domingo, 18 de enero de 2009

Aproximaciones a Niño Josele (II). El Niño & Marc Johnson

Un alto en el ensayo. Foto: J. M. García Martínez
De entre los "nuevos flamencos", Niño Josele (Juan José Heredia, nacido en Almería en 1974) es quien parece tenerlo más claro: "En el flamenco, los jóvenes tienen que tirar para delante, si no es como si los grandes maestros hubieran trabajado en balde". Nadie podrá decir que el almeriense no predica con el ejemplo. Su último disco, Paz, es el fruto insólito de un descubrimiento: el de la música del pianista de jazz Bill Evans (1929-1980). "Descubrí la música de Bill Evans durante la gira de Lágrimas negras, a través de Bebo Valdés. Oírle tocar Waltz for Debby fue, para mí, un descubrimiento. Él me insistía en que yo podía tocar lo que quisiera, pero a mí me daba mucho corte".
El necesario segundo encuentro entre el tocaor y la música del más influyente de los pianistas del jazz contemporáneo, tuvo lugar algunos años más tarde, en el domicilio del cineasta Fernando Trueba. "Empezó Trueba a enseñarme discos de Bill Evans y de repente, no sé cómo, él y Javier Limón (productor discográfico) se pusieron a hablar de hacer un disco y yo escuchándoles y cada vez más aterrado".

De aquella velada salió Josele con un cargamento de grabaciones conteniendo diferentes versiones de los temas del pianista. "Cuando llegué a casa y me puse con aquello, me quedé blanco. ¡Y qué hago yo ahora con todo esto!". Sin saberlo, había comenzado su viaje a lo desconocido. "Como no sé música, se me ocurrió consultar a los músicos de jazz pero es como en el flamenco, que cada uno tiene su forma de pensar; ¡a muchos les entraba el miedo cuando les hablaba de Bill Evans!".

Visto lo visto, el tocaor decidió encerrarse en su propio piso sin más compañía que los discos y una vieja fotografía del pianista. "Le hablaba a la foto, 'venga, maestro, a ver qué hacemos'. Entonces escogía un tema, lo ponía, escuchaba dos notas, paraba, cogía la guitarrita y hasta que conseguía tocar aquellas dos notas igual que en el álbum. Y, luego, otras dos, y otras dos, y otras dos... al final, rayé los cedés de tanto echarles para atrás". Las noches en vela se sucedían las unas a las otras. "Aquello fue un suplicio, la cabeza me ardía. Para cada tema me tiraba una semana y, a lo mejor, al terminar me daba cuenta de que había cosas que corregir. Hubo momentos que estuve a punto de rendirme, si no llegar a ser por esos dos (Trueba y Limón)...".

El proceso creativo que ha conducido hasta Paz ha dejado sus frutos: once interpretaciones refrescantes y muy personales de otras tantas composiciones relacionadas con Bill Evans por haber sido él su autor o haberlas interpretado habitualmente, y un abultado catálogo de innovaciones técnicas que comprende acordes inéditos para la guitarra y una nueva afinación del instrumento, producto de "una paranoia que me dio una noche con tres cafés en el cuerpo".

En Paz, el tocaor cuenta con un plantel de invitados de lujo, incluyendo a la cantaora Estrella Morente y los jazzistas Jerry González, Tom Harrell, Joe Lovano y Freddie Cole.

"Mientras ellos grababan su parte en Nueva York, yo estaba de gira con Paco de Lucía y me traían las cintas con lo que habían tocado y, cuando las escuchaba, me preguntaba: '¿Pero qué hago yo aquí?". Completando la sección rítmica, el percusionista Horacio El Negro y el contrabajista Marc Johnson, antiguo acompañante de Bill Evans, quien afirma con convencimiento que "Josele ha capturado la esencia de los discos de Bill Evans mejor que muchos de los músicos de jazz". Palabras que son, para el guitarrista, la mejor recompensa que puede recibir. "Es que sólo ahora sé lo que estoy tocando. Ahora sé que ésta es una historia que no ha hecho más que empezar".
(publicado en El País 29/05/2006)

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