(foto: J. M. García Martínez)
Tocar, simplemente tocar, de forma coherente y sincera
(Joachim Kühn, marzo 2001)
(Joachim Kühn, marzo 2001)
Precedentes
Mayo de 1974. El “generalísimo” Francisco Franco languidece en su palacio de El Pardo (Madrid) y Joachim Kühn toca en un colegio mayor de la Villa y Corte con un conjunto de “jazz-rock” ("Association PC"). Todavía hoy, no se ha podido establecer la relación entre un hecho y el otro.
Septiembre de 1974. Rahsaan Roland Kirk & His Vibration Society desembarcan en Ibiza capital para cuatro conciertos inolvidables. El jazz al límite del imposible ha entrado por la puerta grande en la mayor de las Pitiusas.
Febrero de 1993. Tras residir en las ciudades de Leipzig, Hamburgo, París, Los Ángeles, Nueva York y, de nuevo, Hamburgo y París, en el año 1993, el pianista, saxofonista, compositor y teórico Joachim Kühn se instala en la isla de Ibiza, en el domicilio de su hermano Rolf.
Una experiencia personal en Sangri-Lah
El automóvil, guiado con mano experta por Francisco Ruiz “Gori”, remonta con esfuerzo la cuesta arriba semi-asfaltada. El azul velado del Mediterráneo asoma por entre la arboleda, más allá, el perfil insinuado de la línea costera continental. En los días buenos se ve la península. Si eso es así, pienso, alguien, desde la península, podría estar observándonos en ese momento.
Un nuevo giro y, por fin, lo que resulta ser el domicilio del músico a medio subir del monte. El edificio de dos alturas y aspecto neutro en su exterior viene precedido por un surtido de artilugios pictóricos –pinceles, paletas, lienzos a medio terminar...- desparramados por el jardín. La pintura: su otra pasión, además de la música.
El aspecto de Kühn es el de “un hombre que lleva la vida al estilo de los nómadas”, tal y como lo definiera el inolvidable Ebbe Traberg en su retrato del músico publicado en la revista Cuadernos de Jazz. Un náufrago varado en tierra firme, acaso un derviche existiendo al margen de los acontecimientos, adelantándose a los mismos... sin horario, sin teléfono móvil, sin TV, ¡sin Internet!, el piano gran cola, una caja de amplificación para guitarra-bajo decorada por él mismo, discos, cientos de ellos (Kühn es un comprador compulsivo de música) dispuestos sin ningún orden preciso. Un Ornette Coleman y un Johann Sebastián Bach; música instrumental “gnaua” de Marruecos junto a una reedición del clásico del rock “underground” Captain Beefheart. Entras las decenas de cedés apiñados sobre la mesa de centro sobresale un cesto con frutas para un desayuno que puede tener lugar a las 12 de la mañana o a las 6 de la tarde porque las musas no tiene horario. Y es que el corazón musical de Joachim Kühn late “non stop” las 24 horas al día.
No cabe duda de que el plácido retiro de este sexagenario incansable es cualquier cosa menos plácido. Hay algo en la mirada encendida, en su generosidad abrumadora, en el celo “incluso excesivo” (Traberg, de nuevo) con que Kühn se aplica a su tarea; algo que trasciende la referencia de lo humano y hace que, a veces, de miedo... Joachim Kühn –una “impresionante fuente de energía, vitalidad e inspiración” para Traberg- no se entiende si no es a través de su compromiso militante con el hecho creativo sin limitaciones de géneros ni de fronteras. La vida del soldado universal de la música es pasión, entrega, de ahí su obra intensa, vehemente y monumental. Un construir catedrales a tiempo presente partiendo de la nada, pues ese es el intríngulis de lo improvisado. Kühn al piano, o al saxo, y ya no existe nada más.
Escuchar a Joachim Kühn
Es posible que el turista acuda a lugares de la isla donde uno puede esperarse cualquier cosa menos encontrarse con uno de los mayores creadores del siglo tocando su música en la compañía de su irreductible grupo de acólitos isleños. Quien, ayer, habitaba los olimpos más selectos de la Gran Cultura hoy mora los espacios recónditos de la noche ibicenca. Puede ser un minúsculo “pub” en la capital equipado con un vetusto piano de pared o aquel kiosco erigido en la entraña de alguna cala remota donde el músico toca de cuando en cuando a cambio de nada. Estos y no otros han sido los escenarios que han servido al “Ibiza Trío” para rodarse.
El repertorio contiene todo de lo que se viene hablando, a Ornette y a Bach, el aroma de las noches de jazz a la luz de la luna y la fragancia de las manzanas dispuestas para las hambres a destiempo... por lo que a uno toca, y por encima de cualquier otra consideración, esta música del Ibiza Trío es el fruto del compromiso artístico del líder que ha sabido contagiar a sus dos acompañantes. Una música que crece en el interior del oyente.
Es comenzar “I Like to Kiss you-tonight” -un adentrarse en el tema cauteloso, un crear espacios- y vernos metidos en materia hasta el cuello. ¿Pero, cómo se ha llegado hasta aquí?. Uno se siente arrastrado por cuanto escucha y llega el momento en que ha sucumbido a su encanto. Es inevitable.
En cada tema, a cada momento, ocurren cosas, lo que constituye un signo distintivo del “Ibiza Trío”. Ocurren en “Deep sense makes deep sense”, la composición asimétrica definida por sus frases angulosas y certeras como dardos. También en “No theme atached”, con sus idas y sus vueltas en torno a un epicentro dudoso y ese inesperado aroma a tango en su línea de bajos. También cuando es Joachim Kühn quien toma el mando de la nave en solitario transformándose en ese rapsoda que “enlaza el lirismo y la agresividad” (Traberg): “Hotel Raphael”, “Mar y Sol”...
Un aparte para Francisco Ruiz “Gori” y José Mª Pellico “Chema”, los músicos residentes en la isla con los que Joachim comparte música y vivencias; del primero, se sabe que, llegando a su término los prodigiosos sesenta, formó parte de “Blue Bar” y de Cerebrum , grupo “cumbre de la música progresiva en España”, en palabras del comentarista musical Jordi Sierra i Fabra; que, habiéndose instalado en Ibiza, se llegó hasta el jazz, lo que era solo cuestión de tiempo; como que, una vez establecido como músico de jazz, terminara por encontrarse con Joachim Kühn; y que, entre el uno y el otro, idearan un conjunto estable con que dar suelta a sus respectivos demonios interiores.
Según refiere el propio “Chema”, el encuentro crucial entre los antedichos y Francisco Tomás Ruiz Pérez tuvo lugar en la propia casa del pianista, “una mágica noche primaveral de Ibiza”. Tampoco era “Gori”, lo que se dice, un recién nacido al jazz. Este leonés, ciudadano ibicenco desde al año 1973, formó su primer trío de jazz en el año 1967. En el setenta y dos acompañó al cantante “soul” Geno Washington y en el setenta y seis, al pianista argentino Mario Tegli. Mas tarde formó el “Ibiza Jazz Fusión” y, algo después, conoció a Joachim Kühn. Fue este quien le invitó a encerrarse con él y con seis amigos en un garaje semivacío de San Carlos, al objeto de interpretar su composición “Begegnungen in der Begegnungen” para seis coches, batería y saxo (marzo de 2001). Lo que señaló el inicio de una sólida amistad que llega hasta hoy.
Hoy por hoy, “Chema” y “Gori” se nos aparecen como dos consumados especialistas en el difícil arte de la creación a tiempo real. Dos improvisadores de fuste. Quienes gustamos de la cosa jazzística no podemos por menos que darles las gracias por lo que, viniendo de ellos, escuchamos en el disco, y porque, sin ellos, el Ibiza Jazz Trío no hubiera sido posible.
Septiembre de 1974. Rahsaan Roland Kirk & His Vibration Society desembarcan en Ibiza capital para cuatro conciertos inolvidables. El jazz al límite del imposible ha entrado por la puerta grande en la mayor de las Pitiusas.
Febrero de 1993. Tras residir en las ciudades de Leipzig, Hamburgo, París, Los Ángeles, Nueva York y, de nuevo, Hamburgo y París, en el año 1993, el pianista, saxofonista, compositor y teórico Joachim Kühn se instala en la isla de Ibiza, en el domicilio de su hermano Rolf.
Una experiencia personal en Sangri-Lah
El automóvil, guiado con mano experta por Francisco Ruiz “Gori”, remonta con esfuerzo la cuesta arriba semi-asfaltada. El azul velado del Mediterráneo asoma por entre la arboleda, más allá, el perfil insinuado de la línea costera continental. En los días buenos se ve la península. Si eso es así, pienso, alguien, desde la península, podría estar observándonos en ese momento.
Un nuevo giro y, por fin, lo que resulta ser el domicilio del músico a medio subir del monte. El edificio de dos alturas y aspecto neutro en su exterior viene precedido por un surtido de artilugios pictóricos –pinceles, paletas, lienzos a medio terminar...- desparramados por el jardín. La pintura: su otra pasión, además de la música.
El aspecto de Kühn es el de “un hombre que lleva la vida al estilo de los nómadas”, tal y como lo definiera el inolvidable Ebbe Traberg en su retrato del músico publicado en la revista Cuadernos de Jazz. Un náufrago varado en tierra firme, acaso un derviche existiendo al margen de los acontecimientos, adelantándose a los mismos... sin horario, sin teléfono móvil, sin TV, ¡sin Internet!, el piano gran cola, una caja de amplificación para guitarra-bajo decorada por él mismo, discos, cientos de ellos (Kühn es un comprador compulsivo de música) dispuestos sin ningún orden preciso. Un Ornette Coleman y un Johann Sebastián Bach; música instrumental “gnaua” de Marruecos junto a una reedición del clásico del rock “underground” Captain Beefheart. Entras las decenas de cedés apiñados sobre la mesa de centro sobresale un cesto con frutas para un desayuno que puede tener lugar a las 12 de la mañana o a las 6 de la tarde porque las musas no tiene horario. Y es que el corazón musical de Joachim Kühn late “non stop” las 24 horas al día.
No cabe duda de que el plácido retiro de este sexagenario incansable es cualquier cosa menos plácido. Hay algo en la mirada encendida, en su generosidad abrumadora, en el celo “incluso excesivo” (Traberg, de nuevo) con que Kühn se aplica a su tarea; algo que trasciende la referencia de lo humano y hace que, a veces, de miedo... Joachim Kühn –una “impresionante fuente de energía, vitalidad e inspiración” para Traberg- no se entiende si no es a través de su compromiso militante con el hecho creativo sin limitaciones de géneros ni de fronteras. La vida del soldado universal de la música es pasión, entrega, de ahí su obra intensa, vehemente y monumental. Un construir catedrales a tiempo presente partiendo de la nada, pues ese es el intríngulis de lo improvisado. Kühn al piano, o al saxo, y ya no existe nada más.
Escuchar a Joachim Kühn
Es posible que el turista acuda a lugares de la isla donde uno puede esperarse cualquier cosa menos encontrarse con uno de los mayores creadores del siglo tocando su música en la compañía de su irreductible grupo de acólitos isleños. Quien, ayer, habitaba los olimpos más selectos de la Gran Cultura hoy mora los espacios recónditos de la noche ibicenca. Puede ser un minúsculo “pub” en la capital equipado con un vetusto piano de pared o aquel kiosco erigido en la entraña de alguna cala remota donde el músico toca de cuando en cuando a cambio de nada. Estos y no otros han sido los escenarios que han servido al “Ibiza Trío” para rodarse.
El repertorio contiene todo de lo que se viene hablando, a Ornette y a Bach, el aroma de las noches de jazz a la luz de la luna y la fragancia de las manzanas dispuestas para las hambres a destiempo... por lo que a uno toca, y por encima de cualquier otra consideración, esta música del Ibiza Trío es el fruto del compromiso artístico del líder que ha sabido contagiar a sus dos acompañantes. Una música que crece en el interior del oyente.
Es comenzar “I Like to Kiss you-tonight” -un adentrarse en el tema cauteloso, un crear espacios- y vernos metidos en materia hasta el cuello. ¿Pero, cómo se ha llegado hasta aquí?. Uno se siente arrastrado por cuanto escucha y llega el momento en que ha sucumbido a su encanto. Es inevitable.
En cada tema, a cada momento, ocurren cosas, lo que constituye un signo distintivo del “Ibiza Trío”. Ocurren en “Deep sense makes deep sense”, la composición asimétrica definida por sus frases angulosas y certeras como dardos. También en “No theme atached”, con sus idas y sus vueltas en torno a un epicentro dudoso y ese inesperado aroma a tango en su línea de bajos. También cuando es Joachim Kühn quien toma el mando de la nave en solitario transformándose en ese rapsoda que “enlaza el lirismo y la agresividad” (Traberg): “Hotel Raphael”, “Mar y Sol”...
Un aparte para Francisco Ruiz “Gori” y José Mª Pellico “Chema”, los músicos residentes en la isla con los que Joachim comparte música y vivencias; del primero, se sabe que, llegando a su término los prodigiosos sesenta, formó parte de “Blue Bar” y de Cerebrum , grupo “cumbre de la música progresiva en España”, en palabras del comentarista musical Jordi Sierra i Fabra; que, habiéndose instalado en Ibiza, se llegó hasta el jazz, lo que era solo cuestión de tiempo; como que, una vez establecido como músico de jazz, terminara por encontrarse con Joachim Kühn; y que, entre el uno y el otro, idearan un conjunto estable con que dar suelta a sus respectivos demonios interiores.
Según refiere el propio “Chema”, el encuentro crucial entre los antedichos y Francisco Tomás Ruiz Pérez tuvo lugar en la propia casa del pianista, “una mágica noche primaveral de Ibiza”. Tampoco era “Gori”, lo que se dice, un recién nacido al jazz. Este leonés, ciudadano ibicenco desde al año 1973, formó su primer trío de jazz en el año 1967. En el setenta y dos acompañó al cantante “soul” Geno Washington y en el setenta y seis, al pianista argentino Mario Tegli. Mas tarde formó el “Ibiza Jazz Fusión” y, algo después, conoció a Joachim Kühn. Fue este quien le invitó a encerrarse con él y con seis amigos en un garaje semivacío de San Carlos, al objeto de interpretar su composición “Begegnungen in der Begegnungen” para seis coches, batería y saxo (marzo de 2001). Lo que señaló el inicio de una sólida amistad que llega hasta hoy.
Hoy por hoy, “Chema” y “Gori” se nos aparecen como dos consumados especialistas en el difícil arte de la creación a tiempo real. Dos improvisadores de fuste. Quienes gustamos de la cosa jazzística no podemos por menos que darles las gracias por lo que, viniendo de ellos, escuchamos en el disco, y porque, sin ellos, el Ibiza Jazz Trío no hubiera sido posible.
Chema García Martínez
(notas al disco "Aventura". Joachim Kühn-Ibiza Jazz Trío. Ibiza Jazz 00. Edición del Ajuntament d´Eivissa, Ajuntament de Sant Antoni de Portmany y Conseill Insular d´Eivissa i Formentera)
Joachim Kühn ofrecerá un concierto en solitario el próximo viernes 30 de enero, en la Universida de Salamanca (Auditorio de la Hospedería Fonseca)
Bonits historia la que has contado. Siempre he creído que España ha siso y es un país propicio al desarrollo del jazz. No olvidemos que en los orígenes de esta música está la "contradanza española" y el "minuet francés", que los esclavos negros escuchaban en la casa de sus patrones terratenientes dueños de las plantaciones de algodón en New Orleans. Son dos vertientes que los historiadores del jazz señalan como parte de su origen. Creo que esto ayudaría a entender la gran cercanís del jazz con el flamenco.
ResponderEliminarSaludos cordiales,
Héctor Aguilera S.
www.musicadejazz.blogspot.com
Hola Héctor, de hecho estoy rescatando alguna cosa sobre el tema. Mientras tanto, mira lo que me acaba de enviar Juan José González:
ResponderEliminarME HA DICHO JOSE MANUEL GAMBOA QUE EL ABUELO (APODADO ZACHARY) DE BUD POWEL ESTUVO EN LA GUERRA DE CUBA A FINALES DEL XIX Y QUE SE HIZO GUITARRISTA DE FLAMENCO. GAMBOA ESTA INVESTIGANDO LA HISTORIA DEL FLAMENCO EN N. YORK.
ESTOY ESCUCHANDO POR RADIO NACIONAL ALGUNA PIEZA DE JAZZ, ¡ DE ISAAC ALBENIZ !, SOPRANO CANTANDO EN INGLES, DE LA OPERA MERLIN CREO QUE HAN DICHO.YA SABES QUE ALBENIZ FUE TIO-ABUELO DE GALLARDON, NUESTRO ALCALDE.
UN FUERTE ABZO
JUANJO
Interesante, ¿no te parece?.
Un abrazo,
Chema