No recuerdo exactamente como llegó Ronnie al grupo...creo que le trajo Paul el bajista, que estaba muy interesado en que el proyecto de música multiétnica llamado Black Market saliera adelante. Supongo que en parte, lo que quería era tocar con un percusionista que no le reprochara tan a menudo lo de no saber tocar el contrabajo como dios manda y la iglesia del jazz nos enseña. Eso, y su escasa capacidad para tocar líneas jazzísticas de “walkin´ bass” (para explicarlo breve, cuando el bajo hace “dum dum dum” todo el rato). Supongo que un percusionista brasileño más bien poco interesado en el jazz clásico no le daría a Paul ese tipo de problemas... aunque daba muchos otros como pudimos comprobar... pero, no adelantemos acontecimientos, carajo!
Rodney dominaba todos los instrumentos de percusión propios y ajenos, era capaz de leer cualquier partitura (para percusión), no tenía ningún problema para tocar ritmos o compases de amalgama, “13 por 8” o lo que hiciera falta, y estaba dispuesto a ensayar todo lo necesario... “estupendous”, ya no hay que buscar más...
En comparación con nuestro anterior intento de formar un grupo sin batería (la idea era aminorar el volumen de sonido de modo que yo pudiera tocar guitarra española y/o acústica), este tipo parecía una joya...
El anterior, Ferrán, un catalán tirando a hippie en el más crudo sentido de la palabra, no se aprendió absolutamente nada del repertorio y aparecía en cada ensayo como si fuera el primero de su vida. Ni había escuchado las grabaciones ni las partituras, nada de nada, a pesar de haber estado en la India numerosas veces aprendiendo a tocar la tabla. Al final, acabó con nuestra paciencia. Además tenía un coche de gasoil viejísimo, un legendario Seat “cientonosequé” que jamás arrancaba, de modo que después, de cada ensayo, nos pedía con una alegre sonrisa que le empujáramos para arrancar, y eso después de los ensayos que nos infringía... así que después de un conciertillo medio pasable en La Nave, y uno más en el cual mandó a un substituto de última hora (el cual, por cierto, lo hizo algo mejor), decidimos prescindir de sus servicios y buscar uno nuevo. Cosa que benefició a ambas partes, aunque no por igual, puesto que Ferrán acabó montando un grupo de “fussion” “flamenco pop”-“chillout”-rumbero con el cual se ha hecho famoso y se han forrado. La vida en general no es demasiado justa, pero hemos de aceptarlo y confiar en la humanidad.
En el primer ensayo, Rodney nos comunicó por teléfono que tocaba todo tipo de instrumentos de percusión, desde el derbouka hasta un berimbau que había pertenecido a un mítico percusionista de su país, que era amigo de su abuelo, y como la calabaza de resonancia tenia numerosas rajas, lo reparaba amorosamente con Superglue o cinta aislante.
Como casi no teníamos experiencia en actuar con “berimbauistas”, tardamos horas en encontrar una afinación adecuada del instrumento que, por cierto, solo da dos o tres notas. Al fin, nos hizo una exhibición de su pericia que realmente nos dejó casi boquiabiertos. Después añadió que, de todos los instrumentos que tocaba, éste era el que más mujeres le había proporcionado... desde luego, no debía de haberle resultado sencillo llevar a cabo una estadística comparativa dado la cantidad de instrumentos que interpretaba, entre las congas, las pailas, el djembé, los bongos, la cuica, etc., y el partido que les sacaba a nivel musical, y al otro.
Mal que bien se aprendió el repertorio en tres ensayos y la cosa funcionaba aceptablemente, así que nos fuimos con él a tocar a unos clubes en Galicia... por cierto se me olvida decir que, como tampoco estábamos nada contentos con el saxo flauta. Para Paul era un autentico cretino a nivel personal. Para José Ramón, el técnico, uno de los músicos que más lata le daba en las pruebas de sonido. El caso es que Rodnie nos presentó a su compatriota Evaldo, que había venido a actuar a la Expo de Sevilla (sí, era el 92) acompañando a Maria Bethânia, y quería quedarse en España unos años a ver qué tal le iba... pero de este mejor hablamos más tarde. Eso sí, lo leyó todo casi a primera vista, algo frecuente entre los anglosajones y mucho menos entre los hispanos o “latinoides”. No me pregunten por qué, pero es así.
De modo que con la formación brasileña casi al 50 por ciento partimos hacia As Rías Baixas.
El primer bolo era en Sada, cerca de La Coruña. Hacía un agradable tiempo primaveral, que, por lo visto, incita a la sexualidad…
Ángel Rubio
(continuará)
Rodney dominaba todos los instrumentos de percusión propios y ajenos, era capaz de leer cualquier partitura (para percusión), no tenía ningún problema para tocar ritmos o compases de amalgama, “13 por 8” o lo que hiciera falta, y estaba dispuesto a ensayar todo lo necesario... “estupendous”, ya no hay que buscar más...
En comparación con nuestro anterior intento de formar un grupo sin batería (la idea era aminorar el volumen de sonido de modo que yo pudiera tocar guitarra española y/o acústica), este tipo parecía una joya...
El anterior, Ferrán, un catalán tirando a hippie en el más crudo sentido de la palabra, no se aprendió absolutamente nada del repertorio y aparecía en cada ensayo como si fuera el primero de su vida. Ni había escuchado las grabaciones ni las partituras, nada de nada, a pesar de haber estado en la India numerosas veces aprendiendo a tocar la tabla. Al final, acabó con nuestra paciencia. Además tenía un coche de gasoil viejísimo, un legendario Seat “cientonosequé” que jamás arrancaba, de modo que después, de cada ensayo, nos pedía con una alegre sonrisa que le empujáramos para arrancar, y eso después de los ensayos que nos infringía... así que después de un conciertillo medio pasable en La Nave, y uno más en el cual mandó a un substituto de última hora (el cual, por cierto, lo hizo algo mejor), decidimos prescindir de sus servicios y buscar uno nuevo. Cosa que benefició a ambas partes, aunque no por igual, puesto que Ferrán acabó montando un grupo de “fussion” “flamenco pop”-“chillout”-rumbero con el cual se ha hecho famoso y se han forrado. La vida en general no es demasiado justa, pero hemos de aceptarlo y confiar en la humanidad.
En el primer ensayo, Rodney nos comunicó por teléfono que tocaba todo tipo de instrumentos de percusión, desde el derbouka hasta un berimbau que había pertenecido a un mítico percusionista de su país, que era amigo de su abuelo, y como la calabaza de resonancia tenia numerosas rajas, lo reparaba amorosamente con Superglue o cinta aislante.
Como casi no teníamos experiencia en actuar con “berimbauistas”, tardamos horas en encontrar una afinación adecuada del instrumento que, por cierto, solo da dos o tres notas. Al fin, nos hizo una exhibición de su pericia que realmente nos dejó casi boquiabiertos. Después añadió que, de todos los instrumentos que tocaba, éste era el que más mujeres le había proporcionado... desde luego, no debía de haberle resultado sencillo llevar a cabo una estadística comparativa dado la cantidad de instrumentos que interpretaba, entre las congas, las pailas, el djembé, los bongos, la cuica, etc., y el partido que les sacaba a nivel musical, y al otro.
Mal que bien se aprendió el repertorio en tres ensayos y la cosa funcionaba aceptablemente, así que nos fuimos con él a tocar a unos clubes en Galicia... por cierto se me olvida decir que, como tampoco estábamos nada contentos con el saxo flauta. Para Paul era un autentico cretino a nivel personal. Para José Ramón, el técnico, uno de los músicos que más lata le daba en las pruebas de sonido. El caso es que Rodnie nos presentó a su compatriota Evaldo, que había venido a actuar a la Expo de Sevilla (sí, era el 92) acompañando a Maria Bethânia, y quería quedarse en España unos años a ver qué tal le iba... pero de este mejor hablamos más tarde. Eso sí, lo leyó todo casi a primera vista, algo frecuente entre los anglosajones y mucho menos entre los hispanos o “latinoides”. No me pregunten por qué, pero es así.
De modo que con la formación brasileña casi al 50 por ciento partimos hacia As Rías Baixas.
El primer bolo era en Sada, cerca de La Coruña. Hacía un agradable tiempo primaveral, que, por lo visto, incita a la sexualidad…
Ángel Rubio
(continuará)
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