Creo que íbamos en dirección a Almería a tocar en un festival de jazz, pero podría haber ocurrido en cualquier carretera.
Un miembro del grupo cuyo nombre ocultaré, solía robar una chocolatina en las gasolineras cada vez que parábamos a repostar. Según él, era su forma de vengarse de las multinacionales asesinas y “globalizantas” que destruyen el mundo, condenando a millones de seres a la pobreza extrema. Además, también eran las culpables de dar un pésimo servicio en las gasolineras y dedicarse a difundir discos lamentables y patatas fritas con aditivos cancerígenos y sabor a cualquier cosa. En parte, también era una forma de economizar gastos de viaje.
Su “método criminal” era siempre el mismo: pagaba una y se metía otra en el bolsillo, normalmente prefería las Kit Kat porque se reparten fácilmente. Eso sí, el botín siempre era compartido por casi todos, al fin y al cabo el chocolate es antidepresivo y proporciona calorías para seguir conduciendo o lo que sea.
Pero “H”, uno de los miembros del grupo, se había hecho budista... budista tibetano, nada de mediocridades. Su pregunta “¿cuál es la comprada y cual la robada?” cayó como una bomba en el coche...
- “¿qué coño importa, si son iguales?” contestó el batería con su habitual finura, discreción y diplomacia.
- “Pues a mí no me es igual, porque la robada trae mal karma, la otra no, así que de la robada yo no como”
- “¿Qué demonios es eso del” karma”?”, le contestó, “me suena a camelo “orientaloide” de esos…”
Alguien insinuó al percusionista no sé qué sobre respetar las creencias ajenas y demás pero, para un madrileño vallecano, esas costumbres refinadas y falsas no son muy importantes ni dignas de tenerse en cuenta.
- “Pues el karma”, contestó “H”, “es todo lo que tú acumulas en tu vida por tus buenas o malas acciones y repercute en tu felicidad o en el nivel de pureza en el que te reencarnas en la siguiente vida...”
- “!O sea gilipolleces!”, contestó, “que te comas ese trozo y déjate de chorradas...!”
- “ ¡Si nos comemos la chocolatina robada puede ocurrir que te roben a ti o que te reencarnes en rata de alcantarilla o vete tú a saber en qué cosa chunga....incluso podrías reencarnarte en director musical de un cantautor argentino... o en técnico de sonido".
La cosa se iba animando, pero “H” se cerró en banda, dijo que no respetábamos nada y que se iba a ir del grupo...para siempre o casi siempre.
- “como lo veas”
Un miembro del grupo cuyo nombre ocultaré, solía robar una chocolatina en las gasolineras cada vez que parábamos a repostar. Según él, era su forma de vengarse de las multinacionales asesinas y “globalizantas” que destruyen el mundo, condenando a millones de seres a la pobreza extrema. Además, también eran las culpables de dar un pésimo servicio en las gasolineras y dedicarse a difundir discos lamentables y patatas fritas con aditivos cancerígenos y sabor a cualquier cosa. En parte, también era una forma de economizar gastos de viaje.
Su “método criminal” era siempre el mismo: pagaba una y se metía otra en el bolsillo, normalmente prefería las Kit Kat porque se reparten fácilmente. Eso sí, el botín siempre era compartido por casi todos, al fin y al cabo el chocolate es antidepresivo y proporciona calorías para seguir conduciendo o lo que sea.
Pero “H”, uno de los miembros del grupo, se había hecho budista... budista tibetano, nada de mediocridades. Su pregunta “¿cuál es la comprada y cual la robada?” cayó como una bomba en el coche...
- “¿qué coño importa, si son iguales?” contestó el batería con su habitual finura, discreción y diplomacia.
- “Pues a mí no me es igual, porque la robada trae mal karma, la otra no, así que de la robada yo no como”
- “¿Qué demonios es eso del” karma”?”, le contestó, “me suena a camelo “orientaloide” de esos…”
Alguien insinuó al percusionista no sé qué sobre respetar las creencias ajenas y demás pero, para un madrileño vallecano, esas costumbres refinadas y falsas no son muy importantes ni dignas de tenerse en cuenta.
- “Pues el karma”, contestó “H”, “es todo lo que tú acumulas en tu vida por tus buenas o malas acciones y repercute en tu felicidad o en el nivel de pureza en el que te reencarnas en la siguiente vida...”
- “!O sea gilipolleces!”, contestó, “que te comas ese trozo y déjate de chorradas...!”
- “ ¡Si nos comemos la chocolatina robada puede ocurrir que te roben a ti o que te reencarnes en rata de alcantarilla o vete tú a saber en qué cosa chunga....incluso podrías reencarnarte en director musical de un cantautor argentino... o en técnico de sonido".
La cosa se iba animando, pero “H” se cerró en banda, dijo que no respetábamos nada y que se iba a ir del grupo...para siempre o casi siempre.
- “como lo veas”
¡Estupenda esta serie de las historias de Ángel! Me he reído un montón con todas, ¡sigue colgando más!
ResponderEliminarLo mejor de esta última la discusión filosófico-religiosa sobre la influencia del kit-kat en el karma. Qué cosas aprende una...