Así son las cosas y así hay que aceptarlas. Lo que es noticia desplaza a lo que no lo es. Que Sandoval suelte sapos y culebras por la boca es noticia. Que Sambeat, antes que él, hubiera ofecido un concierto excepcional, no lo es. Lo que sigue fue escrito para ser incluido en la referida crónica del concierto de Sandoval & Sambeat en el Festival de Jazz de Madrid (21/11/2008) si bien, a última hora, fue descartado por "falta de espacio".
LO QUE SE QUEDÓ FUERA...
Perico Sambeat presentaba nuevo disco con big band de jazz y cuadro flamenco, un total de 22 intérpretes sobre el escenario en tiempos de crisis. Con esto que fue noche grande, de “no hay billetes” y vuelta al ruedo para los maletillas. Perico y su muchachada interpretó los temas del disco de corrido, salvo la “Guajira para Duke”, que no sonó porque el tiempo y la autoridad no lo permitieron. Había que hacer sitio al entrañable amigo de los críticos de jazz.
Faltó Miguel Poveda, que fue sustituido por Pitingo, para los cantes largos, y por Joaquín Duende, para el resto. Sí estuvieron Gerardo Núñez y Carmen Cortés, que si el primero es capaz de flamenquear con fondo de jazz, la segunda hace lo propio bailando. Verlo, y escucharlo, para creerlo. Y lo mejor que tiene esta Flamenco Big Band de Perico, aparte de la hermosura de su música: esa capacidad para viajar de una orilla a otra sin que los flamencos terminen mirándose la punta del zapato cuando suena el jazz, y los jazzistas aprovechen para llamar a la novia por el móvil, cuando cantan los flamencos. Una música que “swingea” tanto como pellizca. Lo que pasó luego lo conoce ya el lector: Sandoval, su música tumultuosa, sus groserías.
LO QUE SE QUEDÓ FUERA...
Perico Sambeat presentaba nuevo disco con big band de jazz y cuadro flamenco, un total de 22 intérpretes sobre el escenario en tiempos de crisis. Con esto que fue noche grande, de “no hay billetes” y vuelta al ruedo para los maletillas. Perico y su muchachada interpretó los temas del disco de corrido, salvo la “Guajira para Duke”, que no sonó porque el tiempo y la autoridad no lo permitieron. Había que hacer sitio al entrañable amigo de los críticos de jazz.
Faltó Miguel Poveda, que fue sustituido por Pitingo, para los cantes largos, y por Joaquín Duende, para el resto. Sí estuvieron Gerardo Núñez y Carmen Cortés, que si el primero es capaz de flamenquear con fondo de jazz, la segunda hace lo propio bailando. Verlo, y escucharlo, para creerlo. Y lo mejor que tiene esta Flamenco Big Band de Perico, aparte de la hermosura de su música: esa capacidad para viajar de una orilla a otra sin que los flamencos terminen mirándose la punta del zapato cuando suena el jazz, y los jazzistas aprovechen para llamar a la novia por el móvil, cuando cantan los flamencos. Una música que “swingea” tanto como pellizca. Lo que pasó luego lo conoce ya el lector: Sandoval, su música tumultuosa, sus groserías.
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