con respecto a otros géneros considerados "respetables" por parte del Poder. El libro abunda en testimonios escalofriantes, incluyendo la reproducción de contratos de grabación cuyos términos leoninos son considerados "normales" en el negocio. Kofsky rescata oscuros episodios que otras historias pasan por alto, así como la "caza de brujas" de los años 60-70 que dejó en seco a los jazzistas políticamente comprometidos como Abbey Lincoln y Max Roach. ¿Demasiado para las mentes pequeñitas de los partidarios del "a mí no me hables de otra cosa que no sea la música"?. La verdad misma.
(publicado en Cuadernos de Jazz Nº 67, Noviembre-Diciembre 2001)
A favor de Frank Kofsky: http://impronta-de-jazz.blogspot.com/2008/10/combatiendo-el-capital.html
En contra : http://www.tomajazz.com/bibliojazz/frank_kofsky_black_music.htm
Vaya por delante que no he leído el libro de Kofsky, o sea que no sé cómo argumenta el presunto (con permiso) racismo de Bob Thiele, productor de Coltrane y sus seguidores en Impulse. ¿Qué interés pecuniario o racista podía tener en publicar discos como A Love Supreme, Ascension, Kulu Se Mama...? Lo que sí he leído es su entrevista con Coltrane y otra con Bob Thiele, disponibles ambas en Woideck, Carl (Ed.): Giant Steps - The John Coltrane Companion (Omnibus, 1998), y me deja aun más perplejo que tenga esa opinión de Thiele.
ResponderEliminarLo mismo va para el presunto racismo de Nat Hentoff, que no es socialista sino un "bocazas" libertario, activista en pro de los derechos civiles y la Primera Enmienda y cofundador del sello Candid (véase el catálogo que produjo, que incluye el Freedom Now Suite de Max Roach, como otra muestra paradójica de hipocresía, etc.).
Es cierto que el negocio del jazz, de la música en general, no ha sido nunca refugio de almas benditas, pero achacar todo al racismo me parece una premisa errónea (por ejemplo Lubinsky el de Savoy era más bien un miserable ejemplar: abusaba de todo el mundo sin distinguir colores, credos ni ideologías). Que la historia del jazz, una música de origen eminentemente negro, la hayan escrito personas de una extracción social distinto es un problema evidente (por cuestiones de enfoque, de entender a fondo la realidad de los músicos, etc), pero eso se debe, al menos en parte, y sobre todo en la década de los sesenta, al significativo desinterés que esta música ha generado entre la sociedad afroamericana.
Yo no tengo problema en hablar de la componente ideológica del jazz (en el jazz hay gente demasiado distinta como para hablar de UNA ideología del jazz). Con lo que tengo un serio problema es con las goteras que presentan las argumentaciones de Kofsky, que como manifestación ideológica o de reafirmación racial (o de recurso al pataleo como única opción ante la injusticia sufrida por los afroamericanos) tienen todo el sentido en su contexto histórico, pero que como crónica, ya digo, hacen demasiada agua.
Saludos,
Fernando
PD En Google Books se puede ojear buena parte del Freedom Sounds - Civil Rights Call Out to Jazz and Africa de Ingrid Monson (OUP, 2007), que entre otras cosas recoge declaraciones de Abbey Lincoln sobre Nat Hentoff que contradicen a Kofsky (p. 182).
Hola Fernando,
ResponderEliminaruna aportación estupenda y razonada, la tuya. Personalmente, el libro de Kofsky me parece muy estimulante, con sus limitaciones, aunque seguramente no hubiera escrito esta misma reseña de haberlo hecho hoy. Del libro me interesa sobre todo por su capacidad de estimular el debate, a las pruebas me remito. Gracias por la información sobre el libro de Ingrid Monson, que desconozco. Un fuerte anrazo, Chema