miércoles, 7 de enero de 2009

Visiones del "Coloso" (II). "Rollins at home" (extended version)

fotografía: Coral Hernández

Sonny Rollins:

Harlem era el centro de la cultura negra

José María García Martínez

El mundo del jazz se postra a sus pies: Sonny Rollins puede presumir de haber vivido en el filo de la navaja como “el hombre que no le teme a nada”, en palabras del también saxofonista Barney Wilen. Un lobo solitario con la capacidad de transformarse en un ser distinto a cada nuevo paso; asomarse a su vasta obra discográfica tan poco convencional produce vértigo. Autor de una docena de obras maestras imprescindibles, Rollins ha escrito su propia historia del jazz. El día 15, tocará en Vitoria (“XXX Festival de Jazz”), en una única aparición europea durante el mes de julio que servirá para presentar los temas de su nuevo disco, “Sonny, please”, primero que edita para su propia compañía, Doxy Records. Una oportunidad única de escuchar “en vivo” al mítico “saxophone colossus”.


Doscientos kilómetros al Norte de Nueva York, siguiendo el curso del río Hudson. Una minúscula comunidad rural que solo existe en el mapa. Ni siquiera el dueño del pequeño taller de automóviles contiguo a la nada ostentosa casa de campo donde mora la última leyenda viva del jazz, conoce de su existencia. Theodore Walter Rollins, 75 años, lleva una vida solitaria y escueta menos propia de un “coloso” que de un ser humano vulnerable y tierno que ha de convivir con el recuerdo omnipresente de Lucille, su compañera y colaboradora, fallecida hace dos años. "Antes me pasaba las horas ensayando en el cobertizo. Mi mujer encendía la luz en el porche de la casa y yo sabía que ella estaba ahí. Cuando volví al lugar después de su muerte, el hecho de no ver la luz fue tan duro que no he podido tocar nunca más en aquel lugar".

PREGUNTA: a su experiencia traumática durante el “11S”, le siguió un disco, “Without a song”, grabado solo 4 días después de los hechos.

RESPUESTA: de algún modo, en ese disco traté de explicar todo lo que viví aquel día. Yo tenía un apartamento en el piso superior de un edificio próximo al World Trade Center; estaba esperando a mi conductor cuando oí al primer avión acercándose y el ruido sordo del impacto, y luego el segundo… fui escaleras abajo y me encontré con que todo el mundo estaba en la calle corriendo y gritando aterrorizado. Pero así es la guerra. El “11S” me dio una idea precisa de hasta qué punto puede el ser humano ser cruel. Pero también fue un desastre tóxico como nunca ha habido, y lo extraordinario es que aún hoy nadie se ha ocupado de limpiar la zona y se encuentran con que hay mucha gente que vive o trabaja ahí enferma o muriendo. Yo mismo sentí una sensación muy extraña en el estómago hasta que me di cuenta de que había estado aspirando aquel aire corrompido…lo perdí todo pero al menos tenía un segundo lugar para vivir.

PREGUNTA: detrás dejaba la ciudad donde nació y se dio a conocer…

RESPUESTA: siempre digo que nací en el momento adecuado, en el lugar adecuado. En los años treinta, Harlem era el centro de la cultura negra. Todo el mundo venía a Harlem y la música estaba por todas partes. Fats Waller tocaba al otro lado de la calle de donde yo vivía y Louis Jordan, mi primer ídolo, lo hacía en un club enfrente de mi colegio. Yo solía ir al Savoy Ballroom o al Apollo Theater al salir de clase y escuchaba a Buddy Johnson, Duke Ellington, Lionel Hampton, Jimmy Lunceford... estaba en medio de todo aquello y sin darme cuenta, lo absorbí todo, solo por el hecho de estar allí. Ese fue mi verdadero colegio.

PREGUNTA: también escuchaba mucha música caribeña,

RESPUESTA: mis padres eran de origen caribeño y les encantaba. A veces, me llevaban a los bailes caribeños en Harlem. Por eso, tocar calipso, para mí, es algo natural, y todavía lo hago, aunque a mi modo.

PREGUNTA: no pasó mucho tiempo antes de que se convirtiera en una habitual de los escenarios.

RESPUESTA: éramos los chicos nuevos del barrio: Jackie Mclean, Kenny Drew, Art Taylor y yo. Tocábamos por todo Harlem en todo tipo de locales recónditos y siniestros, pero no nos importaba porque Harlem, en aquella época, era el lugar donde había que estar y donde iban los veteranos buscando rostros nuevos. “He oído hablar de ese jovencito, Sonny Rollins, me han dicho que es muy bueno”. A través del cantante Babs Gonzales, empecé a tocar con Fats Navarro y con Bud Powell. Era una sensación rara: ellos me miraban como a un igual, como si yo fuera un tipo de experiencia, y yo me sentía enormemente adulado. Por no hablar de la noche en que vino a verme Miles Davis a un club del Bronx llamado “845” donde tocaba en los intermedios; cómo explicar lo que sentí cuando me dijo las palabras mágicas: “¿quieres tocar en mi banda?”.

PREGUNTA: la crítica alentó una supuesta rivalidad entre Vd. y John Coltrane, su compañero de atril en el conjunto de Miles.

RESPUESTA: en algún sentido sí éramos rivales porque, en aquellos días, siempre tenía que darse una “batalla de saxos”, Dexter Gordon contra Gene Ammons, etc. Lo nuestro era como una continuación de aquella práctica. Pero la verdad es que éramos buenos amigos; tanto que Coltrane era una de las pocas personas a la que podía pedirle dinero prestado.

PREGUNTA: también frecuentó igualmente al pianista Thelonious Monk.

RESPUESTA: a Monk le conocí a través de Lowell Lewis, un amigo de la escuela que tocaba la trompeta con él. Éramos uña y carne. El problema es que Monk ya tenía saxofonista y lo peor es que era realmente bueno. No paramos hasta que conseguimos echarle. El resto fue sencillo: Lowell consiguió que Monk fuera a escucharme, le gusté y me contrató. Y ese fue el comienzo de mi relación con Monk.

PREGUNTA: su búsqueda de nuevas vías de expresión, le llevó en los sesenta a interesarse por el “nuevo jazz” de Ornette Coleman.

RESPUESTA: la primera vez que escuché a Ornette fue en un disco titulado “Something Else!!!”. Me gustó muchísimo y eso que eran los tiempos en que su música era enormemente discutida. Luego vino a verme durante mi primera visita a California con Max Roach, y nos caímos bien. Por las noches, íbamos los dos y Don Cherry a la playa, para tocar frente al Pacífico. Hasta el día en que leí una entrevista en la que decía que no había un solo músico al que le gustara su música, y me incluía a mí. Daba la impresión de que me dedicaba a ponerles trabas a los jóvenes, lo que no es mi estilo ni nunca lo ha sido. Aquello me enfadó mucho y aún estoy ofendido.

PREGUNTA: a principios de los años sesenta, y tras una de sus recurrentes desapariciones, fue “descubierto” tocando el saxo bajo el puente de Williamsburg, en Nueva York; un lugar que Vd. introdujo en la mítica del jazz a través de su disco “The Bridge”.

RESPUESTA: para mí, era un lugar donde practicar. Y no estaba siempre solo, Steve Lacy me acompañó en más de una ocasión. Lo cierto es que llevo toda mi vida trabajando a fondo para engrandecer mi sonido. Mis ídolos, como Coleman Hawkins, se distinguían por su sonido poderoso, tanto que a menudo se veían obligados a prescindir del micrófono. Pero yo nunca he tenido ese don. Por eso acudo a lugares a cielo abierto donde tengo que esforzarme para hacerme escuchar.

PREGUNTA: Vd. se define como un “buscador espiritual”. A un tiempo, es uno de los pocos músicos de su generación que nunca profesó la fe islámica.

RESPUESTA: por supuesto, conozco a muchos musulmanes de los tiempos en que la mayoría de los músicos en Harlem se convirtieron al Islam, como mi amigo Yusef Lateef o Art Blakey. Mi caso era algo distinto. Yo no quería que mi vida estuviera centrada en el uso de las drogas como único medio para acceder a una cierta espiritualidad. Las drogas funcionan en el momento y ya está. Afortunadamente, me di cuenta de que aquello era una trampa. Desde entonces, he buscado el camino verdadero en todas las religiones.

PREGUNTA: escuchándole tocar “en vivo”, se tiene la certeza de que existe un hilo argumental sólido en sus improvisaciones.

RESPUESTA: no es algo de lo que pueda hablar demasiado porque, mientras improviso, las cosas pasan demasiado deprisa y no tengo tiempo de pensar. Improvisar es como vivir un trance espiritual, no es algo que se pueda analizar mediante la razón. La esencia de la improvisación es permitir que la música surja por sí misma. Es un ir siempre adelante: no puedo quedarme tocando cosas que ya sé. El mayor obstáculo con el que me encuentro ahora para desarrollar mis ideas es la edad. No puedo practicar diez horas al día como hacía cuando era joven. Ahora tengo dificultades incluso para soplar a través del instrumento.

PREGUNTA: dígame qué le impulsa a seguir en la brecha.

RESPUESTA: lo mismo que cuando empecé: la búsqueda de algo que no creo haber encontrado todavía. Es algo que quiero expresar con mi música. El qué, no lo sé. Sé que está ahí. Quizá sea lo que algunos llaman el “acorde perdido”… solo sé que trabajo en ello y espero aproximarme poco a poco a mi objetivo. Quizá nunca llegue a conseguirlo pero sé que estoy en el buen camino. La vida es corta y no puedes pensar en hacerlo todo en una sola vida.

Sonny Rollins: material añadido

Harlem

Todo el mundo venía a Harlem y la música estaba por todas partes. Había un montón de clubes. Yo no podía entrar en el Cotton Club porque era demasiado joven, pero pasaba por delante cuando iba a la escuela y me quedaba embobado mirando los carteles. En cambio, sí me dejaban entrar en el Savoy Ballroom. Nunca toqué allí pero fui un cliente asiduo.
Fats Waller tocaba en un teatro al otro lado de la calle donde yo vivía y existía un club "after hours" en el sótano de mi casa, aunque yo no lo sabía. Me enteré al leer un libro que trataba de la llamada "zona de los clubes", en torno a las calles 100 y 30. Mucha gente se estableció allí durante los años veinte y treinta que fue cuando los blancos comenzaron a subir a Harlem a escuchar la música. Es lo que se ha llamado el "Renacimiento de Harlem". Cuando me fui a vivir allí, la mayoría de aquellos clubes estaban ya cerrados pero todavía los utilizaban como locales de ensayo y yo no me perdía ni uno. Me gustaba sobre todo la banda de Buddy Jonson. Me volvía loco, era un tipo fantástico y tocaba el blues como nadie. Mi otro ídolo de entonces era Louis Jordan. Tocaba en un club enfrente de mi colegio y me quedaba colgando viendo su imagen con el saxofón. La novia de mi tío era un "fan" suyo, me ponía sus discos absolutamente fantásticos. Gracias a él supe que mi destino era convertirme en saxofonista.

Uptown

Nos mudamos al Uptown, a lo que entonces se llamaba Sugar Hill, que era el lugar donde vivían las grandes estrellas del espectáculo, los políticos más importantes de la comunidad negra, los jueces... yo les veía irse todas las mañanas a sus trabajos o negocios. Había una cierta distancia entre las dos zonas. Lafayette y Apollo eran el Downtown. En Sugar Hill vivía la gente que manejaba dinero, los que tenían éxito. Duke Ellington vivó en mi bloque una temporada, también Erskine Hawkins y Coleman Hawkins. Todo el mundo vivía en Sugar Hill por entonces y yo estaba de nuevo en medio de todo aquello.

Babs González

Babs Gonzalez era lo más parecido a un cantante de bebop. Un gran tipo y un buen amigo. Tuve la fortuna de tocar mucho con él, solía llevarme de gira en su coche junto a Fats Navarro, Bud Powell... ahí fue donde empecé a tocar con los "older guys". Aprendí muchísimo. Babs también fue el "culpable" de que yo grabara mi primer disco y, gracias a él, pude conocer a J J Jonson y a muchos otros. Mi deuda con Babs es enorme.

Monk

Recuerdo aquellos ensayos con Monk: yo, Idree Suleiman, Kenny Dorham... Íbamos al apartamento de Monk y ensayábamos en el dormitorio que era como una caja de cerillas, ahí todos apelotonados... la gente iba a verle e intentaban tocar con él, pero les resultaba imposible. Estaba el rumor de que su música no se podía tocar, pero al final lo conseguimos y aquello sonaba, ¡y cómo!. Acabé siendo un buen amigo de Monk. Eran Monk y Miles (Davis) y, quizá, Coltrane y, hasta cierto punto, Max (Roach) y J J; esos eran los tipos a los que yo me sentía más cercano dentro del negocio.


Publicado en El País (suplemento Babelia) 08/07/2006 y en http://www.jazzportugal.ua.pt/web/ver_entrevistas.asp?lg=pt&id=416


a Universidade de Aveiro e seu site jazz http://www.jazzportugal.ua.pt// muito agradecem ao jornal 'El País' ao jornalista José María Garcia Martínez e à fotografa Coral Hernandéz a disponibilidade prestada ao cederem para publicação esta tão importante oportuna e ilustrada entrevista a Sonny Rollins um Mestre vivo do jazz

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